HISTORIA Y HUMANIDADES


Las primeras representaciones del ojo en la prehistoria

MURUBE I1, MINGO D2, CAMBLOR M3, DEL CASTILLO M4, ESTEBAN M5, MURUBE J6

(1) Doctorando en Investigación de Antropología Forense. Universidad Complutense.
(2) Residente de Oftalmología. Hospital Ramón y Cajal.
(3) Estudiante. Colegio Mirasierra.
(4) Investigador y miembro del Consejo General de Caza de Asturias.
(5) Ex-jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Militar del Aire, de Madrid.
(6) Ex-jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Militar de Las Palmas.


PREHISTORIA

Hace 2,5 millones de años surgió en África, procedente del Australopithecus, que era preferentemente forestal, el Homo habilis, el primer hombre, que era preferentemente de sabana. Nuestro antepasado el Homo habilis, bípedo que vivía en pequeños grupo, empezó a utilizar herramientas como palos y astas de animales, y a hacer rudimentarias tallas de piedra golpeada para crearles filo y poder así cortar carne y ramas. La creación de utensilios de piedra (sílex, obsidiana) cada vez más perfectos ha servido a los paleontólogos para dividir el desarrollo cultural de nuestros antepasados en un período paleolítico inferior (2.500.000-200.000 Bajo el Presente o Before Present), un paleolítico medio (200.000-40.000 BP) y un paleolítico superior (40.000-10.000 BP).

Aquellos primeros humanos del paleolítico inferior, con un contenido encefálico de unos 800 ml, emitía sonidos que podían expresar elementales deseos o emociones, pero no hablaba, y en su incipiente desarrollo intelectual, ni grabó ni pintó figuras, y por tanto no hizo representaciones del ojo.

Hace millón y medio de años, probablemente de una rama del Homo habilis, emergió el Homo erectus, con contenido craneal de 850-1.100 ml. Inició la caza organizada, hizo campamentos elementales, empezó a hacer utensilios y herramientas sencillas, como lanzas y hachas, y se sospecha que ocasionalmente controló y utilizó el fuego originado naturalmente (cueva de Swartkrans, Africa del Sur), fuego que aún tardó casi un millón de años en quedar inseparablemente unido a su cultura, y que ya incorporaron definitivamente todos los Homo hace 250.000 años.

Hace más de un millón de años, el Homo erectus salió de África y comenzó a extenderse por Asia y Europa. En milenios posteriores estos grupos euroasiáticos originaron diversas especies y subespecies de Homo (H. antecessor, java, pekinensis), que poco a poco desarrollaron cierta capacidad de pensamiento simbólico y de elemental representación artística, pero que seguían sin hacer ni petroglifos ni pictogramas, ni por tanto imágenes del ojo (2,5,17). Sus primeros restos encontrados son el Homo antecessor, encontrado en Atapuerca (3,5),que ya probablemente poseía una civilización asociada al manejo controlado del fuego, y del que no se sabe si descendió el H. neanderthalensis. Estas ramas euroasiáticas fueron extinguiéndose.

Durante el paleolítico medio (200.000-40.000 BP) el Homo erectus de África dio una rama que hace 200.000 años evolucionó a la especie Homo sapiens. Tenía una capacidad craneal de 1.100-1.400 ml. Por esa época usaba ya el arco, la flecha y el arpón , y le era habitual el uso del fuego. Tenía una capacidad de expresión verbal pobre, reducida a fonemas representativos de objetos y situaciones de su circunstancia, pero no suficiente para expresar pensamientos complejos o mantener conversación. Tampoco era capaz de diseñar grafismos u objetos figurativos.

Hace 120.000 años, el Homo sapiens se extendió fuera de África, y hace 100.000 alcanzó ya Oriente medio, aproximadamente al tiempo que desaparecía el Homo erectus de Java. Entre hace 100.000 y 50.000 años el Homo sapiens se fue diversificando en razas origen de las actuales, principalmente como adaptación a los climas que ocupaba.

El Homo sapiens tenía expresiones fónicas, que fue mejorando lentamente, y el lenguaje estructurado, en continuum de expresiones sintácticas no se alcanzó, aunque fuese pobremente, hasta hace 50.000 años (1,23). La última glaciación (75.000-8.000 BP), con un máximo de frío hace 25.000-15.000 años, y con recrudecimientos menores entre 13.000 y 12.000 BP y entre 8.200 y 8.000 BP acumuló hielos en tierras polares y yuxtapolares, y bajó los niveles del mar hasta 70 m por debajo de los actuales, facilitando el paso del hombre por los estrechos helados y por los fondos marinos secos o bajos. Así, el Homo sapiens pasó hace 60.000-50.000 años a Indonesia y Australia, hace 40.000 años a Europa, hace 38 000 a Siberia y norte de China, y hace entre 14.000 y 10.000 años a América, por el entonces congelado estrecho de Behring. En la Eurasia del sur, especialmente en centro y sud-Europa, el mayor florecimento de pinturas rupestres coincidió con la agudización del frío entre el 24.000 y 12:500 BP.

