1. CONCEPTO DE TORTÍCOLIS
Se conoce por tortícolis la adopción permanente o frecuente de una
posición anormal de la cabeza respecto al eje corporal (1), posición a la que
se llega por:
* Giro de la cara a la derecha o a la izquierda, tortícolis horizontal
(figura 1).
Figura 1. Tortícolis horizontal con la cara a la izquierda en un
paciente con nistagmo y ortotropía.
* Inclinación de la cabeza sobre el hombro derecho o izquierdo, tortícolis
torsional (figura 2).
Figura 2. Tortícolis torsional con la cabeza sobre el hombro
izquierdo.
* Elevación o depresión del mentón, tortícolis vertical (figura 3).
Figura 3. Tortícolis con el mentón deprimido.
En la práctica, los tortícolis presentan con frecuencia dos o más
componentes de giro, es decir, son tortícolis mixtos.
2. CONTROL DE LA POSICIÓN CEFÁLICA
En el control de la posición cefálica intervienen (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8),
entre otros, los siguientes elementos:
* Los estímulos visuales retinianos.
* Las proyecciones vestíbulocerebrales.
* Los importantes estímulos propioceptivos cervicales, plantares y del
tronco.
La información de todos ellos se integra, retroalimenta y, junto con otros
controladores menos importantes y otros todavía no conocidos, condicionan
finalmente la posición cefálica. El fallo de los mecanismos reguladores o de
su soporte musculoesquelético origina el tortícolis.
3. TIPOS ETIOLÓGICOS DE TORTÍCOLIS
El tortícolis puede tener un origen diverso y, entre otras causas, puede
deberse a patología ocular subyacente. El oftalmólogo debe sospechar la
etiología ocular y si esta se descarta, orientar al paciente hacia otros
especialistas para el estudio de cuadros patológicos no oculares que puedan
condicionar este tortícolis.
3.a. Tortícolis de origen ocular
Un paciente con tortícolis ocular pretende, de forma inconsciente, obtener
alguna de las siguientes ventajas:
* Utilizar su visión binocular y/o evitar la diplopía:
(4, 9, 10, 11,
12, 13)
Es el caso de los pacientes con parálisis o paresias musculares, que colocan
la cabeza en la dirección del campo de acción del músculo parético, para
llevar los ojos a la dirección contraria, donde este músculo será menos
solicitado.
Los pacientes con un síndrome restrictivo tipo Duane y Brown y otras
fibrosis colocan la cabeza en la dirección del campo de acción contrario al
del músculo fibrosado, para situar los ojos en el campo de acción de dicho
músculo. Por su falta de elasticidad fuera de este campo de acción
presentarían diplopía. En el caso frecuente de que se trate de niños, se
evita la supresión y la pérdida de visión binocular que sigue a la diplopía.
Los cuadros de plagiocefalia, al condicionar un desarrollo y posición
orbitaria asimétrica, pueden originar hiper o hipofunción secundaria de
algunos grupos musculares, que el paciente intenta compensar colocando
determinadas posiciones de tortícolis donde aumentan sus posibilidades de
conseguir el paralelismo ocular.
Otros cuadros como los atrapamientos musculares en las fracturas orbitarias,
también pueden presentar tortícolis por análogas razones.
En general, en los pacientes con visión binocular que por alguna razón no
pueden movilizar un ojo en una dirección, la cabeza adopta la posición más
favorable para la utilización conjunta de ambos ojos.
* Mejorar su agudeza visual:
(14)
Es el caso de los pacientes con nistagmo (figura 1) que adoptan un
tortícolis buscando colocar los ojos en la posición de menor batida del
nistagmo; es una de las patologías generadoras de los grandes tortícolis.
Otros pacientes adoptan un tortícolis para mejorar su agudeza visual en
defectos de refracción mal o no corregidos, blefaroptosis bilateral, etc.
* Hay un tercer grupo de pacientes,
que bien podría incluirse en el
segundo apartado, pero que reúne especiales características como para formar
un grupo aparte: son los tortícolis de los estrabismos esenciales (11), no
paréticos, que generalmente no tienen visión binocular, pero que están más
confortables fijando en una determinada posición.
