HISTORIA Y HUMANIDADES


Lágrimas de cocodrilo.
Parte I: El cocodrilo

MURUBE J1, ESTEBAN M2, MURUBE C1

(1) Catedrático de Oftalmología de la Universidad de Alcalá. Jefe de Servicio del Hospital Ramón y Cajal. Madrid.
(2) Ex-Presidente de la Sociedad Ergoftalmológica Española.
(3) Estudiante de la Universidad Francisco de Vitoria.

Prima ti manciu, dipoi ti chiànciu
(Primero te devoro. Después te lloro)
Proverbio siciliano


Hace 65 millones de años, en la era mesozoica, se cree que un gigantesco meteorito cayó sobre el Yucatán y sumió al mundo en una neblina que cambió su climatología y con ello el inestable equilibrio de las especies animales. Los saurios, que tenían un extraordinario desarrollo en aquella época, quedaron casi eliminados. Algunos pudieron sobrevivir y dieron lugar a las 23 especies de cocodrilo que ahora existen. Al mismo tiempo, los mamíferos comenzaron a tener un gran desarrollo, y millones de años después dieron lugar a diversos humanos, de los que sólo sobrevive una especie. En el genodendron de las especies animales, los cocodrilos están filogenéticamente más cerca de las aves, que de los mamíferos. Entre nuestras relaciones mutuas cocodrilos/humanos, una muy curiosa es la de las llamadas «lágrimas de cocodrilo».


Fig. 1.
Figura. Cabeza de caimán: (a) aspecto natural. (b) huesos de la cabeza. Radiografías señalando el trayecto del ductos lacrimo-nasalis en proyección (c) vertical y (d) lateral (cortesía del Dr. Weil-Schneider).

Las primeras noticias pictográfica que tenemos en las que el hombre se refiere al cocodrilo son algunos símbolos del cocodrilo, grabados por hombres de las culturas del Nilo de hace 6 mil años. Las primeras noticias fonográficas sobre el cocodrilo en nuestro mundo indoeuropeo corresponden a Herodoto (1), quien en el siglo 5 a.J. escribió en su «Historia» que el cocodrilo del Nilo «… siendo cuadrúpedo es anfibio… Nace de un huevo tan pequeño como el del ganso, y de este huevo sale un pequeño cocodrilo que después llega a medir 18 codos. Los egipcios le denominan champsai, pero sus compatriotas griegos pasaron a denominar crocodilos , porque se parece a un lagarto de forma parecida aunque de tamaño mucho menor, que existe en Jonia, al que los griegos jonios denominan crocodilo». En griego jonio cocodrilo significa «que teme el azafrán» (de krókos, azafrán, y deilós, temeroso). Una comparación parecida ocurrió dos milenios después, en América, cuando los españoles vieron los saurios de Florida, y por su parecido con el lagarto ibérico, los denominaron «el lagarto», lo que ha dado lugar al moderno término angloamericano «alligator» y a su nombre científico Alligator mississipiensis.

¿Cuándo aparece la cita de que el cocodrilo derrama lágrimas para cazar o al comer a una presa humana o de otra especie animal? Son muchos los autores (2-4) que dicen que el militar e historiador romano Plinio el Viejo (5) escribió en el siglo 1 dJ en su libro Naturalis Historia 5 que los cocodrilos derraman hipócritas lágrimas cuando devoran a sus víctimas, pero en el Libro 8, capítulo 25 donde se refiere ampliamente al cocodrilo, no hace referencia a las posibles lágrimas de este animal: «Los cocodrilos son pestilentes… Persiguen a los que huyen de ellos, pero huyen de quienes les persiguen… Ven poco en el agua, y mucho fuera de ella… Los delfines que suben el Nilo tienen una espina en la espalda con la que abren el vientre de los cocodrilos que les impiden la caza, pues tienen el vientre muy blando…Viven muy larga vida, y crecen sin parar mientras viven …». Plinio narra bastantes cosas sobre los cocodrilos, pero nada hemos podido encontrar sobre lágrimas. La primera referencia que hemos hallado que relaciona al cocodrilo con el derramamiento de lágrimas es la de Claudio Eliano (6), un escritor romano que en el siglo III escribió en griego —la lengua cultural de aquella época en el mediterráneo— que «los egipcios ombitas veneran a los cocodrilos como los griegos hacen con sus dioses olímpicos; y cuando los cocodrilos cazan a alguno de sus hijos, los padres se alegran extraordinariamente, y las madres de los desdichados niños están contentas y caminan orgullosas de haber engendrado hijos que sirven de comida a un dios. Pero que por el contrario, los egipcios apolonopolitas cazan con red a los cocodrilos, los cuelgan de un árbol y los azotan y magullan mientras los cocodrilos gimen y lloran. Finalmente los descuartizan y comen». Este comentario indica que el cocodrilo tiene la facultad de derramar lágrimas emocionales, lo que hoy se sabe no es cierto. En cualquier caso parece indicar que los cocodrilos derraman lágrimas de dolor o de miedo, pero nada dice de lágrimas de hipocresía y engaño. En otro lugar añade que «el cocodrilo es tan astuto que en algunos sitios derrama por su boca abundante agua, de forma que cuando por allí pasan animales u hombres, pueden resbalar, y entonces, saliendo de su escondite se precipita sobre ellos».