El Homo neanderthalensis apareció hace unos 180.000 años y se expandió entre hace 127.000 y 40.000 años por Oriente Próximo y Asia Central, para irse extinguiendo después, en una oleda de este a oeste, hace entre 50.000 y 27.000 años. La península ibérica fue quizás su último reducto. Cuando el Homo sapiens llegó hace unos 40.000 años al sur de Europa, encontró que esta área estaba habitada por el Homo neanderthalensis, que en sus últimos milenios tenía una cultura en cierto modo algo parecida al H. sapiens Cro-Magnon, hacía collares y otros adornos de arte figurativo, tenía supersticiones animistas y ritos mágicos, y había desarrollado un lenguaje rudimentario probablemente de desarrollo similar al sapiens cro-magnon, según se deduce de la forma del hioides, si bien quizás con menor riqueza fónica, pues según los autores de este trabajo (21) es posible que la barbilla prominente —que sólo existe en el Homo sapiens— apareciese en el sapiens para permitir una inserción anterior de algunos músculos que mueven el labio inferior (borla del mentón, cuadrangular del mentón, triangular de los labios), y facilitar así una mayor precisión en la movilidad de los labios en sonidos bilabiales (p, b, m), labio-dentales (f, v), y vocales velares (o, u). Se relacionaron en numerosas ocasiones con los Homo sapiens, probablemente hostilmente. En España los Neandertales dejaron numeros restos culturales en cuevas, como en la Ajarquía y Alcaucín (Málaga), datados de hace 35.000 años.

Poco a poco, el Homo sapiens desarrolló obras ideomórficas (megalitismo, gráficos geométricos, etc.) y zoomórficas (mamíferos animales y humanos, pájaros), ya sean de tipo mueble (vasijas, instrumentos de percusión, collares ornamentales, broches, amuletos) o fijo (dólmenes, raspados en roca, pinturas rupestres). En las representaciones zoomórficas aparace por primera vez la representación del ojo en esculturas, grabados y pinturas.

El paleolítico superior (40.000-10.000 BP) coincide en su segunda mitad con los fríos más fuertes de la última Edad del Hielo. El Homo sapiens sapiens es un seminómada, generalmente troglodita, cuya cultura y desarrollo comenzó a avanzar rápidamente. Así, empezó a hacer representaciones figurativas y abstractas tri o bi-dimensionales de los objetos de su atención, surgiendo el arte paleolítico, que alcanza su apogeo entre 24.000 y 12.500 BP. El ojo aparece en forma de escultura en las primeras representaciones animales y humanas. Así, la más antigua representación de un animal, hasta el presente encontrada, es el caballo de marfil de Vogelherd, de 32.000 BP, cuyos ojos, según se conservan actualmente, parecen ser un simple cambio de relieve de la superficie facial (fig. 1). La primera escultura humana hasta el presente descubierta es la llamada Venus de Willendorf, que probablemente era la expresión de un símbolo de fertilidad usado como amuleto y adorno, que representa un cuerpo femenino obeso, con abundantes mamas, esteatopigia, gran vientre y vulva, y que carece de ojos, probablemente para no derivar la atención de sus expresiones sexuales.


Fig. 1: Caballo de Vogelherd. Tallado en marfil de mamut. Circa 32.000 BP.

Pocos milenios después (27.000-22.000 BP) comenzaron a hacerse grabados bidimensionales, y este retraso con respecto a la escultura posiblemente se debió a que reducir un objeto tridimensional a una perspectiva bidimensional sobre una superficie, necesita una más elaborada representación conceptual, distinta según el ángulo de observación. Se empezaron a hacer rayando con piedras o puntas de sílex superficies de fango, roca, piedra, o marfil de dientes o colmillos (16). Los hallazgos más antiguos corresponden al sud-oeste francés.

Algunos milenios después, hace unos 20.000 años se comenzaron a hacer pinturas. El primer pigmento natural fue el carbón vegetal (negro), al que siguieron el ocre y la hematites (variedades de óxido de hierro de colores rojo o amarillo). Más tarde apareció el yeso (sulfato de calcio hidratado) (blanco) y el manganeso (violeta). El polvo de estas substancias cromáticas se mezclaba con agua o con aglutinantes orgánicos (grasa o resina), y se aplicaba con los dedos y manos, palos, lápices, brochas o esponjas de pelo, plumas, pinceles de palo masticado o, a mayor dilución, se salpicaba, soplaba o escupía sobre la superficie a colorear.

Las primeras pinturas rupestres fueron encontradas en 1879 en Santillana del Mar por Marcelino Sanz de Sautuola, cuando buscaba en el suelo de la cueva de Altamira restos de cavernícolas prehistóricos, y su hija María (fig. 2), que le acompañaba, descubrió las pinturas del techo de la famosa sala polícroma. El hallazgo de estas primeras pinturas rupestres causaron inicialmente sorpresa, escepticismo, admiración, y controversia, pero desde que en 1905 se aceptó su autenticidad, la sala polícroma de María Sautuola fue conocida como la «Capilla Sixtina del Arte Cuaternario» desde que Déchelette(13) le diera tal nombre. Posteriormente se han descubierto cientos de cuevas con restos prehistóricos, muchas de ellas con grabados y pinturas anteriores a las de Altamira.


Fig. 2: María de Sautuola, de 9 años, la primera persona que vió las pinturas de Altamina en 1879. Al descubrir el gran techo, llamó a su padre: ¡Papá: mira, bueyes!

El arte rupestre floreció principalmente en el suroeste de Europa, especialmente en el área franco-cantábrica, donde tuvo gran expansión hace 17.000 años pero también fue abundante en África subsahariana, Australia y otros lugares (6,10,11,18,19,24). Los palimpsestos son muy frecuentes, y bajo unas pinturas es frecuente encontrar otras más antiguas, por lo que estudios actuales tratan de determinar si las pinturas australiana son o no anteriores a las nor-pirenáicas y cantábricas.