El ojo dominante tiene también su patología, no es un ojo sano, existiendo
predominancia de determinados grupos musculares, y el paciente coloca la cabeza
para fijar ese ojo, en la posición idónea para él. Éste es el caso de las
endotropías congénitas que fijan en aducción, de una endotropía infantil que
fija en aducción con el ojo dominante (figura 4) y por tanto también en
situación binocular, etc. En la clínica estos tortícolis oculares son los
más frecuentes. En este mismo grupo pueden incluirse las tropías manifiestas
secundarias a plagiocefalia, donde el ojo dominante presente hiper o
hipofunción de algún músculo originada por el cuadro de base.
Figura 4. Tortícolis horizontal en el que fija el ojo derecho en
aducción o con la cara a la derecha, en un paciente con endotropía infantil
con el ojo derecho dominante.
En resumen, podríamos clasificar los tortícolis de origen ocular en
función de su objetivo, que puede ser:
1. Utilizar la visión binocular y/o evitar la diplopía o la supresión:
* Parálisis de los músculos extraoculares.
* Síndromes restrictivos tipo Brown, Duane, fibrosis iatrogénicas,
traumáticas, etc.
* Plagiocefalia con tropía latente o compensada.
* Fracturas orbitarias.
* Oftalmopatía tiroidea.
2. Mejorar la agudeza visual:
* Nistagmo.
* Spasmo nutans.
* Ptosis.
* Defectos de refracción.
* Apraxia oculomotora.
3. Confort y mejora de la agudeza visual en los estrabismos esenciales no
paréticos.
Después de la determinación de la ambliopía, la exploración del
tortícolis constituye el segundo eslabón en la valoración de un estrabismo.
Su constatación es fundamental en el planteamiento diagnóstico y terapéutico
correcto tanto de las alteraciones sensoriales (el paciente busca con el
tortícolis la mejor agudeza visual o la visión binocular), como de las
alteraciones motoras (el paciente busca la posición de menor nistagmus, puede
existir un desequilibrio de fuerzas en presencia de contracturas y/o
restricciones, cuando hay disfunción de los músculos oblicuos puede haber
síndromes alfabéticos, etc.)
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3.b. Tortícolis de origen no ocular
No todos los tortícolis son de origen ocular. Otras causas de tortícolis
incluyen:
* Patología musculoesquelética
(4, 9, 10, 15, 16, 17)
Este apartado incluye, sobre todo, patología del músculo
esternocleidomastoideo (pseudotumor, tortícolis muscular congénita), luxación
atlanto-occipital, plagiocefalia que condicione asociadamente un desarrollo
anómalo de la columna cervical, anomalías craneomandibulares, etc.
* Patología neurológica
(4, 12, 18, 19, 20, 21)
En este apartado destaca por su importancia el tortícolis ocasionado por
tumores de la fosa posterior, tumores de la médula espinal, etc. Pueden cursar
con una sintomatología tan ocular como la triada formada por epífora,
fotofobia y tortícolis.
* Otros tortícolis de etiología diversa
Aquí se incluye el tortícolis debido a hipoacusia unilateral (4), donde el
paciente adelanta el pabellón auditivo del oído sano, y el antiálgico del
síndrome de Sandifer o tortícolis adoptado para inhibir el reflujo doloroso de
la hernia hiatal, o el asociado a pneumomediastino (22), etc.
En resumen, el tortícolis no ocular puede tener un origen:
1. Musculoesquelético:
* Tortícolis muscular congénito.
* Pseudotumor del músculo esternocleidomastoideo.
* Luxación o subluxación atlanto-axial o atlanto-occipital.
* Plagiocefalia.
* Sinóstosis occípito-cervical.
* Síndrome de mal apoyo plantar.
* Síndrome cráneomandibular.
* Síndrome de Klippel Feil, etc.
2. Neurogénico:
* Tumores de la fosa posterior.
* Tumores intramedulares.
3. Otros:
* Hipoacusia unilateral.
* Síndrome de Sandifer.
* Pneumomediastino.
* Cosmético.
4. TORTÍCOLIS OCULAR
El tortícolis ocular es el objeto de este capítulo. Tal y como hemos
expuesto y fácilmente se deduce por su denominación, responde a la presencia
de alguna anomalía ocular.
