HISTORIA Y HUMANIDADES


Colirio: qué significó y qué significa

MURUBE C1, MURUBE E2, MURUBE J3, ESTEBAN DE ANTONIO M4

1 Licenciada en Ciencias de la Información.
2 Director Médico de Clínica LasikCenter.
3 Presidente de la Sociedad Española de Oftalmología.
4
Ex-jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Militar del Aire. Madrid.


El vocabulario médico actual utiliza muchos términos de origen griego. Veamos la evolución histórica del más usado en Oftalmología: Colirio. Y cómo evolucionó a través de Grecia, Roma y España hasta el presente (fig. 1).


Fig. 1A: Recipiente de colirios en polvo del Egipto faraónico. En el exterior se señala con hieroglifos de qué clase es cada colirio y para qué sirve (tomado de Folch Jou G. Historia General de la Farmacia. Madrid: Ed. Sol 1986; p. 33).


Fig. 1B: Colirio del Laboratorio Dr. Collado. Presentación del primer tercio del siglo XX. Un frasquito de cristal oscuro se prolonga hacia arriba por dos tubos de igual material, uno abierto por su extremo final y conectado a una bomba de goma, y el otro cerrado, para ser quebrado y abierto cuando vaya a ser usado.

  

GRECIA

La Grecia clásica se formó en el occidente de Asia Menor, islas del mar Egeo y sur de la península balcánica. Después, entre los siglos VII y VI aC extendió su colonización por el sur de Italia (Magna Grecia, Sicilia) e islas y áreas costeras del noroeste mediterráneo en las actuales Francia y España (Alicante, de Akra leukaa ´ kra leuka— fortaleza en cumbre blanca; Ampurias y Ampurdán, de ‘empórion —eµpórion—, puerto comercial; Rosas, de rhodes —rodhV—, rosa). En el siglo V aC, tras las guerras medas (Marathon, 490 aC, paz de Cimón, 449 aC), los pueblos helenos se liberaron de la amenaza persa, y alcanzaron un gran desarrollo militar, político, comercial y cultural. En el siglo IV aC, en tiempos de Alejandro Magno (336-323 aC), Grecia alcanzó su máxima extensión, llegando por oriente hasta el río Indo, y por el sur hasta Egipto (fig. 2), y recibiendo y emitiendo influencias de y a estos países y culturas.


Fig. 2: Imperio griego en su momento de máxima expansión, a la muerte de Alejandro Magno en 323 aC. El mapa no incluye las polis y territorios griegos independientes situados en el centro y oeste mediterráneo.

Entre estas influencias está la del término kollyrion. Las pastas para los ojos recibieron diversos nombres en griego, entre ellos nikarion (nika ´ rion, n) y kollyra (kollu ´ ra, f.). Kollyra significaba pasta y, por extensión, panecillo. Probablemente proviene de kólla (ko ´ lla, f.), pasta, goma de pegar. El diminutivo de collyra sería collyrion (kollu ´ rion, n.). Algunos autores admiten lo incierto de esta etimología (9), y proponen otras raíces. Así, Blancardo (4) y Hurtado de Mendoza (15) lo derivan de colyo, kwlu ´ w (yo impido) y rhéo, r` e´ w (yo corro, yo chorreo). Y Lavoisien (18) lo deriva de kólla (kólla, f.), pasta, y oyrá (ou ` pa´ , f.), rabo, porque los antiguos colirios se amasaban dándoles forma de rabo de rata, tanto para almacenarlos, como para utilizarlos terapéuticamente en ungüentos para piel, aplicaciones al surfóculus u ojo externo, o supositorios para vagina, ano, uretra, fosa nasal, conducto auditivo externo y fístulas.