Especial importancia tienen las pinturas hechas en cuevas profundas, tanto por su abundancia como por su mejor conservación que las situadas en boca de cuevas o al aire libre. Las pinturas en cuevas profundas no se desarrollaron pese a existir hogueras, ascuas y antorchas, hasta que aparecieron las lámparas, cuya mecha era alimentadas con sebo animal. Estas lamparillas eran piedras ahuecadas, pues aún no existía la cerámica. El tuétano del fémur de una vaca es capaz de mantener encendida la mecha de una lámpara durante 24 horas. Las pinturas de fondos de cuevas se hicieron en lugares generalmente no habitables por los mamíferos. Las representaciones más abundantes fueron grandes animales mamíferos, frecuentemente relacionados con la caza (caballos, bisontes, mamuts, toros, uros, ciervos, rinocerontes, algunos de ellos desaparecidos hace milenios, pero otros recientemente —el último uro desapareció en Europa en 1627—), sin fondo, paisaje ni marco. Estos animales solían representarse por su silueta corporal en proyección lateral, puede ser porque este contorno es muy distintivo y/o porque evita la dificultad de pintar en escorzo, en que las dimensiones de un cuerpo deben ser acortadas u ocultadas cuando el cuerpo se proyecta perpendicular u oblicuo al observador y al plano sobre el que se pinta. El hombre prehistórico creía que cada cosa tiene un espíritu. La abundancia de animales de caza sugiere la creencia en una relación supranatural y totémica con los animales y con los fenómenos naturales. Probablemente formaban parte de rituales totémicos y religiosos de la época, interpretados por chamanes o sacerdotes. En las pinturas de boca de cueva y exteriores es posible que el aspecto sagrado pesase menos y el representativo y artístico más. Se cree que sus ideas animísticas sugerían que estas pinturas atraían y facilitaban la caza, ligado ello a poderes supranaturales de los animales, a los espíritus de los fenómenos atmosféricos, y a las deidades antropomórficas asociadas con interrelaciones afectivas y sexuales entre ellos, y con los animales y humanos, deidades a veces coléricas, a veces benevolentes, con los que convenía ser amigos a través de la adoración, la alabanza, la súplica o el soborno con ofrendas. La figura humana fue más restrictiva en la mayoría de las cultura paleolíticas, quizás porque la pintura de un hombre le dejaba expuesto a las veleidades divinas. Hacia el año 10.000 BP aparece con más frecuencia la figura humana, tanto del hombre como de la mujer, pero generalmente son más esquemáticas que las figuras animales. Las pinturas de mujeres son muy escasas, pero no son raros los signos femeninos asociados a la fertilidad o al sexo, como vientres gestantes y vulvas (fig. 3).


Fig. 3: Cueva de Chauvet. Arriba, cabeza de bisonte vista a 45º de lateralidad. ¿llora el OS? Abajo mitad inferior de cuerpo de mujer en visión frontal ¿orina?

El neolítico (11.000-8.000 BP) comenzó hace unos 13.000 años en Oriente Próximo y Oriente Medio —en el llamado Creciente Fértil: Mesopotamia, Siria-Palestina, Anatolia)— cuando grupos cazadores-recolectores comenzaron no a tallar, sino a pulir la piedra para obtener un filo. Pero el principal cambio de su cultura no fue ése, sino el descubrimiento de plantar y recolectar semillas y el de domesticar y criar animales, es decir, el desarrollo de la agricultura y de la ganadería, y con ello del sedentarismo. La agricultura dio origen a la propiedad privada inmueble, a los primeros poblados-ciudades y a un nuevo orden administrativo, que hace 7 milenios creó el primer estado gubernamental en Mesopotamia. Otros adelantos aparecidos durante el neolítico fueron los tejidos, la cestería y la cerámica. En cuanto a la representación gráfica del ojo, tuvo una importancia especial la aparición de la cerámica (año 11.000 BP), que desarrolló enseguida un nuevo tipo de grabado y pintura, en el que la representación de los ojos es muy numerosa. En el arte representativo aparecen ya escenas simples que siguen careciendo de marco, y de plano de suelo.

La «neolitización» de los aproximadamente 5 millones de humanos que entonces constituían la humanidad no surgió o se difundió sincrónicamente, ni fue homogénea. El progreso de los grupos humanos que fueron adquiriendo la agricultura-ganadería-sedentarismo fue tan rápido, que las diferencias culturales entre los diversos grupos nucleares humanos no relacionados se fueron haciendo mayores, y durante siglos y milenios llevaron a civilizaciones diferentes, hasta que la interrelación cultural nos va uniformizando. Al término de la segunda guerra mundial aún existían muchas tribus de cultura neolítica en África, Asia y Sudamérica. Aún hoy persisten algunas de ellas, como los Yanomamies de Brasil y algunas tribus Ifugao de Filipinas, y aunque una parte de ellas recibe la asistencia de un agente gubernamental, un misionero o un periodista, que consiguen o nos muestran el moderado avance cultural que ha tenido, el resto de su población nunca contactó con ellos, aún vive en chozas, come lo mismo, caza lo mismo, muere de las mismas enfermedades, desconoce la escritura y otras sociedades y cree en los mismos espíritus que sus abuelos. Con los presentes avances de la cultura, se espera que estos restos de poblaciones neolíticas desaparecerán durante la presente generación.

Hace unos 8.000 años se inició en los valles del Tigris y el Eufrates la fundición del cobre, y con ello una nueva forma de elaboración de utensilios y armas. Con ello, se terminó la Edad de Piedra y empezó la Edad de los Metales (del cobre, del bronce, del hierro). Hacia el año 3.333 BCE se inició la escritura en Mesopotamia, y con ella, terminó la prehistoria y comenzó la historia y el vertiginoso avance cultural que hoy vivimos, y que crece en progresión exponencial, de forma que los avances culturales que antes necesitaron milenios, empezaron a desarrollarse después en siglos, y hoy conseguimos en años.


Fig. 4: Figura punteada, de Kiantapo (Katanga), perteneciente al neolítico subsahariano. A la izquierda la reproducción del natural. A la derecha la interpretación del abate Breuil (7). El ojo se representa por un punto, y aunque no especifica si es la pupila, el iris o la fisura interpalpebral, es lo que identifica que es la cabeza de un cuerpo humano. El punto sobre la rodilla, interpretado por Breuil como parte de la rodilla, bien podría ser un ojo, y por tanto los puntos circundantes demarcarían una cabeza, y el conjunto sería un parto.