En el caso del tortícolis torsional producido por la parálisis oculomotora
del IV. par craneal, el estudio de fotografías antiguas del paciente puede
evitar exploraciones de RMN o TAC.
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4.a. Importancia del tortícolis ocular
Queremos destacar los distintos aspectos por los que creemos que se debe
prestar una gran atención al tortícolis en la consulta de Oftalmología y,
especialmente, en la consulta de Motilidad Ocular.
* El tortícolis ocular es parte de la patología que presenta el paciente.
El paciente no sólo es estrábico, ambliope, o presenta una determinada
ametropía, sino que además, puede tener tortícolis, lo que constituye un dato
más del cuadro que el paciente padece.
* Presenta una alta incidencia.
* Su estudio nos va a ayudar a comprender el cuadro motor que estudiamos.
* A la hora de plantear el tratamiento quirúrgico, el tortícolis va a ser
un dato de gran importancia.
* Un tortícolis ocular sobre todo si se instaura en la infancia (5, 10) y si
se mantiene durante un tiempo suficiente, producirá a la larga deformidades
compensatorias musculoesqueléticas, preferentemente en la columna cervical, y
también faciales; así, un tortícolis torsional precoz y mantenido
condicionará, frecuentemente, hipoplasia de la hemicara del lado hacia el que
inclina la cabeza el paciente.
Por todo ello, aun cuando la exploración es más o menos compleja, debe ser
incluida, de forma rutinaria, en toda exploración de un paciente que acude a
consulta de Motilidad Ocular.
4.b. Incidencia del tortícolis ocular
No contamos con datos de otras estadísticas, pero en un estudio
retrospectivo realizado por nosotros sobre 500 pacientes que de forma sucesiva
habían sido remitidos a la consulta de Motilidad Ocular, un 35% de ellos
presentaba tortícolis objetivable, si bien no clínicamente relevante en todos
los casos.
4.c. Exploración del tortícolis ocular
A continuación vamos a explicar la sistemática que seguimos nosotros para
la exploración de un tortícolis en la consulta. Para un estrabólogo esto no
es nada nuevo, pero es preciso insistir en que es importante que una persona que
se inicia en la Estrabología, adopte su propia sistemática.
*
Observación durante la anamnesis de la actitud del paciente y de su
posición cefálica predominante así como de otros aspectos: tipo de
desviación, ojo dominante, etc.
*
Valoración del tortícolis en la visión lejana: Aprovechamos para
ello la determinación de la agudeza visual en los optotipos de visión lejana.
A la vez que tomamos la agudeza visual del ojo derecho y cuando el paciente
llega a los optotipos de máxima dificultad, observamos cómo coloca la cara, la
cabeza y el mentón, y lo anotamos. Cuando determinamos la visión del ojo
izquierdo hacemos la misma observación y anotación. Finalmente repetimos la
valoración y anotación en situación binocular.
Por ejemplo, en el caso del niño de la figura 5 anotaríamos:
Figuras 5a, b y c. Exploración del tortícolis en la visión lejana
fijando el ojo derecho, fijando el ojo izquierdo y en binocular.
— AV lejana:
• OD 1-OI 1
— Tortícolis:
• Fijando ojo derecho (FOD)
* Cara a la izquierda (CI) o fijación en abducción, 5.º
* Cabeza sobre el hombro izquierdo (CHI) o fijación en exciclotorsión, 15º
* Mentón a nivel
• Fijando ojo izquierdo(FOI)
* CI 5º
* M a nivel
• Binocular
* CI 10º
Cuando el paciente llega a los optotipos de máxima dificultad, va
incrementando su tortícolis hasta lo que probablemente sea su tortícolis
máximo, similar al que seguramente adoptan estos pacientes, especialmente los
niños, al mirar la televisión o cuando algo les llama la atención. Como tal
consideramos este dato, que generalmente es más acusado que su tortícolis
habitual; en eso se diferencian de los tortícolis musculares, donde la cuantía
del tortícolis no varía en función de la atención visual del niño, ni
disminuye en situación de reposo ni con el sueño.