Es discutible si hay una raíz común entre colirio y alcohol (20, 21). El término kohl en las lenguas afro-asiáticas (como el extinto egipcio, el hebreo y el árabe) se aplicó a ciertos medicamentos y cosméticos externos usados para los ojos y piel. Tal vez tenga relación con la raiz ákhal, negro, por aplicarse a polvos de color obscuro. En el dialecto árabe del Sáhara occidental el kéhela es el bióxido de manganeso, que en forma de polvo o pasta sirve como cosmético femenino para pintar de obscuro los párpados y los labios, o para tratar el escozor, irritación ocular y palpebral, aplicándolo por dentro o fuera de los párpados (20). En árabe clásico, al-kohl se aplicó al polvo de antimonio, de color obscuro, que sirvió para untar los párpados, principalmente las mujeres, como embellecedor, pero también como tratamiento. En la Edad Media el término pasó al hispano-árabe como alcohol, y del español se difundió en los siglos XVI a las demás lenguas europeas, con el significado de espíritu del vino, y más tarde pasó a designar entre los químicos los compuestos orgánicos que tienen un grupo hidroxilo unido a un radical alifático.

En lengua griega, el sufijo –ion se empleaba, entre otros usos, para hacer diminutivos de substantivos masculinos, femeninos o neutros (m., f., o n.), que en su forma diminutiva pasaban a tomar género neutro: Así, phleps (jle´ y, f.), vaso sanguíneo, dio phlébion (jle´ bion, n.), venita, arteriola; ánthropos (a´ nqrwpoV, m.), hombre, dio anthrópion (a ´ nqrwpion, n), hombrecillo; pyramís (puraµi ´ V, -idoV, f.), pirámide, dio pyramidion (puraµidion, n.), parte superior o pequeña pirámide final, importante de diferenciar del resto porque en algunos casos sus paredes cambiaban de inclinación, o se revestían de oro. En medicina son numerosos los términos derivados de los diminutivos griegos en –ion.

El término griego kollyra era femenino, pero al añadírsele el sufijo diminutivo –ion, pasó a ser neutro. Pronto veremos qué trascendencia tuvo esto al pasar este término al latín. Su plural, como el de otros diminutivos en –ion, se hacía terminándolo en –a.

A la muerte de Alejandro Magno, en 323 aC, su imperio se desmembró, y esto facilitó la extensión de una nueva potencia, Roma, que frenó, pero no paró la enorme influencia de la cultura griega. Algunos de los términos griegos perduraron hasta el presente a través del latín. Otros, desaparecieron y se han reintroducido recientemente. Otros son neologismos que usan las raíces griegas tan abundantes en el lenguaje médico técnico: centrotiflosis para la pérdida de visión central de las degeneraciones maculares, xero-dacriología para la ciencia del ojo seco, anfiopía para la facultad de ver de lejos y cerca, sea por no tenerse aún presbicia, por tener monovisión binocular o por usar lentes intraoculares multifocales, etc. (22).

  

ROMA

Veamos cómo apareció el término collyrium en latín.

Varios siglos antes de la máxima extensión político-militar helena, pueblos etruscos habían fundado en 753 aC en la orilla del río Tiber, la ciudad de Roma, la ciudad del río. Poco a poco se mezclaron con la población latina local y acabaron siendo absorbidos por ella. Roma fue desarrollándose y conquistando sus áreas circundantes. Tras la muerte de Alejandro Magno, se iniciaron dos nuevas potencias mediterráneas: Roma y Cartago. Roma ocupó la Magna Grecia del sur de la península itálica, absorbió gran parte de su cultura, y se preparó para extenderse plus ultra. Luego inició la lucha contra Cartago, y al final de las guerras púnicas (264-146 aC) se adueñó por occidente de las ciudades griegas y cartaginesas de Galia, Hispania, Tingitania y Mauritania, y de todas las islas del mediterráneo occidental; y por oriente, de la Grecia occidental. Sucesivamente fue conquistando Siria (189 aC), Macedonia 148, (169 , 197aC), Grecia (145 aC), reino de Pérgamo (129 aC), y resto de Asia Menor (133 aC), Egipto (47 aC). … ; por occidente profundizó en Hispania, Galia (58-50 aC), Britania (43-46 dC), y por el norte alcanzó y superó los ríos Danubio y Rhin. En el siglo II dC, el imperio de Trajano (98-117) dominaba todo el mediterráneo, Asia Menor y Mesopotamia hasta el golfo pérsico, incorporando los territorios del oriente más o menos helenizados (fig. 3). El emperador Teodosio, a su muerte en 395 aC, dividió en dos el imperio Romano: el de Occidente, sucumbió en 476 ante los bárbaros; y el de Oriente, sobrevivió hasta 1453, fecha en que los turcos conquistaron Constantinopla, oficialmente reconocida desde 1930 como Istanbul.


