COMUNICACIÓN SOLICITADA

El láser de Argón en el tratamiento de tumores palpebrales benignos

Dres. Guerra González A1, Galarreta Mira D2, Carrasco Herrero B2, Manzanas Leal L2

Servicio de Oftalmología. Hospital Universitario de Valladolid. España.
(1)  Doctor en Medicina y Cirugía.
(2)  Licenciado en Medicina y Cirugía.


Introducción

La eliminación de los tumores palpebrales benignos se ha realizado clásicamente mediante la excisión quirúrgica. Pero existen también otras posibilidades terapéuticas como la crioterapia, aunque ha sido menos utilizada, debido a sus resultados menos previsibles (1). En la actualidad, los nuevos avances tecnológicos han permitido el desarrollo de nuevas técnicas para el tratamiento de estas lesiones de una manera mas rápida y sencilla. Así, nuevos láseres están apareciendo como alternativa a la cirugía de los párpados como el láser CO2 o el Erbium YAG (2,3).

No obstante, el láser de Argón, el más utilizado y conocido en Oftalmología, también tiene su utilidad en la oculoplástica. Su indicación más clásica y conocida ha sido la triquiasis, si bien con resultados dispares (4,5), pero también se puede emplear para tratar otras patologías, como por ejemplo, para la eliminación de los xantelasmas (6). Y últimamente se viene utilizando con probada eficacia para eliminar ciertos tumores benignos del párpado (7,8).

En este trabajo se estudia la eficacia del láser de Argón como una alternativa terapéutica para ciertos tumores palpebrales benignos, sobre todo aquéllos situados en el ángulo interno, próximos al punto lagrimal, y los de borde libre, de base sesil, en los que la cirugía en manos poco expertas puede causar el daño de las estructuras palpebrales .


Pacientes y métodos

Se incluyeron en el estudio 20 pacientes con tumores de aspecto clínico benigno localizados en el borde libre palpebral o a nivel yuxtacanalicular (tabla I). Todos aquellos tumores que podían plantear una duda diagnóstica de benignidad fueron rechazados y se les realizó cirugía para la obtención de anatomía patológica. También se excluyeron aquellos tumores que tenían una raíz muy profunda que pudiese implicar una lesión del tarso durante la fotocoagulación. Tampoco se incluyeron aquellos pacientes que tuviesen algún tipo de cicatriz patológica en su cuerpo ante la posibilidad de que se produjese una mala cicatrización de la lesión, ocasionando un mal resultado estético.

En 12 casos estaba afectado el párpado inferior y en 8 el superior. De los 20 casos tratados, 13 fueron mujeres y 7 varones. Lógicamente, en todos los casos, antes del tratamiento, se les realizó una exploración oftalmológica completa.

Previamente a la aplicación del láser se infiltró la zona a tratar con una inyección de 0,2-0,5 ml lidocaína al 2%. Sólo en dos casos se colocó un protector del globo ocular durante la fotocoagulación, ya que en la mayoría de los pacientes fue suficiente con la eversión del párpado para prevenir un posible daño en el globo.

El láser se aplicó directamente sobre la lesión hasta conseguir su eliminación completa. No se utilizó el láser como si se tratara de un bisturí o cauterio en ninguno de los casos. En los tumores de escasa pigmentación en los que la radiación no se absorbe bien al comienzo, se procedía a la tinción de su superficie con un rotulador negro, con lo cual se facilitaba dicha absorción y de esta forma los primeros impactos eran más efectivos.

El láser utilizado en los 10 primeros pacientes fue un clásico láser de Argón verde de longitud de onda de 514 nm y en los otros 10, debido a un cambio de equipo dentro del Servicio, se empleó un láser de estado sólido de Nd-YAG, el cual mediante un sistema óptico reduce su longitud de onda a 532 nm, actuando de manera similar al primero. Los parámetros del láser utilizados en ambos casos fueron un spot amplio de 1 mm, con una potencia que osciló entre los 0,25 y 0,8 W según las características del tumor y un tiempo de exposición largo de 1,5 sg. El número de impactos fue variable, oscilando entre 80 y 400, según las características del tumor, fundamentalmente su tamaño. En todos los casos se eliminó el tumor en una sola sesión.

Al finalizar la sesión no se aplicó ningún tratamiento y la «quemadura residual» se dejaba sin vendaje alguno. El paciente era visto al día siguiente y si no presentaba ninguna sintomatología se le revisaba a las 2 semanas, al mes y luego cada 6 meses.

 

Resultados

El tiempo de seguimiento osciló entre 6 y 18 meses. El tipo clínico de los tumores tratados ya se ha expuesto en la tabla I. Durante las sesiones de láser no hubo ninguna complicación.