Aconsejamos que esta exploración se realice rutinariamente en las diferentes
revisiones del paciente, ya que los tortícolis pueden sufrir modificaciones
tanto en su cuantía como en su carácter a lo largo del tiempo, o bien sin que
haya cambios básicos, manifestarse con distinta intensidad en diferentes
exploraciones.
Ésta es una forma subjetiva de valorar el tortícolis y desde luego no
exacta. La determinación objetiva se realiza con diversos instrumentos de
medida diseñados para ello, más o menos complicados, llamados
torticolímetros. Realmente son más objetivos en sentido estricto, pero tienen
el inconveniente de que, con la mayoría de ellos, el niño se siente observado
y, por ello, inmediatamente intenta corregir la posición cefálica.
La realización de fotografías (hechas por los padres o familiares del
paciente) nos permite obtener una información adicional, muy útil para evaluar
el estrabismo, así como la frecuencia, intensidad y variaciones de la
presentación del tortícolis.
|
El Dr. J.M. Rodríguez Sánchez sugiere como alternativa importante, la
digitalización de las imágenes y su medida posterior. Esta técnica consiste
en la grabación en vídeo del paciente durante la exploración, sin que éste
lo perciba y, posteriormente, por superposición de imágenes, realizar la
cuantificación del tortícolis, sobre todo en su componente torsional, en grados
de arco.
*
Valoración del tortícolis en la visión próxima: Cuando un
tortícolis tiene relevancia clínica, será conveniente, al menos en alguna
revisión, explorar el tortícolis en la visión próxima, con la misma pauta
que en la visión lejana: FOD, FOI y B. Sobre todo en los tortícolis producidos
por nistagmo, con alguna frecuencia la posición cefálica preferente en la
visión próxima es distinta a la que adopta el paciente en la visión lejana y,
a veces, es claramente opuesta.
*
Cuantificación con prismas: Es muy importante la valoración del
tortícolis con prismas. Esta cuantificación consiste en ver con qué potencia
y posición de prismas y colocados sobre qué ojo revierte el tortícolis
(figura 6). Esto ampliará nuestro conocimiento sobre el probable origen del
tortícolis.
Figuras 6a y b. Tortícolis horizontal en un paciente con nistagmo y
su neutralización con prismas.
*
Estudio de la relación que presenta el tortícolis con el cuadro motor
del paciente: De qué tipo es el estrabismo, cuál es el ojo dominante,
ducciones y versiones y cómo cuadra todo ello con el tortícolis que tiene el
paciente.
*
Valoración de las asimetrías faciales asociadas: En la exploración
del paciente estrábico debemos prestar atención a este aspecto tan frecuente y
anotar si presenta asimetría facial y/o asimetría de la hendidura palpebral.
No sólo los grandes síndromes malformativos, sino que también moderadas
asimetrías, como pequeñas hipoplasias de una hemicara que son muy frecuentes y
que pueden estar ocasionadas por cuadros menores no diagnosticados como la
plagiocefalia sinostótica (figura 7) por cierre precoz de una sutura coronal o
bien por mala posición uterina o en la cuna, pueden originar una posición
orbitaria y ocular asimétrica y la correspondiente rotación cefálica
compensadora. Otras veces, un tortícolis, de causa inicialmente ocular o
musculoesquelética, en el que el niño presenta torsión temprana y mantenida
de la cabeza sobre un hombro, va a determinar un desarrollo hipoplásico de la
hemicara correspondiente.
Figura 7. Asimetría facial con hipoplasia de la hemicara izquierda
en un paciente con plagiocefalia sinostótica leve.
*
Valoración de un nistagmo (figuras 1 y 2), que ya sabemos que con
frecuencia es la causa de los tortícolis de mayor severidad.
*
Anamnesis cuidadosa, incluyendo los antecedentes de prematuridad,
sufrimiento fetal o perinatal, partos distócicos, traumatismos a lo largo de la
vida, etc.
*
Estudio de fotografías de diferentes épocas de la vida, para
ayudarnos a determinar si el tortícolis existía entonces.