  

CÓMO SE REPRESENTÓ EL OJO EN LA EDAD DE PIEDRA

Ojo representado por un punto, mancha u oquedad

A veces el ojo está reducido a un punto. Es su más elemental representación, pero permite identificar una cabeza. La figura 4 fue interpretada por el abate Breuil como una persona yacente, gracias al punto que marca el ojo e indica lo que es la cabeza. El punto cercano a la rodilla lo interpretó como una rodilla abultada, pero nos parece que es más lógico pensar que también representa un ojo, y que eso sólo tiene una relación lógica con la cabeza de un niño, por lo que creemos se trata de un parto, y la J invertida puede interpretarse como un chorro de colostro salido de la mama materna (22).

Otras veces el ojo está reducido a una mancha (figs. 5, 6, 7 y 8). La morfología de la mancha puede recoger con gran perfección la representación del ojo (fig. 6) (12).


Fig. 5: Cierva de la cueva de Altamira. 2,25 m de longitud de hocico a cola. Ojo reducido a una mancha ovoidea vertical.


Fig. 6: Caballo de la Cueva Tito Bustillo (Ribadesella. Asturias). 13.000 BP.


Fig. 7: Caballo de la sala Saint Hillaire, de la cueva de Chauvet. Ojo reducido a una mancha blanca. Es posible que se haya intentado esbozar también el ojo derecho. Cueva de Chauvet.15.000 BP.


Fig. 8: Mujeres bailando alrededor de un hombre. Cueva de Cogull. Roca dels Moros (Lleida) . Arte rupestre levantino.

En ocasiones, el ojo es una simple oquedad de la pared rocosa (fig. 9), que a veces no sólo es preexistente a la pintura, sino que fue lo que determinó la idea del artista de pintar allí una cara. En algunos grabados, la oquedad que hoy día vemos es posible que fuese ocupada por una piedra, una concha o un un pigmento de color distinto al de la cara (figs. 10 y 11)( 1).


Fig. 9: Cabeza de animal, grabada aprovechando formas de la roca. Los ojos utilizan oquedades naturales, en cuyo centro se ha grabado la circunferencia limbal. Cueva de Altamira (Cantabria).


Fig. 10: Cabeza de león, de Vogelherd, en marfil. Paleolítico superior inicial.


Fig. 11: Cabeza de cabra en asta de ciervo. Los ojos se hicieron en dos prominencia en las que se perforaron sendos cilindros de 5 mm de diámetro, y se rellenaron con pasta de ocre rojizo. Cueva de Tito Bustillo (Ribadesella. Asturias). Final del magdaleniense astur.

  

Sólo fisura interpalpebral

A veces la figura de la hendidura interpalpebral sin detalles de la superficie ocular es lo que representa al ojo (figs. 12, 13, 14 y 15), sin quedar claro las más de las veces si realmente representa la fisura interpalpebral, o el círculo irido-corneal.


Fig. 12: Lechuzas de las nieves. Grabado. Cueva de Les Trois Frères. Final del auriñaciense, circa 29.000 BP (4).


Fig. 13: Bisonte. Cueva de Altamira. 15.000 BP.


Fig. 14: Oso herido, sangrando y tal vez derramando lágrimas. Cavernas de Volp. Breuil lo interpretó como un modelo de oso en arcilla, cubierto con una piel de oso(4). Época magdaleniense.16.000-11.500 BP.


Fig. 15: Oso herido, sangrando y quizás derramando lágrimas. Cavernas de Volp. Época magdaleniense.

A veces la fisura es lo representativo, pero la zona que comprende puede ser algo obscura, sugiriendo el círculo irido-pupilar, o algo clara, haciendo intuir el reflejo de la luz sobre la superficie corneal húmeda.

  

Forma de la fisura interpalpebral

Puede aparecer redonda, ovoide, fusiforme, piriforme o irregular

La fisura interpalpebral redonda es frecuente en ojos muy simplificados, no quedando a veces claro para el observador actual si la circunferencia representa la fisura interpalpebral o el limbo esclero-corneal.

Los teriántropos (del griego qhrion = animal, anqrwpoV = hombre) son seres con partes humanas y partes animales, pero a veces representan hombres disfrazados de animales, bien haciendo funciones de brujos-sacerdotes, bien como cazadores disfrazados de animales. El «sorcier» de Les Trois Frères (fig. 16), nombre que le dio el abate Breuil, tiene la supuesta fisura interpalpebral de su ojo derecho redonda, y la del ojo izquierdo algo ovoide. Esta diferencia nos hizo pensar a los autores (22) que tal vez no representen las fisuras interpalpebrales, sino los orificios en la máscara del disfraz animal para que el humano pueda ver a su través. En una revisión de otros humanos con disfraz animal vemos que es frecuente la figura circunferencial alrededor del ojo, por lo que sugerimos que esto puede deberse a que en alguno de ellos no representa el contorno fisural palpebral, sino el agujero más o menos redondo hecho en la piel palpebral del animal (figs. 17 y 18).


Fig. 16: El «sorcier» (hechicero) de Les Trois Frères. Pupila central negra rodeada por el anillo claro del iris, y más periféricamente por un anillo obscuro que puede ser la hiperpigmentación de las empalizadas de Vogt o el borde de los ojales de la máscara animal.


Fig. 17: Chamán teriántropo. Ojo humano en visión tangencial al vértice corneal. El círculo incompleto que lo rodea puede ser el agujero en la máscara animal. Pintura Cro-Magnon. Cueva de Les Trois Frères (Francia).