Durante la Roma clásica republicana e imperial no encontramos cita de lágrimas de cocodrilo ni referidas a lágrimas de petición de ayuda ni referidas a lágrimas voluntarias de engaño o de otro tipo. Ni siquiera existía el término «lágrimas de cocodrilo». Cuando los romanos se referían a lágrimas de engaño o hipocresía decían «derramar lagrimitas» (lacrimulae) (7-9).

Durante la Alta Edad Media, la enciclopedia más completa de la época fue las «Etimologías» de Isidoro de Sevilla (10) quien, por la naturaleza acuática del cocodrilo lo incluyó en su sección «De piscibus»: «El cocodrilo se llama así por su color crocco o amarillo. Se cría en el Nilo… es cuadrúpedo de 20 codos de longitud… es tanta la dureza de su dorso que no siente el golpe de una piedra tirada con toda la fuerza… pero puede ser muerto por un pez que tiene una sierra con la que abre las partes tiernas de su vientre». San Isidoro explica algunas otras peculiaridades del cocodrilo, pero nada dice sobre lágrimas.

Es en la baja Edad Media cuando leemos por primera vez que el cocodrilo es capaz de derramar lágrimas de hipocresía. La cita corresponde a Bartholomaeus de Glanville (11), también apodado «el Ánglico», que fue un monje franciscano, francés pese a su sobrenombre. Este autor escribió hacia 1250 sobre las ciencias naturales y físicas entonces conocidas, introduciendo en la Europa de su tiempo muchos aspectos de la obra de Isidoro de Sevilla y del saber greco-árabe. Expuso que «si el cocodrilo encuentra un hombre a la orilla del río o en un peñasco, lo mata si puede, después llora sobre él, y finalmente lo devora». Casi en la misma época, en 1284, el florentino Brunetto Latini (12) escribió en francés antiguo que «el cocodrilo es un animal de 4 patas , de color amarillo. Nace en el río Nilo, que riega toda la tierra de Egipto. Es muy grande, y mide más de 20 pies. Está armado de grandes dientes y grandes uñas. Su cuerpo es tan duro que no sentiría los golpes de las piedras. Durante el día vive en tierra, donde el río no pueda llegar a él. No tiene lengua. Es el único animal del mundo que mueve la mandíbula de arriba, y no la de abajo. Si mata a un hombre, lo come llorando».

Dos generaciones después, en 1343, Juan Ruiz (13), arcipreste de Hita (Toledo) —nacido en Alcalá, no se sabe si de Henares (Madrid) o La Real (Jaén)—, escribió sobre las lágrimas de cocodrilo. Parece ser que el arcipreste pasó unos 6 años en prisión por orden del arzobispo de Toledo, tal vez por su vida amorosa, que no obstante narra alegremente en su Libro del Buen Amor, presuntamente escrito durante su encarcelamiento. En dicha obra, llena de humanidad, es la primera vez que encontramos la transposición simbólica de las lágrimas de engaño del cocodrilo a las lágrimas de engaño en el ser humano. Allí escribió:

«Si más que una codorniz la astuta urraca no hablara,
No la colgaran en plazas, ni la risa suscitara.
Lágrimas de cocodrilo no sirven en vuestra cara,
Pues cual Don Melón Ortiz, otro cualquier hombre hablara.»

Una generación después, Jean de Mandeville (14) escribió que «en Ceilán hay cocodrilos que son serpientes amarillas rayadas, con 4 pies y uñas, y cuando andan sobre la arena dejan un rastro como si se hubiese arrastrado un tronco». Y más adelante, que… «en muchos lugares de India hay cocodrilos , una especie de largas serpientes, que matan hombres y después se los comen llorando». Se cree que Jean de Mandeville fue un noble franco-normando, que tras matar en Inglaterra a otro noble hubo de huir a Lieja, donde trabajó durante 40 años como médico, oculto bajo el pseudónimo de Jean de Borgogne. Circa 1370 escribió en francés medieval «Viajes», que enseguida se tradujo al latín y al inglés. Esta obra se inicia como una guía para peregrinos a Jerusalén, y continúa con un itinerario por Egipto, Asia Menor, Persia, y China. En algunas de sus ediciones no se encuentra esta referencia a los cocodrilos, pues los libros manuscritos se copiaban a pluma, produciéndose múltiples variantes voluntarias o involuntarias, por lo que prácticamente nunca se dan dos copias iguales. Hoy se cree que los «Viajes» de Mandeville son una recopilación de otros escritores y de invenciones propias, y que los pudo haber escrito sin haber salido nunca de Lieja.