*
Estudio de una rigidez asimétrica del cuello (12-23). En el
tortícolis ocular en las primeras etapas de la vida, el cuello no presenta
rigidez porque el tortícolis no es permanente y no es de tipo restrictivo, a
diferencia de los tortícolis esqueléticos musculares puros, por eso el
tortícolis ocular suele ceder cuando los niños prestan menos atención y
durante el sueño. Cuando pasan los años en un tortícolis ocular, se establece
también un cierto grado de rigidez de forma permanente.
*
Durante el estudio del paciente, mantendremos una discreción absoluta
y no nos referiremos nunca al tortícolis como tal, pues sobre todo los niños,
al advertir que exploramos su posición cefálica, corrigen la posición y
enmascaran el cuadro.
4.d. El tortícolis ocular como herramienta de ayuda para el conocimiento del
cuadro motor del paciente
Recordando las causas del tortícolis ocular, un tortícolis nos habla de una
posición cefálica favorable para evitar la diplopía o para utilizar la
visión binocular en el caso de un músculo parético, o bien de una zona de
mejor AV en un nistagmo, que puede corresponder a su zona neutra o a su
posición de bloqueo, o en los estrabismos esenciales nos está hablando de la
presencia de grupos musculares hiper o hipofuncionantes, etc.
Si esto lo unimos al resto de la exploración del paciente, probablemente
encontraremos puntos de coincidencia entre las características del tortícolis
y el resto de la exploración, que nos ayudarán a conocer el cuadro.
Como ejemplo, observemos el niño de la figura 8, cuyos padres refieren que
presenta ocasionalmente elevación y desviación nasal del ojo izquierdo.
Figuras 8a, b, c, d y e. Paciente con una microendotropía del ojo
derecho dominante, hiperforia y predominio de los músculos exciclotorsores, con
un tortícolis leve de la cabeza sobre el hombro izquierdo y discreta hipoplasia
de la hemicara izquierda.
Exploración: En el cover test: 0º, +5º de endotropía, OD dominante (4).
Ambliopía media del OI. Bajo oclusión: hiperforia de AO, simétrica. Ducciones
y versiones: Elevación de AO en la posición diagnóstica de los músculos
oblicuos inferiores. Síndrome alfabético en «V». En situación binocular:
CHI 5º y leve asimetría facial con hipoplasia izquierda, secundaria al
tortícolis precoz.
El paciente presenta, probablemente, una endotropía de pequeño ángulo con
el ojo derecho dominante, hiperforia bilateral, descompensada a hipertropía
intermitente del ojo izquierdo, en relación con hiperfunción primaria o
secundaria de los músculos oblicuos inferiores, que condiciona el síndrome
alfabético en «V». En situación binocular presenta, con el ojo derecho
dominante en exciclotorsión por ese predominio de los músculos oblicuos
inferiores, tortícolis de la cabeza sobre el hombro izquierdo e hipoplasia leve
facial izquierda, secundaria a dicho tortícolis.
La solución no puede ser atender sólamente a la sintomatología de
hipertropía y endotropía del ojo izquierdo. En este caso es conveniente actuar
quirúrgicamente sobre ambos ojos, atendiendo al componente horizontal, pero
también debilitando la acción exciclotorsora y elevadora que está aumentada
en ambos ojos o reforzando la inciclotorsora y depresora.
El niño de la figura 9 tiene un hermano mellizo y ya en las fotos
correspondientes a los 9 meses de edad, se puede ver cómo va en el carrito con
la cabeza en esta posición, mientras que su hermano lleva la cabeza normal.
Hacemos la exploración completa, incluyendo el cover test, ducciones,
versiones, etc., que nos sugiere una paresia del músculo oblicuo superior del
ojo derecho. La exploración es congruente y también el estudio con prismas,
por lo tanto deducimos que el tortícolis se relaciona con los hallazgos motores
que encontramos en el niño.
Figuras 9a y b. Paresia congénita del músculo oblicuo superior
derecho y la exploración de su tortícolis con prismas.
4.e. Tortícolis ocular como dato de primordial interés a la hora de
plantear el tratamiento quirúrgico
No hemos explorado el tortícolis para olvidarlo, sino que lo hemos explorado
para contar con él a la hora de plantear el mejor tratamiento quirúrgico.