Inmediatamente tras la laseraplicación, se podía apreciar en todos los casos en la zona fotocoagulada una quemadura de aspecto negruzco, y de extensión y profundidad variables según el tumor. Al día siguiente, el aspecto de la quemadura era similar, con leve-discreta reacción inflamatoria alrededor. A las 2 semanas, se apreciaba en algunos casos, en otros no, una pequeña costra, con una leve reacción eritematosa inflamatoria alrededor. Al mes, en todos los casos la inflamación había desaparecido y se había restituido la normalidad anatómica (figs. 1 a 9). En ningún caso se han producido recidivas.

f02-01.jpg (11464 bytes) Fig. 1

f02-02.jpg (12694 bytes) Fig. 2

f02-03.jpg (11680 bytes) Fig. 3

En los días siguientes al tratamiento, el único síntoma que quejaron algunos pacientes, 6 casos, fue algo de prurito en el área tratada que desapareció espontáneamente a medida que cicatrizaba la lesión. Como única complicación aparecieron 2 casos de conjuntivitis foliculares, que se presentaron al día siguiente del tratamiento (figs. 5 y 6), y que cedieron en pocos días con tratamiento tópico con ketorolaco.

f02-04.jpg (10851 bytes) Fig. 4

f02-05.jpg (11492 bytes) Fig. 5

f02-06.jpg (8136 bytes) Fig. 6

Como efectos secundarios, en 6 casos se pudo observar en la zona tratada una discreta dispersión de pigmento, aunque tan sólo apreciable con la lámpara de hendidura. En 5 casos en los que la tumoración englobaba los folículos de las pestañas se produjo la pérdida de algunas de ellas. En ningún caso apareció triquiasis secundaria. En los casos de tumores quísticos yuxtacanaliculares no se produjo ninguna alteración en la vía lagrimal.

f02-07.jpg (7526 bytes) Fig. 7

f02-08.jpg (9131 bytes) Fig. 8

f02-09.jpg (11505 bytes) Fig. 9

En todos los casos el aspecto estético final del párpado y la satisfacción por parte del paciente fueron excelentes.

 

Discusión

La extirpación quirúrgica es el tratamiento convencional de los tumores benignos del párpado. Pero el desarrollo tecnológico y la experiencia de los dermatólogos ha impulsado el empleo en el campo de la oculoplástica de una serie de láseres para tratar diversas patologías, con fines funcionales y/o estéticos. Entre los más recientes y eficaces se encuentran los de CO2 y el Erbium YAG (2,3). El inconveniente de estos láseres es que son caros y requieren una cierta experiencia en su manejo.

Sin embargo, el láser de Argón, utilizado en Oftalmología desde hace bastante tiempo, y que goza de la ventaja de una mayor accesibilidad y facilidad de manejo, también ha demostrado su utilidad a nivel palpebral. Su principal indicación ha sido en el tratamiento de las triquiasis, si bien con resultados muy dispares (4,5). Otra indicación relativamente reciente, aunque con limitaciones, ha sido la eliminación de xantelasmas (6).

De igual forma, se ha empezado a utilizar para erradicar tumores benignos a nivel palpebral (7,8). En estos casos el láser de Argón se puede emplear de dos formas. En la primera, el láser actuaría como un «bisturí o cauterio», cortando la base de la tumoración y obteniendo así la pieza, que podría ser analizada histológicamente. Actuando de esta forma, su uso quedaría limitado prácticamente a tumoraciones muy pediculadas. Pero también puede actuar aplicándose sobre toda la superficie y profundidad de la tumoración, la cual a medida que se va fotocoagulando va siendo progresivamente eliminada. Además, la superficie carbonizada queda esterilizada por el calor y cicatriza rápidamente sin necesidad de ser tapada. El hecho de que mediante este sistema se destruya la tumoración obliga a tener una absoluta certeza en el diagnóstico de benignidad de las lesiones, ya que no se obtendrá tejido para analizar. En caso de duda no se debe realizar esta técnica o bien se debe obtener una biopsia previa, en cuyo caso, salvo que ésta sea del tipo «punch-biopsia», ya compensa más la extirpación quirúrgica de toda la lesión.

Es precisamente de esta segunda forma como se ha utilizado el Láser en nuestro estudio. Y por eso se han incluido tumoraciones a nivel del borde libre no pediculadas, más bien sesiles, y tumoraciones a nivel yuxtacanalicular, principalmente de naturaleza quística. Este segundo tipo de lesiones representa la indicación ideal, ya que suelen ser quistes muy cercanos a los canalículos y en los que la cirugía, sobre todo en manos poco expertas, puede dañar irreversiblemente la vía lagrimal. Por el contrario, con el láser se puede controlar muy bien la profundidad hasta la que se coagulan los tejidos y evitar así dañar el canalículo.

En el caso de los tumores de borde libre de base amplia y sesil, con la cirugía clásica puede ser necesario un afeitado grande de la lesión o la extirpación de una pieza de espesor total del párpado, la clásica cuña, los cuales tienen un mayor riesgo de secuelas del tipo de muescas, retracciones, etc. con resultados funcionales y/o estéticos poco satisfactorios. Por el mismo sistema de actuación, esta técnica podría emplearse en otras tumoraciones del párpado no localizadas en el borde libre, pero no parece que a ese nivel ofrezca mayores ventajas que la cirugía convencional.