Fig. 3: Imperio romano en su momento de máxima expansión, antes de dividirse en 395 dC al fallecer Teodosio el Grande.

Las influencias culturales mutuas entre Roma y Grecia fueron insólitas en cuanto a la participación del pueblo incorporado al incorporador. Roma asimiló sus dioses propios a los griegos, y copió algunos más llegados de ellos o a través de ellos. La influencia griega en medicina, filosofía (epicureismo, pitagorismo, estoicismo) y deporte fue grande, y menor en derecho, donde no obstante sincretizó e incorporó conceptos de muchas de sus provincias conquistadas, principalmente griegas. Roma copió el sistema escolar de los griegos, con 3 grados de enseñanza. El pueblo griego, pese al desdén del conquistador hacia el conquistado, adquirió un gran prestigio de intelectualidad y eficacia. Livius Andronicus tradujo la Odisea (c. 204 aC) al latín. Muchos intelectuales de cultura helénica siguieron escribiendo en griego, como el moralista Plutarco (*circa 48-x122 dC), el filósofo Epicteto (*c. 55-x135 dC), el geógrafo Estrabón (*63 aC-xc. 21 dC) y el médico Galeno (*c.130-x201 dC). E incluso algunos romanos, como el emperador Marco Aurelio (*121-x180 dC) o el médico Teodoro Prisciano (siglo IV dC), escribieron ocasionalmente en griego para una élite intelectual.

Entonces como ahora, el imperio ocasionalmente ganador es prepotente y menosprecia al vencido mientras dura su hegemonía. Esto también sucedió en los primeros siglos del imperio romano, y se atenuó después. Se añadía a esto que las profesiones manuales y liberales eran despreciadas por la aristocracia política y económica. Por ello, la mayor parte de los médicos «sanadores» romanos eran esclavos o libertos griegos, y en menor medida, inmigrantes egipcios y judíos (19). Sólo una minoría de los médicos pertenecía a una clase intelectual.

Entre las muchas palabras griegas que Roma fue asimilando de los griegos está el diminutivo kollyrion. El intelectual romano que lo usaba podría haberle incorporado alguno de sus diminutivos latinos (-olus, -elus, ulus, -culus, como hizo con hordeolus, nebula, nubecula, ungula, y tantos otros términos), pero en las más de las veces lo transformó en un neutro latino terminado con el morfema –um (collyrium). Así, kollyrion pasó a ser collyrium —como pterygion lo tradujo por pterygium, y symposion por symposium— …. En uno u otro caso, para el pueblo latinoparlante el nuevo término latinizado dejó de interpretarse como diminutivo, y en su nueva forma lo identificó con un substantivo positivo de género neutro.

El término ya latinizado collyrium, lo usaron Plinio (*32-x79 dC) (23), Celso (*25 aC-x50 dC (6), y Horacio (*65-x8 aC) (13) para denominar los ungüentos, supositorios y líquidos medicinales (16). Como decíamos, los romanos no reconocían el término collyrium como un diminutivo, y esto explica que Emilio Macro (x16 aC) (1,5) hizo su propio diminutivo latino creando el término «collyriolum» para los supositorios pequeños.