Vamos a considerar ahora qué tipo de estrabismo presenta el paciente:
horizontal, vertical, ambos, sentido de la desviación, cuantía, variabilidad
lejos/cerca y en distintas posiciones de la mirada, ojo dominante, síndrome
alfabético asociado, etc. En ese conjunto de hallazgos hemos de colocar como un
dato fundamental el tortícolis que el niño presenta, por los siguientes
motivos:
*
A la hora de corregir el estrabismo buscaremos la alternativa que a su
vez favorezca la mejoría o corrección del tortícolis.
*
Si no contamos con el tortícolis, podemos centrarnos en la corrección
del estrabismo pero no sólo no corregir, sino agravar el tortícolis.
* A veces, el tortícolis es el elemento más patológico del cuadro motor.
No es infrecuente encontrar estrabismos mínimos que no serían quirúrgicos per
se, que cursan con importante tortícolis que es preciso abordar
quirúrgicamente (figura 1).
Es importante constatar la presencia de un tortícolis junto con un síndrome
alfabético, pues sirve para conocer que puede existir fusión y cierto grado de
visión binocular, así como un componente de desequilibrio muscular.
|
La paciente de la figura 10 es un caso clásico de una endotropía infantil
que no ha sido intervenida. El ojo derecho es dominante y el izquierdo es
ambliope profundo. Parecería razonable plantear una cirugía de estrabismo
convergente sobre el ojo izquierdo, pero sólo con esa cirugía dejaríamos sin
abordar el importante tortícolis horizontal con la cara a la derecha que
depende del ojo derecho dominante. Por ello conviene repartir la cirugía entre
ambos ojos, incluyendo en ella un debilitamiento del músculo recto medio del
ojo derecho. La cirugía razonable que atendería tanto a la endotropía como al
tortícolis incluiría la recesión de ambos músculos rectos medios y la
resección del músculo recto lateral del ojo izquierdo. La ducción pasiva nos
confirmará probablemente también la rigidez de ambos músculos rectos medios,
no sólo del izquierdo, y apoyará la idea de debilitar ambos músculos a favor
de un tratamiento más global del cuadro.
Figura 10. Paciente adulta con una endotropía infantil no operada,
ojo derecho dominante y tortícolis horizontal con la cara a la derecha.
La niña de la figura 11 tiene una endotropía congénita que ha sido tratada
precozmente con la inyección de toxina botulínica en ambos músculos rectos
medios. Los padres nos dicen que el ojo derecho se desvía de vez en cuando
nasalmente y hacia arriba, pero que no observan nada más. Al explorarla se
objetiva una endotropía de pequeño ángulo y vemos que en situación binocular
y FOI, que es el dominante, lleva permanentemente la cabeza inclinada sobre el
hombro izquierdo. Del resto de la exploración se deduce que es una endotropía
residual con una DVD por hiperfunción de los músculos intorsores, a expensas,
fundamentalmente, de los músculos rectos superiores. El ojo izquierdo dominante
está en intorsión y la cabeza se inclina sobre ese hombro, para compensar. El
plan quirúrgico para esta niña no se limitará al ojo derecho, sino a ambos
ojos, reduciendo su intorsión, probablemente con un debilitamiento de ambos
músculos rectos superiores, sólo o asociado a otras técnicas.
Figura 11. Microendotropía del ojo izquierdo dominante, con DVD y
tortícolis de la cabeza sobre el hombro izquierdo por fijación del ojo
dominante en inciclotorsión.
En la figura 2 aparece un paciente con ambliopía profunda del OD y un
nistagmo en ambos ojos. El paciente no ve la posición de tortícolis que adopta
en el optotipo; sí sabe que ve la televisión con la cabeza sobre un cojín y
que le duele el cuello, pero habitualmente no adopta esta postura tan forzada.
Refiere que el OD se eleva y se desvía nasalmente y le molesta ese aspecto. El
tratamiento quirúrgico de este paciente debe realizarse también sobre el ojo
izquierdo, dominante, para intentar corregir la intorsión de este ojo, que
condiciona el importante tortícolis.
