LA VENTANA DEL RESIDENTE


El descanso del guerrero

ARNALICH F1

1 Fellow del Moorfields Eye Hospital de Londres.


Ubicada en el Valle del Tea, Mondariz destaca por una belleza natural que le confieren una atmósfera placentera propicia para el descanso del cuerpo y espíritu. Allí los laboratorios Alcon organizan para los residentes terminales un retiro dorado entre pinos, robles y una cadena montañosa de donde surgen aguas supuestamente milagrosas. Es el descanso del feroz guerrero, que tras 4 años de lucha constante de superación, reflexiona junto al resto de su generación qué ha sido, y sobre todo qué será.

Este espacio quiere rendir homenaje a la promoción de oftalmólogos, muchos de ellos nacidos en el mítico 1978, que comenzaron la residencia en el 2003, antes de que el infiniti, el avastin o la terapia fotodinámica pasaran a ser parte de nuestro trabajo cotidiano cuando aun era un lujo contar con OCT, Confoscan o BMU. Compruebo con satisfacción como el que más o el que menos ha logrado, no sin esfuerzo e incertidumbre, abrirse un hueco en el nuevo mundo en el que irremediablemente nos han soltado ya sin amarras ni redes, los torcidos renglones del mercado laboral.

Las opciones son diversas, al igual que los condicionantes, lo que hace que la mayoría haya encontrado su hueco, que en muchos casos resulta personal e intransferible. Y es que la diversidad de gustos y de necesidades hace que la gente disfrute con las opciones más variopintas.

Los hay que se quedan en su casa, allá donde se han formado para seguir participando de un ambiente que ya conocen y en el que es de suponer que han estado a gusto. Dejarán de ser la cabeza de ratón para ser cola de león, pero que les quiten lo bailado. Serán eternos residentes hasta que el polvo del camino borre sus huellas de una vida anterior, o hasta que aparezca un nuevo eterno residente. Otros vendrán que buenos nos harán dice el saber popular.

También los hay que ponen tierra de por medio, por motivos familiares, personales, o porque resulta la única forma de tener un puesto aceptable con un sueldo y reconocimiento acorde a su nivel de preparación. En cualquier caso es de admirar el que uno coja carretera y manta y se lance de nuevo a la aventura, a lo desconocido, a todos ellos les deseo mucha suerte en los nuevos compases de la vida.

Aunque la mayoría conservamos el gusto por la sanidad pública, a pesar de todos lo pesares, los hay que cuelgan las botas de la pública y ya se lanzan de cabeza a la sanidad privada. Para ellos también todo el apoyo posible, eso sí que es un nuevo mundo, aunque hay residentes que ya tienen experiencia en estas lides. No les debe temblar las manos porque su formación seguro que es excelente.

Por último, hay quienes entierran el hacha durante 1 año, quién sabe si más, y migran fuera de nuestra querida patria muy lejos del cocido madrileño, el sol y sombra, y la niña/o de sus ojos, en busca de nuevas experiencias oftalmológicas en otros países de nuestro entorno. Sin perder de vista que la formación de los residentes españoles es formidable en comparación con la mayoría de países desarrollados, esta experiencia no hace sino consolidar la base ya adquirida.


Fig. 1: Puñado de guerreros aguardando a recibir la purificación termal. Mondariz 2007.

Pero independientemente de la opción elegida, sea más o menos de nuestro agrado debemos recordar que los pasos que damos no son hacia callejones sin salida, no está todo irremediablemente escrito. Cualquier opción no es más que un trampolín que dirigido convenientemente debe apuntar hacia nuestra futura realización, satisfacción y felicidad.

En fin compañeros, ni somos los primeros ni seremos los últimos en enfrentarnos al pasar de los tiempos. Cuentan que una vez se oyó la voz de un poeta gritar «todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, caminante no hay camino, se hace camino al andar...» y así es, por mucho que algunos empiecen subidos a un todoterreno.