En el imperio Romano de Occidente y sus posteriores fragmentos, el latín siguió siendo la lengua de transmisión científica durante toda la Edad Media, pero durante este tiempo continuaron introduciéndose algunos términos y neologismos de raíces griegas, a veces a través de traducciones árabes. En la Edad Moderna el latín acabó siendo sustituido en el mundo culto europeo occidental por las lenguas autóctonas, muchas de ellas derivadas del latín, y con ello, la lengua griega aumentó su influencia en el suministro de neologismos, que incesantemente aparecen

   

ESPAÑA

Veamos cómo evolucionó el término collyrium en las lenguas hispanas. La Hispania romana siguió como el resto del mundo grecorromano una compleja evolución político-administrativa. A lo largo del medioevo surgieron paulatinamente dialectos y subdialectos del latín: gallegos, bables, leoneses, portugueses, mirandeses, castellanos, aragoneses, catalanes, valencianos, baleares, mozárabes, sefardíes, etc. De la mezcla de ellos, con una base principal en el castellano, y con múltiples influencias no latinas, principalmente árabes, celtíberas, vascas y americanas, surgió el español actual (fig. 4). Veamos cómo evolucionó el término collyrium.


Fig. 4: Imperio hispano-luso en su momento de máxima expansión entre 1580 y 1640.

Desde la invasión árabe de la península ibérica, el término usual para designar el colirio pastoso o seco fue sief, o sus variantes xief, axief, gyeg, y cief, todos ellos derivados del árabe siyaf (colirio secos) (12). El término sief traspasó el Renacimiento y era aún utilizado habitualmente por el manchego Ruyzes de Fontecha (1606) (27). También se usó, aunque con menos profusión, en Francia, Italia y otros países europeos.

El término colirio se documenta por primera vez en castellano como conlirio, en la traducción de Calila e Dimma (año 1251) (2). Laguna (1555) (16) lo recogió como voz latina, sin darle equivalencia castellana (16,8).

Paulatinamente el significado del término colirio (en español), colírio (en portugués), colirio (en castellano), colliriu/cuelliru (en bable), coliri (en catalán), antaño usado para pastas de aplicación en cualquier parte del cuerpo, fue restringiéndose en dos aspectos:

1) En cuanto a su utilización, sólo para medicamentos aplicados a la superficie ocular, y

2) en cuanto a su consistencia física, sólo para los de naturaleza líquida.

Estos dos cambios se fueron haciendo en toda Europa en la baja Edad Media y en la edad Moderna. Así, el milanés Guido Lanfranco (*c. 1245-xpost 1306) (17) escribió que el colirio blanco de Galeno y el colirio de clara de huevo curan la sangre, lo que muestra aplicaciones no oculares. Pero el genovés Simonis Januensis (siglo XIII-XIV) (28), que señaló la sinonimia de los términos colirio y sief, citó varias decenas de colirios, y todos aquellos de los que citó sus indicaciones, son para los ojos, lo que hace suponer a Esteban de Antonio (12) que en su ambiente el término colirio ya sólo se aplicaba para medicamentos de aplicación surfocular. Simonis Januensis (28) y el manchego Ruyzes de Fontecha (*c.1565-x post 1613) (27) hablan de xero-collyrios, pero como expone Esteban de Antonio (2002) (12) no aportan datos sobre si se trata de colirios secos (es decir, polvos o pastas semisólidas) o de colirios desecantes (que curan el lagrimeo, la diarrea o la exudación de heridas cutáneas). Hurtado de Mendoza (1840) (15) interpreta que los xero-colirios eran polvos o ungüentos espesos, y que los hygro-colirios eran líquidos.