Fig. 18: Grabado de hombres disfrazados de animal. Las figuras ovales en la cara quizás no representen los ojos, sino las aberturas en la piel del disfraz animal. Altura del teriántropo central, 1,60 m. Reproducción por Breuil-Obermaier (8) Cueva de Altamira.

La fisura interpalpebral ovoide es poco frecuente (figs. 19 y 20).


Fig. 19: Jabalí. Fisura interpalpebral ovoide. Reflejo luminosos en la córnea prepupilar. Lágrimas derramándose sobre el párpado inferior. Longitud de la cabeza, 1 m. Cueva de Altamira. 15.000 BP.


Fig. 20: Bisonte polícromo grabado y pintado. Cueva de Altamira (Cantabria).

La fisura interpalpebral fusiforme reproduce el contorno de un huso en el que los dos extremos representan los canthi lateral y medial respectivamente. Una veces la hendidura es simétrica sobre sus dos ejes, es decir, la curvatura del párpado superior es igual a la curvatura del párpado inferior (figs. 21, 22, 23 y 24). Sin embargo, en el humano y en la mayoría de los mamíferos rupestres el párpado superior es más curvo que el párpado inferior, y esto ya fue captado y reproducido por algunos grabadores y pintores paleolíticos (figs. 25, 26 y 27).


Fig. 21: Bisonte. Fisura interpalpebral fusiforme. Sector medial del iris o trígono medial, pigmentado. Cueva de Altamira (Cantabria). 15.000 BP.


Fig. 22: Bisonte encogido o saltando. Longitud 185 cm. Fisura interpalpenbral fusiforme. Ojos pintados, raspados y lavados. Trígonos o iris, pigmentados. Cueva de Altamira (Cantabria).


Fig. 23: Cara punteada de la gruta de Kiantapo (Katanga). Los ojos se representan sólo por hendiduras interpalpebrales y cejas. Neolítico subsahariano. A la izquierda la reproducción del natural. A la derecha la interpretación del abate Breuil (7).


Fig. 24: Figura de mujer esculpida en un canino de hipopótamo. Cada ojo está representado por una fisura interpalpebral fusiforme, un círculo limbal central tangente a ambos párpados y una hondonada pupilar. Cultura badarian del valle del Nilo. 6.500 BP.


Fig. 25: Bisontes: el superior mugiendo y el inferior embistiendo. Fisuras interpalpebrales fusiformes. Perspectiva perpendicular al vértice corneal. Cueva de Altamira (Cantabria).


Fig. 26: Cabeza de toro en perspectiva posterior de ² 40º. Fisura interpalpebral con el párpado superior más arqueado que el inferior. Los canthi están por debajo centro corneal. Cueva de Lascaux (Montignac, Dordoña. Francia). 16.500 BP.


Fig. 27: Bisonte. A la izquierda parte grabada con silex y a la derecha, parte pintada. Ojo piriforme/sigmoide. Cueva de Altamira. Diseño de Breuil y Obermaier (6).

La fisura interpalpebral piriforme. La altura máxima de la hendidura interpalpebral de un ojo humano normal no se alcanza en el diámetro vertical de la córnea, sino en la hemicórnea temporal; después, la fisura interpalpebral se va afinando hacia el ángulo medial, y finalmente se continúa con el lago caruncular, dando en conjunto a la hendidura interpalpebral una ligera e irregular forma de pera tendida, con la parte más ancha en el lado temporal y la más estrecha en el lado nasal. Una fisura interpalpebral claramente piriforme puede verse en el bisonte tallado del Abri de la Madeleine (fig. 28) o en varias pinturas de bisontes de Altamira (fig. 29).


Fig. 28: Bisonte tallado en asta de reno, con fisura interpalpebral piriforme directa (es decir, la parte más aguda hacia la nariz) en la que destaca el engrosamiento caruncular. Longitud total 10,5 cm. Abri de la Madelaine (Dordoña. Francia).13.000 BP.


Fig. 29: Bisonte con fisura interpalpebral piriforme directa. Cueva de Altamira. 15.000 BP.

A veces la fisura interpalpebral piriforme aparece representada erróneamente con orientación inversa, es decir, la parte más alta hacia el lado nasal y la más aguda hacia la parte temporal (fig. 30).


Fig. 30: Bisonte con fisura interpalpebral piriforne inversa (es decir, la parte más aguda hacia el lado temporal). Trígono medial pigmentado y con carúncula. Longitud total 1,95.

  

Inclinación del eje de la fisura interpalpebral en el plano horizontal

En la anatomía normal de la mayoría de los mamíferos, el canthus medial de la fisura interpalpebral suele estar más bajo que el canthus lateral, lo que facilita el flujo descendente de la lágrima por la fisura interpalpebral hacia los puntos y vías lacrimales. En el humano, el ligamento palpebral medial se inserta en un punto del reborde orbital aproximadamente 1 mm más bajo que el lateral.

Cuando la fisura interpalpebral no es representada redonda, sino fusiforme, ovoidea o piriforme, el eje mayor de la fisura recibe del artista prehistórico orientaciones varias, en las que predomina su orientación verdadera hacia abajo, adentro y adelante, tanto en el animal (figs. 7, 19, 20, 21, 22, 26, 27, 29, 30, 31 y 32) como en el humano (fig. 33).


Fig. 31: Cabeza de bisonte pintada en negro. Hendidura interpalpebral fusiforme. Reflexión luminosa sobre la córnea. El borde palpebral superior cubre 1/6 del diámetro vertical de la córnea y posiblemente tiene pestañas. Sobre este párpado hay línea arqueada densamente negra, que puede ser el surco y pliegue órbito-palpebral, o una ceja de aspecto humanoide. El anillo limbal aparece fuertement pigmentado. Cueva de Altamira. 14.500 BP.