En la Edad Moderna la expresión de «lágrimas de cocodrilo» como manifestación simbólica de lágrimas fingidas de pena se extendió ampliamente. Así, el esclavista y pirata John Hawkins (15) escribió en 1565 que el cocodrilo «cuando quiere hacer una presa, llora y lagrimea como un cristiano para atraerla, y entonces la captura». Marlowe (15) publicó en 1587: «Igual que el gran cocodrilo egipcio / deseando su presa, con lágrimas artificiales / y simulado llanto, agudiza su sutil lengua / para atrapar al incauto viajero errante»; Spenser (17) escribió en 1590: «Como cuando un fatigado viajero / por la fangosa orilla del ancho Nilo de siete bocas / encuentra un cruel y taimado cocodrilo / que con falsa aflicción, ocultando su dañina estratagema / llora con fingida pena y derrama tiernas lágrimas»; y Shakespeare (18) en 1604 «Si … produjese lágrimas de mujer / cada gota que ella derrama sería como la de un cocodrilo».

El naturalista Topsell (19) escribió en 1607: «No hay muchas bestias capaces de llorar, pero tal es la naturaleza del cocodrilo, el cual para cazar a un hombre solloza, gesticula y llora como si estuviese in extremis, pero súbitamente lo mata». Y el toledano Sebastián de Covarrubias (20) señaló en 1611: «Cocodrilo es un término corrompido derivado de crocodilo. Es una especie de lagarto que se cría en el río Nilo. Es anfibio, que vive en el agua y en la tierra… Tiene un fingido llanto con que engaña a los pasajeros que creen que es una persona humana afligida y necesitada, y cuando ve que llegan cerca de él, los acomete y mata en la tierra … El cocodrilo, con el mote de plorat et devorat significa la ramera que con lágrimas fingidas engaña al que atrae a sí para consumirle». Jerónimo de Huerta (2) (1624) manifestó que cuando el cocodrilo ve un hombre suele «echar lágrimas, y llegando cerca tragársele, de do viene el refrán que se dice "las lágrimas de cocodrilo" contra los que debajo de fingida piedad, comen y despedazan a sus prójimos».

En los siglos siguientes hasta el presente siguió manteniéndose la correlación entre las lágrimas de cocodrilo y las lágrimas de los humanos que simulan pena con finalidad de engaño. Frecuentemente los autores no determinan qué quieren expresar por llorar, si sólo derramar lágrimas, y/o también los gemidos y gestos faciales del lloro. En todas las lenguas el término «llorar» es confuso a este respecto, y su significado ha cambiado según la época, el autor o la situación en que se desarrolla.

Las citas antiguas sobre «lágrimas de cocodrilo» como simulación pueden interpretarse con dos significados distintos: El primero es llorar para enternecer a una persona y así atraerla y una vez conseguido esto, matarla (2,17-21). El segundo es bastante distinto y expresa matar a una víctima, y después cuando ésta está siendo devorada, llorar, posiblemente para similar un dolor que no se siente (11,12,14). En este último caso, el llorar también podría haber sido interpretado como el cumplimiento del deber vital de comer y sobrevivir, combinado con el sentimiento de dolor que inevitablemente se ha producido a la víctima, pero no hemos encontrado ningún escrito que lo interprete así.

Los cocodrilos son saurios que han variado poco morfológicamente en los últimos millones de años, por lo que son considerados fósiles vivientes. Eran vertebrados que hubieron de desarrollar glándulas y vías lacrimales cuando se formaron en el medio terrestre. Cuando pasaron a vivir gran parte de su tiempo en el agua debieron readaptarse a este medio, pero no perdieron sus glándulas lacrimales, sino que las adaptaron a sus nuevos usos. El cocodrilo actual tiene 3 tipos de dacrioglándulas: Unas glándulas lacrimales acuoserosas, no muy grandes, situadas en el fórnix conjuntival cerca del reborde orbital superior. Una fila de glándulas de Harder, muy desarrolladas y grandes, de secreción lípida, situadas entre la membrana nictitante y el globo ocular, y cuya función parece ser la lubricación del movimiento de esta membrana sobre el ojo. Y finalmente, unas glándulas acinosas situadas en el fórnix conjuntival inferior (22-26).