Un manuscrito anónimo del siglo XV conservado en la Biblioteca Colombina de Sevilla cita un colirio líquido hecho con zumo de ruda y agua de vid para aplicar en la oreja (3), lo que indica que en otros lugares persistía la aplicación no ocular. Pero esto fue cambiando poco a poco, con altibajos probablemente derivados de influencias culturales dependientes del ambiente socio-geográfico. Por ello, en los autores que hemos encontrado referencias al término colirio, indicamos su procedencia geográfica. Ya en la Edad Moderna, en el siglo XVI, el segoviano Andrés de Laguna (c.*1494-x1560) (16) escribió en sus anotaciones al Dioscórides que los colirios son medicinas líquidas para los ojos y para otras partes; esta forma de expresar indica que su aplicación preferencial eran los ojos. El fraile agustino y médico Augustín Farfán (13) publicó en Méjico, 1592, que las llagas de las partes genitales sanan curándolas 2 ó 3 veces al día con colirio de Lanfranco. En el siglo XVII, el ya citado ciudadrealeño Ruyces de Fontecha (27), catedrático de la Universidad de Alcalá, definió el colirio como una medicina aplicada en los ojos. El toledano Covarrubias (*1539-x1613) (10) escribió que el colirio es un medicamento compacto, largo y fino, pero más adelante, añadió que particularmente se llama colirio cualquier medicamento líquido para tratar los ojos. Y el amstelodamense Esteban Blancardo (*1650-x1704) (4) dijo que los colirios son medicamentos para los ojos en forma de polvos, ungüentos o líquidos. En el siglo XVIII, el Diccionario de Autoridades (1726) definió colyrio (23) como un medicamento líquido para los ojos; no señaló formas sólidas o pastosas, ni aplicaciones extraoculares. Y en su segunda edición (1780) (24) como «Agua compuesta de varios ingredientes, que sirve para curar, ó corregir la fluxîon de los ojos. Collirium» (sic). Y el vizcaíno Terreros (*1707-x1782) (30) lo expresó como «término de medicina, remedio exterior, destinado para las enfermedades de los ojos», sin especificar si se trata de un líquido o un sólido. En el siglo XIX, el catalán Capdevila (*1790-x1846) (7) escribió que los colirios pueden ser polvos, mixturas o infusiones, y sólo señaló los ojos como objetivo de aplicación. Por la misma época, el estrasburgués franco-alemán Stoeber (*1803-x1871) (29) dijo que antes se aplicaba el nombre de colirio a todo medicamento sólido, líquido o gaseoso para los ojos, pero que en su época, los más restringían este término para sólo las formas líquidas. Y Hurtado de Mendoza (1840) (15) escribió que antiguamente el colirio era un medicamento sólido, cilíndrico y alargado, para introducir en la vagina, ano, oídos o narices en las enfermedades de estas partes, pero que en su época se utilizaba esta denominación sólo para los aplicados a los ojos, bien fuesen secos y sólidos (xero-colirios), bien líquidos (higro-colirios).

El último Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) (26) define el colirio como «medicamento compuesto de una o más sustancias disueltas o diluidas en algún líquido, o pulverizadas y mezcladas, que se emplean en las enfermedades de los ojos». Esta reciente definición limita el término colirio a la medicación de uso surfocular, pero ¿deja abierta la puerta a que una pasta pueda volver a ser denominada colirio en lenguaje moderno?

  

AGRADECIMIENTOS

Los autores agradecen la ayuda recibida de Jaime Contreras, Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Alcalá, Rosa Martínez de Codes, Catedrática de Historia de América de la Universidad Complutense, Dolores Lara Nava, Catedrática de Filología Griega del CSIC y Mané Veloso, Doctoranda de la Universidad de Coimbra.


BIBLIOGRAFÍA


  1. Aemilius Macer. De virtutibus herbarum. (Siglo I aC).

  2. Anónimo. Calila e Dimma. Traducción del árabe al castellano de 1251. (Edición de Alemany, Madrid. 1915, pág. 57).

  3. Anónimo. Tesoro de la Medicina. Manuscrito del siglo XV conservado en la Biblioteca Colombina de Sevilla, con el nº5-1-17.

  4. Blancardus, Stephanus (Steven Blankaart, de Amsterdam). Lexicon Medicum Graeco-latinum. Jena: Ed. Literis Mullerianis, 1683. 1.ª edición en Leyden 1680.

  5. Blánquez Fraile A. Diccionario Latino-Español. Barcelona: Ed. Sopena. 1985.

  6. Celsus, Aulus Cornelius. De re medica. (siglo I dC). Citado por Blánquez A (5).

  7. Capdevila Massana R. Elementos de Terapéutica y Materia Médica. Madrid: Impr. Gómez Fuentenebro. 1830.

  8. Corominas J, Pascual JA. Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico. Madrid: Ed. Gredos. Volumen 2. 1980.