Fig. 32: Cabeza de caballo. Ojo visto tangentemente al vértice corneal. La refracción corneal permite ver un iris ovoide centrado por la pupila. El trígono conjuntival lateral aparece pigmentado. La protrusión palpebral superior se manifiesta por un área arqueada más clara. Cueva de Chauvet. 15.000 BP.


Fig. 33: Caras mayas con representación de los ojos en perspectiva casi tangencial al vértex corneal. Los bordes palpebrales inferiores aparecen más curvos que los superiores. Los iris son muy claros, y la representación de ellos y de las pupilas indican una perspectiva oblicua —quizás corroborada por la visión del pecho de ambos indios—. El hombre a la izquierda del lector tiene un trígono conjuntival lateral con una apertura angular interpalpebral de 45º, y sus párpados parecen tener pestañas. El hombre de la derecha puede que esté mirando abajo, el trígono conjuntival lateral tiene una apertura interpalpebral angular de 35º, la córnea presenta una reflexión luminosa central y se vislumbra el trígono conjuntival medial. Pintura de la cámara 1 del templo de los frescos de Bonampac (Yucatán). Período Maya clásico: 300-1000 dC) (18).

  

Inclinación del eje de la fisura interpalpebral en el plano frontal

En el ser humano normal el ligamento palpebral medial se inserta en la cresta lacrimal anterior del reborde orbital medial, mientras que el ligamento palpebral lateral se inserta más atrasado, en el reborde orbital lateral, que está aproximadamente en un plano frontal 11 mm por detrás del reborde orbital medial. Esto hace que el plano vertical que pasa por los canthi medial y lateral de la fisura interpalpebral tenga una inclinación hacia atrás y afuera de uno 15-17º, que es exagerado en algunas figuras del arte prehistórico, tanto humanas (fig. 33) como animales (figs. 21, 25 y 29).

  

Superficie ocular expuesta y su perspectiva

La fisura interpalpebral y su superficie ocular expuesta se ve muy distinta según se mire perpendicularmente al vértice corneal o tangencialmente a él. Es preferible utilizar estas dos expresiones —perspectiva perpendicular o tangencial al vértice corneal— en vez de perspectiva frontal y lateral, porque los ojos de los homínidos, carnívoros predadores y peces abisales están dirigidos hacia delante, paralelos el uno al otro (14) (salvo las pequeñas modificaciones de los llamados ángulos a entre los ejes óptico y visual, ángulo l entre eje pupilar y línea de mirada, y ángulo k entre eje pupilar y eje visual. Todos ellos imperceptibles a simple vista, y fuera de interés en este estudio) y por lo tanto una observación frontal (es decir, perpendicular a la frente) es también perpendicular a la córnea; mientras que los ojos de otros vertebrados, como los conejos y la mayoría de los peces, tienen los ojos dirigidos hacia los lados, y una visión frontal —desde la frente— es tangencial a su vértice corneal.

Consideraremos en el arte prehistórico la forma de interpretar la perspectiva perpendicular, tangencial y oblícua del ojo de los animales y humanos.

Perspectiva perpendicular al vértice corneal. En el humano normal, aproximadamente en el centro de la fisura interpalpebral, está la córnea (sólo cubierta en un pequeño segmento superior por el párado superior), delimitada por el contorno del limbo córneo-escleral, que es casi circunferencial (con pequeñas variaciones imperceptibles, como la de que el diámetro vertical de la córnea es ínfimamente menor que el horizontal). A cada lado de la córnea, se sitúan los dos trígonos esclero-conjuntivales; se ven blancos, por ser la esclera blanca y la conjuntiva transparente, y son de tamaños y formas no iguales, pero parecidos. A veces se añade la hiperpigmentación melanínica de las empalizadas de Vogt. Finalmente, la carúncula lacrimal se encuentra en el ángulo medial del trígono medial. Dentro de la circunferencia limbal se encuentran el iris y la pupila. En las figuras prehistóricas no hay más que estos detalles.

La circunferencia limbal se distingue por la diferencia de color entre el iris de color claro-obscuro y la esclera blanca. A menudo esta diferencia queda reforzada por la presencia de una hiperpigmentación de melanina que contornea la córnea. Las células madres o estaminales del epitelio corneal están situadas en el limbo, y muchas especies animales y razas humanas tienen esta área hiperpigmentada, lo que se supone es para protegerlas de las fuertes iluminaciones. En muchas pinturas prehistóricas, la línea anular que separa la córnea de la esclero-conjuntiva se acentúa pintándola con carbón o con ocre rojo, tal vez para que se distinga mejor, o tal vez representando la frecuente pigmentación melanínica de este tejido (figs. 16, 31 y 34).


Fig. 34: Leones cazando. Perspectiva tangencial o casi tangencial al vértice corneal. El ángulo de apertura de los párpados en los trígonos laterales ronda lo 90º. Los iris y pupilas se ven ovoides. El segundo león parace tener hiperpigmentación melánica limbal. Cueva de Chauvet.

Aún requirió mayor capacidad de observación en el artista prehistórico el captar que la pupila normal queda por encima del eje mayor de la fisura interpalpebral, lo que es reproducido en muy pocas pinturas (figs. 26 y 27). La razón de que en el animal normal la pupila no quede en el centro de la hendidura interpalpebral se debe a que en los mamíferos —tanto en el humano como en los animales del arte rupestre— el párpado superior es el que desciende para cerrar el ojo en cada parpadeo, mientras que el párpado inferior apenas se mueve o asciende mínimamente. Para que el párpado superior baje fácilmente, la inserción medial y lateral de los ligamentos palpebrales medial y lateral está por debajo del nivel de la pupila, y el párpado superior es más arqueado que el inferior (figs. 25, 26 y 27).