La niña de la figura 1 tiene un nistagmo en resorte que se bloquea
parcialmente con la mirada lateral derecha, lo cual le hace adoptar este
tortícolis, con giro de la cara hacia la izquierda. Está en ortotropía y
presenta ambliopía nistágmica moderada bilateral. En principio, si sólo nos
preocupa la tropía, esta paciente no sería candidata a cirugía, pero el
severo tortícolis que presenta aconseja por sí mismo la cirugía, a pesar de
los posibles resultados adversos que de ella pueden derivarse, como exotropía
consecutiva, tortícolis residual en mayor o menor grado, inversión del mismo,
etc.
4.f. Técnicas quirúrgicas para la corrección del tortícolis ocular
Los procedimientos quirúrgicos con las que abordaremos la corrección o
mejoría del tortícolis no difieren técnicamente de los recursos con que
contamos para la corrección del estrabismo.
Partiendo de la filosofía de que el tortícolis nos habla de una relativa
hiperfunción o hipofunción de determinados músculos extraoculares, y
relacionando esos hallazgos con el resto del cuadro estrábico del paciente en
el caso de que se le asocie tropía, adoptaremos el esquema de planteamiento
quirúrgico que más se adapte a la solución simultánea de ambos, eliminando
-en lo posible- aquellas soluciones que podrían mejorar uno de los dos
aspectos, por ejemplo la tropía, pero empeorar el tortícolis y viceversa.
Las técnicas quirúrgicas, por tanto, serán las clásicas de
debilitamiento: recesión, desplazamiento reglado, miotomía, miectomía,
Faden-operación, etc. o, en su caso, de refuerzo: resección, plegamiento, etc.
En los tortícolis torsionales pueden ser de utilidad otras técnicas, como
son los desplazamientos horizontales de los músculos verticales o los
desplazamientos verticales de los músculos horizontales, es decir rotar el ojo
como si de un volante se tratase. Por ejemplo, para un ojo en inciclotorsión
puede ser una solución, si no podemos acceder a otras técnicas o nos resultan
insuficientes, el desplazamiento de la inserción del músculo recto superior
hacia el lado nasal y el desplazamiento de la inserción del músculo recto
inferior hacia el lado temporal.
Los resultados quirúrgicos del tortícolis se encuentran en línea con los
del estrabismo, es decir, la respuesta es muy variable, probablemente por todo
lo que ignoramos acerca del mismo y también por su base de fracaso de
coordinación neurológica. De todos modos, en un estudio retrospectivo al que
previamente nos hemos referido, realizado por nosotros sobre 500 pacientes, 175
de los cuales presentaban tortícolis asociada o no a tropía, la comparación
del tortícolis residual en los pacientes operados respecto a los no operados
ofrecía unos resultados clínicos y estadísticos significativos a favor de los
pacientes intervenidos, habiendo contado en todos ellos, a la hora del
plantemiento de la cirugía a realizar, con el tortícolis más o menos
importante que el paciente presentaba.
A pesar de ello, entre los resultados desfavorables hay que contar con el
posible mantenimiento del tortícolis e incluso con un posible agravamiento o
inversión del mismo, bien sea por una respuesta paradójica o por un
planteamiento quirúrgico inicialmente incorrecto.
En definitiva, es preciso prestar atención al tortícolis de origen ocular
que gran parte de nuestros pacientes estrábicos presentan, porque esta
atención nos proporcionará beneficios importantes, tanto para conocer el
cuadro que el paciente presenta como, a la hora de la cirugía, para partir de
planteamientos más de acuerdo con la etiología del cuadro y aumentar las
posibilidades de mejorar integralmente el mismo, y no sólo exclusivamente lo
más llamativo como pueda ser la tropía con que se manifiesta.
Pensemos que hace tan sólo unas décadas, un estrabismo era probablemente
mejor tolerado socialmente que ahora. La mala tolerancia de un tortícolis
clínicamente significativo no es un problema del futuro sino del presente y
debemos esforzarnos por avanzar en la búsqueda de soluciones para el mismo.
Las técnicas que corrigen el tortícolis de origen ocular deben conseguir la
fusión, intentar buscar la visión binocular y corregir el desequilibrio
muscular, eliminando contracturas.
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