Entre las posibles complicaciones que pueden aparecer, la más frecuente es la alteración pigmentaria de la superficie tratada, sobre todo las hipopigmentaciones (8), y por eso esta técnica estaría absolutamente contraindicada en las personas de raza negra. En nuestra serie, estas alteraciones pigmentarias también fueron el hallazgo más frecuente, seis casos, si bien se trató en todos ellos de una discreta dispersión con puntos de hipo e hiperpigmentación, no visibles a simple vista y que tan solo se apreciaban en la lámpara de hendidura.

Al igual que con la cirugía convencional, con este tratamiento también pueden perderse algunas pestañas o desarrollarse una triquiasis secundaria, si bien esta circunstancia depende más bien del tipo de tumor, de su localización y profundidad, que de la técnica empleada. En nuestra serie hubo cinco casos en los que se apreció pérdida de algunas pestañas pero ningún caso de triquiasis. Tampoco hubo ningún caso de alteración de la anatomía normal del párpado en forma de ectropión, entropión o muescas palpebrales.

Como complicaciones inmediatas al tratamiento se produjeron dos casos de conjuntivitis aguda, de etiología poco clara, bien de carácter vírico, tal como se ha descrito en la literatura (8) o más probablemente de carácter irritativo tras el paso al fondo de saco conjuntival de material superficial de la quemadura. En cualquier caso su evolución y curación fueron rápidas.

En la bibliografía dermatológica también se encuentran recogidos algunos casos de cicatrices hipertróficas o queloideas tras la aplicación del láser argón (9), si bien estos casos están probablemente más relacionados con el proceso de cicatrización del propio paciente que con el tipo de técnica utilizada. En nuestra serie no hubo ningún problema de este tipo si bien se habían excluido todos aquellos pacientes que pudieran plantear algún tipo de duda en este sentido.

En definitiva, el empleo del láser de Argón ofrece, en casos seleccionados, una serie de ventajas sobre la cirugía. Se trata de una técnica de ejecución sencilla y rápida, que se puede realizar en la consulta, reduciendo gastos y disminuyendo listas de espera. Este tipo de Láser, por otra parte, es un instrumento de fácil accesibilidad en general para cualquier Oftalmólogo, con el que la mayoría de ellos suele estar bien familiarizado. Y finalmente, hay que reseñar otra ventaja más psicológica que real, y que es el hecho de que con esta técnica el paciente evita el quirófano o el acto quirúrgico clásico. Y los pacientes cuando escuchan la palabra Láser piensan, aunque no siempre con razón, que se trata de una terapia más avanzada, más efectiva y con menores riesgos, con lo cual la aceptan mejor.

En conclusión, el tratamiento con láser de Argón de ciertos tumores benignos supone una alternativa eficaz, rápida y sencilla, con muy escasos riesgos y que ofrece unos resultados estéticos muy satisfactorios tanto para el médico como para el paciente.

 

Resumen

Objetivo. Estudiar la eficacia del láser Argón en el tratamiento de la patología tumoral palpebral benigna.

Pacientes y métodos. Se trataron 20 pacientes con tumores de aspecto clínico benigno localizados en el borde palpebral o a nivel yuxtacanalicular. Tras infiltración anestésica, se procedió a fotocoagular la lesión con láser de Argón. El tiempo de seguimiento osciló entre 6 y 18 meses.

Resultados. En todos los casos se consiguió en una sola sesión la eliminación completa de las lesiones, sin alteraciones anatómicas y con resultados estéticos plenamente satisfactorios. No aparecieron recidivas durante el período de seguimiento. La única complicación fue la aparición en dos casos de conjuntivitis folicular que desaparecieron en pocos días con tratamiento tópico con ketorolaco. En 6 pacientes se observó una discreta dispersión de pigmento en el área tratada, visible únicamente en la lámpara de hendidura.

Conclusión. El láser de Argón es una alternativa terapéutica eficaz en ciertos tumores benignos del párpado, siendo una técnica sencilla, rápida, accesible y barata.

 

Palabras clave

Láser de Argón, tumores palpebrales benignos, quistes yuxtacanaliculares.

 

Summary

Purpose. To study the efficacy of Argon laser therapy in the treatment of benign tumors of the eyelids.

Patients and methods. Twenty patients with benign tumors located in the eyelid margin or closed to the canaliculus were treated. After infiltration of local anesthesia, the lesions were fotocoagulated with the Argon laser. Follow-up time was 6 to 18 months.

Results. The tumors were completely removed in all cases in only one laser sesion, without anatomic sequelae and with satisfactory aesthetic results. No recurrences appeared during the follow-up. As complications, there were two cases of folicular conjunctivitis that were treated with topic ketorolac. In six cases, a mild pigment dispersion was observed in the treated area but only visible with the slit lamp.

Conclusion. Argon laser is an effective therapy to treat and remove some benign tumors of the eyelids. Its main advantages are easy availabilility and simplicity to perform it, not expensive and relatively comfortable for the patients.

 

Key words

Eyelid argon laser, benign eyelid tumors, yuxtacanalicular cysts.


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