Respecto a la relación córnea/párpado, especial atención merece lo que hoy día se conoce con la terminología norteamericana de corneal overlapping y de scleral show. El corneal overlapping es la cobertura de la parte alta de la córnea por el párpado superior. En un ojo normal, con ciertas diferencias raciales, el arco inferior de la circunferencia limbal suele ser tangente al borde del párpado inferior, mientras que el arco superior de dicha cirnferencia suele quedar cubierto por el párpado superior en un segmento; de 1 ó 2 mm de altura. Esta solapado u overlapping de la parte superior de la córnea por el párpado superior es recogida en algunas figuras de reproducciones humanas (fig. 33) y animales (fig. 31), pero es más frecuente que la circunferencia limbal se presente centrada en la fisura interpalpebral, tangente por arriba y abajo a los párpados superior e inferior (fig. 24).

A menudo, en las pinturas prehistóricas parece haber una separación entre los bordes de los párpados superior e inferior y el limbo, dejando ver el blanco escleral. Esta exposición superior o inferior de la esclera no sería normal, y se da en ciertas patologías (exoftalmías, hipertiroidismos, retracciones ciactriciales), conociéndose en oftalmología con el término anglo-americano de scleral show. Es probable que el artista prehistórico no lo pintase así, sino que un deterioro de los pigmentos por meteorización haya despintado lo que anteriormente había sido coloreado como iris, y parezca que es un scleral show, por lo que creemos no equivocarnos al llamarlo «pseudo-scleral show». Este aparente scleral show es frecuente de ver en los ojos del arte prehistórico tal como se conservan hoy, no sólo en perspectivas perpendiculares al vértice corneal (figs. 20, 25, 27, 29 y 30) sino también perspectivas tangenciales (fig. 34).

Dentro del anillo limbal, se representa el círculo del iris, y en el centro de éste, la pupila. A menudo es difícil precisar lo que el pintor quiso representar. Por ejemplo, el «sorcier» de la cueva de Les Trois Frères (4,9) (fig. 16), tiene el cuerpo en perfil lateral, pero la cabeza gira frontalmente. Los ojos están formados por 5 elementos circulares concéntricos: 1) un círculo central oscuro que representa la pupila, 2) un anillo pericentral claro, que parece representa el iris, 3) un anillo más periférico, obscuro, que puede ser la hiperpigmentación melanínica limbal de las palisadas de Vogt, 4) un anillo más periférico, claro, que puede representar conjuntivo-esclera o los párpados y 5) una línea circular obscura que suele ser interpretada como los bordes de la fisura interpalpebral, … pero que en nuestra opinión, como exponíamos en el párrafo de «fisura interpalpebral redonda», es más probable que represente el borde de los agujeros hechos en la piel del animal para que el hombre disfrazado pueda ver (figs. 17 y 18).

En los grabados y pinturas de humanos, cuando la persona es observada de frente, sus ojos suelen representarse según hemos descrito por una hendidura palpebral, un limbo redondo, un iris anular, y una pupila central circular (figs. 16 y 24), pero a veces, esta perspectiva perpendicular se aplica erróneamente a caras vistas lateralmente. Muchos milenios más tarde, en épocas ya históricas, el arte sumerio, babilónico, egipcio y griego, entre otros, siguieron haciendo pinturas y bajorrelieves en los que las caras humanas se representan de perfil, pero sus ojos aparecen en proyección perpendicular al vértice de la córnea. Algo parecido ocurre también en las frecuentes pinturas de mamíferos ungulados vistos lateralmente, en los que los ojos aparecen representados perpendicularmente al vértice corneal (figs. 21, 20, 21, 22, 25, 26, 27, 29, 30 y 31). Desconocemos la razón de esta tendencia, y pensamos que puede ser (1) porque la representación mental del artista de un ojo es la del ojo que le mira, es decir, la de su eje visual, y por ello una visión tangencial al vértice corneal no representa tan bien en su mente el ojo, o (2) porque es técnicamente difícil para el pintor pintar una proyección tangencial, en la que la circunferencia limbal se proyecta como una línea vertical, la semicircunferencia medial queda oculta por la protrusión corneal, y el meridiano vertical de la superficie corneal es visto como una línea convexa vertical.

La carúncula aparece representada en algunas tallas (fig. 28) y pinturas (fig. 30).

Perspectiva tangencial al vértice corneal. Una perspectiva tangencial al vértice corneal se toma siempre desde el lado temporal del ojo que se mira, pues desde el lado opuesto ello está dificultado por la protrusión nasal. Desde la perspectiva tangencial temporal se ve un amplio trígono esclero-conjuntival temporal debido a que el ligamento palpebral lateral se inserta posterior al ligamento nasal. A esto se añade que los párpados son empujados hacia delante por los globos oculares, haciéndolos convexos hacia la superficie facial. Por ello, una hendidura interpalpebral humana vista lateralmente, ofrece el párpado superior y el inferior formando entre sí un ángulo de unos 40-45º, y en el interior de este ángulo se ve de detrás adelante el trígono esclero-conjuntival lateral. Este triángulo blanco está limitado por delante por el limbo lateral que se ve como una recta vertical. Ante el limbo protruye el casquete de esfera de la córnea, del que sólo se ve la mitad lateral. Este hemicasquete corneal que se ve, oculta a su vez la otra mitad de la córnea y del limbo, y el trígono esclero-conjuntival medial. Dentro del casquete, en su parte posterior, se ve el iris, pero no como una raya vertical, sino, debido a la refracción de la luz en la córnea, como un ovoide de eje mayor vertical en cuyo centro está la pupila.

