LA VENTANA DEL RESIDENTE


London eye

ARNALICH F1

1 Fellow en Córnea, Enfermedades Externas y Cirugía Refractiva del Moorfields Eye Hospital, Londres.


Desde mi nueva ventana, en la ciudad vieja, el gris marengo que inunda el cielo no me impide ver el colorido hormigueo de gente en constante revuelo que pisa las dos orillas del río Támesis.

Aquí la izquierda es derecha, y la derecha izquierda, y el centro no existe. Si no entiendes esto, corres serio peligro, especialmente al cruzar la calle. La ventaja es que nada es anárquico, todo está convenientemente señalizado (salvo el nombre de las calles), y no tienes más que dirigir la vista hacia abajo para saber por dónde van a venir los coches, qué paradoja. Aquí «5» de glucosa no es para preocuparse, aunque yo quería hacerme desaparecer. Aquí 30º en quirófano no es calor, sino un frío insufrible. Y es que nadie se acuerda que cruzando el Cantábrico los miligramos se transforman en milimoles, los grados centígrados en Fahrenheit, los metros en pies, y los kilogramos en libras, ni siquiera se permite en este rincón de Europa, la entrada al euro.

Pero el hombre es el animal mejor adaptado, y enseguida supera las condiciones adversas. Y el inglés aprendido en el barrio de Ciudad Lineal se convierte en un refinado inglés británico. Y el oído se modula, evoluciona y uno es capaz de entender lo que antes resultaba ininteligible, desde el inglés africano-caribeño, pasando por el inglés bengalí para llegar a dominar el inglés escocés, que no es moco de pavo. Es como si en una de esas obligadas visitas al Museo Británico esa parte del cerebro que se encarga de la verbalización se hubiera genialmente petrificado en forma de Piedra Roseta.

Desde mi nueva ventana, la ventana del fellow, uno se da cuenta que humildemente queda mucho por aprender. La residencia aquí en Inglaterra, les lleva más de 8 años a los autóctonos, que suele prolongarse si hacen la tesis doctoral, o el grado de doctor en medicina. Para los países anglosajones, y hablo del Reino Unido y de Estados Unidos de América, el fellowship es un eslabón imprescindible para poder optar a una plaza en un hospital terciario. Muchas veces uno no basta, y deben coleccionar varios antes de contar con un aceptable puesto de trabajo. En Inglaterra la maldita ley del péndulo, que los gestores suelen aplicar pasionalmente, ha hecho que donde había escasez de médicos ahora haya una angustiosa y excesiva competencia. Para nosotros, sin embargo, que tenemos la suerte de no estar aún en esa situación, el fellowship es la oportunidad de rizar el rizo de nuestra residencia y de aprender desde una perspectiva completamente distinta.

Aunque en España ya hay algunos programas de fellowship, hasta lo que yo conozco en centros oftalmológicos privados, eso sí muy bien preparados, este fenómeno es natural de los países anglosajones. Se ofrecen plazas para fellowhips de lo más diverso, Oftalmología Pediátrica, Cirugía Vitreorretiniana, Córnea y Segmento Anterior, Retina Médica, Glaucoma, Neurooftalmología, Oftalmología Oncológica, e incluso Anatomía Patológica Ocular.

El procedimiento es relativamente sencillo. Uno debe echar el ojo a algo que le interese, y estar atentos porque las plazas suelen convocarse hasta 1 año antes de la incorporación. La selección suele incluir una entrevista en la que confrontan al candidato con situaciones reales, e investigan minuciosamente las habilidades del entrevistado, especialmente las sociales. No les sirven los genios, ni los que tienen mucho genio. Buscan en general personas fáciles de llevar, y que no les hagan el año imposible. Dada la gran cantidad de candidatos, todos muy preparados, obviamente uno tiene que demostrar cierto interés y dedicación a la oftalmología, y las publicaciones internacionales dan, en parte, fe de ello.

El trabajo del Fellow, es muy variable, y depende de la subespecialidad, del Hospital, e incluso diría que del país. No tiene nada que ver el fellowship que conocí de pasada en Estados Unidos con el que estoy viviendo en primera persona en el Reino Unido.

Por lo general se trabaja a doble jornada, desde el alba hasta la puesta de sol que aquí los días son muy cortos, y las noches de invierno muy largas. Sin embargo casi siempre te otorgan un día sabático para dedicarlo a la investigación, ya se sabe, exprimir pero no ahogar. Dependiendo de la subespecialidad suele haber un 30 a un 40% de componente quirúrgico. Las guardias son localizadas, aunque ser el centro de referencia de urgencias para 10 millones de habitantes, no ayuda y te obliga a estar localizable, ya sea en un delirante musical de los Monty Python o en la emocionante final de la Copa de Europa de Baloncesto.

El dinero no debe ser la motivación especial. Si cabrea que 100 pesetas al final se redondeen a un euro, ni os cuento lo que es que lo que valga un euro, nos lo transcriban en uno, dos o tres libras esterlinas. Aun así, resulta suficiente para dormir dignamente, tomarse unas pintas cuando apetezca, y evitar la comida basura que prolifera como hongos en esta ciudad.

Desde mi ventana del Hospital Moorfields Eye Hospital, se ve la City Road, dando la espalda al prodigio arquitectónico The Gherkin, un supositorio con muy buen gusto. Desde esta ventana estoy saboreando de nuevo la especialidad, eso sí, con mucha flema británica.