La explicación anatómica y fisiológica de las lágrimas reflejas del cocodrilo no está aún bien aclarada. La secreción lacrimal lípida del cocodrilo sirve para lubricar el cierre de la membrana nictitante. La secreción lacrimal acuoserosa no parece que se vierta directamente a la superficie ocular para facilitar su metabolismo y la visión, sino que pasa directamente al conducto lacrimo-naso-oral con el fin de lubricar los alimentos en la boca y facilitar su deglución (22,24). Por otra parte, la estimulación de la superficie ocular del cocodrilo con sal y cebolla no ha demostrado que produzca hiperlacrimación refleja (24). La estimulación emocional queda descartado que exista por las características psicoemocionales del cocodrilo y por la carencia de capacidad de interpretación y comprensión de los animales habituales de su entorno.

Parece, pues, que la tradición de las lágrimas de cocodrilo es una leyenda mítica sin correspondencia real. El orensano Padre Benito-Jerónimo Feijóo (27) escribió en 1769 que «no tiene fundamento alguno lo que se dice del simulado llanto del cocrodilo. Paulo Lucas, en la relación del viaje que hizo costeando el Nilo, dice que vio muchos cocrodilos y oyó su voz, la cual se parece mucho a los aullidos del perro cuando los irrita el estrépito de las campanas. ¿Qué semejanza puede tener esto con los gemidos humanos, los cuales dicen finge el cocrodilo, para que el incauto pasajero, juzgando que va a socorrer a un afligido, se meta en la emboscada donde le espera aquel bruto?». Los científicos contemporáneos (24,28) son de igual parecer en cuanto a negar la existencia de hipersecreción lacrimal intencional en el cocodrilo.


BIBLIOGRAFÍA


  1. Herodoto. Historias. Libro II (Euterpe). Capítulo 69. 5th cent aJ.

  2. Huerta G de. Historia Natural de Cayo Plinio Segundo, ampliada con anotaciones. Madrid: Sanchez. 1624, página 389.

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  4. Spiers ASD. Syndrome of «crocodile tears». Pharmacological study of a bilateral case. Brit J Ophthalmol 1970; 54: 330-334.

  5. Plinius Caius Secundus Major (Pliny el Viejo). Naturalis historia. Siglo I.

  6. Claudio Eliano. Historia animalium. (Siglo III). Liber X (original en griego).

  7. Terencio PA. Eunuchus, 67. Anno 161 aJ.

  8. Cicerón MT. Pro Plancio. Capítulo 31, párrafo 76. Año 54 aJ.

  9. Cátulo CV. Poema 66, verso 16. Año circa 50 aJ.

  10. Isidoro de Sevilla. Etymologiae. Libro XII, 19, 20. Año 636.

  11. Bartholomaeus de Glanville (o Anglicus). De proprietatibus rerum Circa 1230-1250.

  12. Brunetto Latini. Li livres dou Trésor (Los libros del tesoro). 1264.

  13. Ruiz J. Libro del Buen Amor. Estrofa 881. Año 1343. Version of Malaxecheverria I. Fauna fantástica de la península ibérica. San Sebastián: Ed Kriselu 1991, página 201.

  14. Mandeville, Jean de. Voyages (Viajes). Lieja. circa 1366-1371.

  15. Hawkins J. 1565. Citado por M. Quinion. Crocodile tears. Web.

  16. Marlowe C. Tamburlaine the Great. 1587-8. Citado por Walker M. Edmund Spenser. The man on the stair. 2000. Web.

  17. Spenser E. The Faerie Queene. 1590, Canto V, estrofa 18.

  18. Shakespeare W. Othello. 1604. Acto IV, Escena 1.

  19. Topsell E. The History of Four-Footed Beasts and Serpents and Insects. London: Printed by William Iaggard, 1607.

  20. Covarrubias S. Tesoro de la lengua castellana o española. Madrid: Impr Luis Sánchez. 1611. cocodrilo. página 330.

  21. Terreros E. Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes, y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina é italiana. Madrid: Vda Ibarra. 1786. Tomo I. página 553.

  22. Rathke C. Untersuchungen über die Entwickelung und der Körperbau der Krokodile. Braunschweig. 1866.

  23. Leydig F. Ueber die Kopfdrüsen einheimischer Ophidier. Max Schultze’s Arch mikr Anat 1873; 9: 598-652.

  24. Johnson GL. Contributions to the comparative anatomy of the reptilian and the amphibian eye, chiefly based on ophthalmological examination. Philos. Trans Roy Soc London, Series B, 1927; 215/216: 315-353.

  25. Reese AM. The alligator and its allies. Landesville, PA:Arment Biological Press. 2000. Capítulo IV. The nervous system. Special sense organs.

  26. Schwab IR, Brooks DE. He cries crocodile tears … . Br J Ophthalmol 2002; 86: 23.

  27. Feyjoó BG. Teatro Crítico Universal. Madrid: Impr. Ibarra 1769. Vol II, página 47, párrafo 57.

  28. Duke-Elder S. System of Ophthalmology. Vol I. The Eye in Evolution. London: Kimptom. 1958. página 379.