Esta perspectiva, mejor o peor desarrollada, es la que muestran algunos ojos humanos vistos en un visión lateral de su cara (figs. 17 y 33) y algunos ojos de predadores carnívoros (fig. 34) o de ungulados (fig. 32). A veces es dificil determinar si el artista pinta la cara en perspectiva lateral u oblicua, pues aunque quiera pintar los ojos lateralmente, tiene tendencia a pintar los cuernos, las orejas y el pecho desde una perspectiva algo anterior (figs. 21, 22, 27, 29, 33 y 34) o posterior (figs. 20 y 26).

Perspectiva oblicua al vértice corneal. Hay animales (caballo, oveja, toro, cerdo, perro) cuyos ojos se dirigen más o menos oblicuamente hacia delante y al lado (Duke-Elder). Cuando un bisonte o un caballo se observa lateralmente, su córnea se ve en una perspectiva oblicua, que el artista prehistórico representa las más de las veces como perpendicular a la córnea (figs. 13, 20, 21, 22, 23, 26, 27, 29, 30 y 31), pero que a veces lo representa tangencial a la córnea (fig. 32 y 34). A veces el animal representado gira la cabeza algo lateralmente, y el artista lucha por compaginar la perspectiva de la cabeza con la de los ojos. Un ejemplo interesante es un bisonte de la cueva de Chauvet (fig. 35) del que se pintan sus dos ojos, por ser una perspectiva de la cabeza intermedia entre frontal y lateral. La testuz se representa como vista desde abajo (cuerno derecho del bisonte más bajo que el izquierdo), pero en los ojos se hace al revés, como si la perspectiva fuese desde arriba (ojo derecho sobre ojo izquierdo). La incongruencia se sigue resolviendo mal en la nariz y boca que vuelven a verse algo desde abajo. Ambos ojos aparecen en visión tangencial al vértice corneal, lo que consideramos un gran logro imaginativo. Otro ejemplo es el del bisonte de la figura 3 (fig. 3).


Fig. 35: Bisonte en perspectiva lateral con cabeza girada 45º a la izq. Se ven los dos ojos. El artista representó confusamente este dificil escorzo lateral donde testuz y hocico se ven algo desde delante y abajo, y la horizontal de los ojos algo desde delante y arriba. Cada ojo por separado se ve tangencialmente al vértice corneal. Cueva de Chauvet.

  

Protrusión palpebral

Suele manifestarse por el color claro de la pintura que circunda los párpados (figs. 32, 25 y 26).

  

Cejas

Las cejas refuerzan la simbolización del ojo, especialmente cuando éste ha sido pobremente diseñado (fig. 23). En algunas pinturas de animales aparece sobre el ojo un arco obscuro, que bien pudiera ser el surco órbito-palpebral superior, o bien una ceja similar a las humanas (fig. 31).

  

Pestañas

Se pintan en muy pocas ocasiones. En una de las caras amerindias de la figura 33 parece haber pestañas en el párpado superior, y una línea palpebral inferior más clara, que puede representar el borde palpebral, limitada por delante por una línea más gruesa negra, que puede representar las pestañas (fig. 33). En otras figura es posible que el fuerte marcado en carbón de los bordes palpebrales incluya la representación de las pestañas (figs. 13, 20, 21, 22, 25, 26, 27, 29, 30 y 31).

  

Lágrima

Los tres tipos más frecuentes de lágrima son la basal, la refleja y la emocional (21). La basal es imperceptible a simple vista y por eso no se descubrió hasta hace poco más de 3 siglos, y por tanto no se pintó, salvo inconscientemente en la representación del reflejo luminoso sobre la superficie corneal (figs. 19, 26, 31 y 33). El segundo tipo de lágrima es la refleja, que apareció en los vertebrados terráqueos desde millones de años atrás, y que comenzó a ser conocida de los humanos desde que fueron desarrollando consciencia. La tercera forma de lacrimación es la emocional, que quizás apareció hace unas decenas de miles de años; parece ser que sólo la tienen los humanos (se duda si ocasionalmente la ha desarrollado recientemente algún perro faldero muy relacionados afectivamente con sus dueños). El hombre no distinguió durante mucho tiempo las diferencias entre el llanto reflejo y el llanto emocional, e incluso usó lágrima refleja provocada por cebolla y otros irritantes oculares para simular lágrima emocional en los rituales de plañideras. No es raro que cayendo en la misma confusión, el hombre prehistórico haya pintado lágrimas en los ojos de animales que sufren, aunque realmente nunca los hayan visto llorar de sufrimiento y dolor. Así, interpretamos que el pintor de los osos de la cueva de Les Trois Frères —que heridos y derramando sangre por numerosas lesiones y por la boca, tienen unas líneas similares que divergen de sus párpados inferiores, y que probablemente representan lágrimas de sufrimiento—, pretendió manifestar que el animal sufría mucho. El pintor, como la inmensa mayoría de los humanos actuales, no tenía una clara idea de la diferencia de lacrimación refleja y lacrimación emocional, y más aún, desconocía que el oso tiene la primera, pero no la segunda. (figs. 14 y 15). En los casos en que la línea que desciende del canthus medial es muy corta, podría no representar lágrimas, sino secreción conjuntival o secreción grasa palpebral o feromónica.

Los líquidos fisiológicos que salen del cuerpo humano suelen representarse por una línea continua, como se aprecia en el calostro de la figura 4 o la orina de la figura 3. Por ello, las líneas que descienden del párpado inferior en un jabalí de la cueva de Altamira (fig. 19) y en un bisonte de la cueva de Chauvet (fig. 3), probablemente representan lágrimas que rebosan.

  

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos la ayuda bibliográfica recibida de la cátedra de Prehistoria de la Universidad de Alcalá (Profª Primitiva Bueno) y de la Directora de la Biblioteca de Filosofía y Letras (Lda. María Ángeles Arteta) de la Universidad de Alcalá.

Parte de este estudio ha sido elaborado en el curso del proyecto de investigación sobre células estaminales del limbo esclero-corneal, patrocinado por la FMM.


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