  9. Cortelazzo M, Michele A. Dizionario Etimologico della Lingua Italiana. 2ª edición. Bolonia: Ed. Zanichelli, 1999.

  10. Covarrubias, Sebastián de. Tesoro de la Lengua Castellana o Española. Madrid: Impr. Luis Sánchez. 1611.

  11. Dioscórides Anazarbeo. (siglo I dC). De materia medicinalis. Vide: Laguna, Andrés de (16).

  12. Esteban de Antonio, M. Estudio Histórico sobre la Nomenclatura Oftalmológica del Diccionario Médico (año 1606) de Juan Alonso y de los Ruyzes de Fontecha. MacLine SL. ISBN 84-932744-1-0. 2002. Cap 18, pp 101-128.

  13. Farfán, A. Tractado Brebe de Medicina. Mexico: Impr. Pedro Ocharte. 1592.

  14. Horatius Flaccus, Quintus. Citado por Blánquez A (5).

  15. Hurtado de Mendoza M. Vocabulario Médico-quirúrgico o Diccionario de Medicina y Cirugía que Comprende la Etimología. Madrid: Impr. Boix. 1840.

  16. Laguna, A de. Traducción griego-castellano con anotaciones del «De materia medicinalis» de Dioscórides. 1555; y Annotationes in Dioscoridem Anazerbeum. Lyon y Venecia 1y54, y Amberes 1555.

  17. Lanfranco da Milano, Guido. Ars completa totius chirurgiae.r. Manuscrito de Cirugía Mayor, de 1290. Madrid: Biblioteca Nacional 2147: Ed. Enrica J. Ardemagni.

  18. Lavoisien JF. Dictionnaire Portatif de Médécine, d’Anatomie, de Chirurgie, de Pharmacie, de Chymie, d’Histoire Naturelle, de Botanique et de Physique. Paris: Ed. Barrois. 1781.

  19. Lyons AS, Petrucelli RJ. Medicine. An Illustrated History. Nueva York: Ed. Abrams. 1978.

  20. Murube del Castillo, J. Epílogo. In: Esteban de Antonio M. Estudio Histórico sobre la nomenclatura oftalmológica del diccionario médico (año 1606) de Juan Alonso y de los Ruyzes de Fontecha. MacLine SL. ISBN 84-932744-1-0. 2002; pp 229-247.

  21. Murube del Castillo J. Oftalmonomía saharaui. Arch Soc Canar Oftalmol. 1976; 1: 95-126.

  22. Murube J. Age-related macular degeneration is a cause of centrotyphlosis but not of blindness. Surv Ophthalmol 2006; 51: 3.

  23. linius Caius Secundus. Historia naturalis. Citado por Blánquez A (5).

  24. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Castellana (Diccionario de Autoridades). Madrid. Impr Fco del Hierro. Tomos I a VI. 1726-1737.

  25. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Castellana. 2.ª edición Madrid.R.A.E., Impr. Ibarra. 1780.

  26. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. 22 edición. Madrid: R.A.E. 2001.

  27. Ruyzes de Fontecha, Juan Alonso y de los. Diez Privilegios para Mujeres Preñadas. Apéndice con diccionario. Alcalá de Henares: Impr. Luis Martynez Grande. 1606.

  28. Simonis Januensis. Opusculum cui nomen clauis sanationis simplicia medicinalia, latina graeca et arabica ordine alphabetico mirifice elucidans. Circa 1288-1304. Edición de Venecia 1514.

  29. Stoeber V. Manuel Pratique d’Ophtalmologie. París y Estrasburgo: Impr. Levrault. 1834.

  30. Terreros y Pando, E de. Diccionario Castellano con las Voces de Ciencias y Artes. Madril: Impr. Vda. de Ibarra, 1786. Tomo I. p. 461.