LA VENTANA DEL RESIDENTE


Siempre o nunca

HURTADO J1

1 Residente del Hospital Ramón y Cajal. Madrid.


Queridos lectores,

El MIR es como un embarazo: nueve meses de gestación y cinco horas de parto… ¡¡Sin epidural!! Es un examen que nos enseña muchas cosas de la vida diaria: que tus dudas sobre si te gustaba estudiar no se despejan sino que desaparecen… ¡odias estudiar!, que la vida monacal no es deseable ni siquiera sin votos… y que siempre debemos dudar de las opciones en el examen test en las que ponga SIEMPRE o NUNCA; al fin y al cabo, a veces llegan a ser los mismo. Valga como ejemplo el ¡hasta siempre! o ¡hasta nunca! Significan lo mismo.

Antes del MIR, en una pareja, la novia le dice al novio —«Te quiero para siempre», y él responde —«Yo también». Después del MIR, la novia le dice al novio —«Te quiero para siempre», y él responde —«¡¡Falsa, ésa es la falsa!!

Y es que el MIR, como un embarazo o un parto, te cambia la vida, eso está claro, pero nos enseña que la Medicina no es una ciencia exacta y que nos tenemos que mover en el arte de «hacer la mayor cantidad de bien intentando hacer la menor cantidad de mal». Si los resultados se apreciaran a simple vista y las deducciones de los estudios fuesen siempre o nunca válidas… ¡¡la Estadística no nos tendría que solucionar el problema!! Por eso es muy útil tener claro que no debemos expresar ni leer las cosas como si fueran absolutamente verdad… porque al día siguiente llega el paciente que nos demuestra lo contrario. Lo mismo ocurre cuando tenemos que leer o escribir artículos científicos en los que hay siempres o nuncas que están disfrazados: aconsejaría no tomarse muy a pecho aquellos en los que apareciesen palabras como «sólo ocurre en…», «únicamente afecta a…», «es absolutamente específica de…», «es tratamiento de elección independientemente de…», «aparece en cualquier situación…», «invariablemente aboca a…», «su presencia permite excluir…», «es absolutamente seguro que…», «sea cual sea…». Dudar, dudar y dudar de todo lo que sea muy categórico. No descubro nada nuevo, esto es lo que describió Newton y que estudiamos en el Instituto cuando éramos adolescentes: «la ley de la dubitación universal». Descartes llegó a dudar de que dudaba… y pasó a la historia.

Me viene a la mente un ejemplo de lo que digo cuando en algún sitio leo que «el tratamiento (de tal enfermedad) es exclusivamente oral…» y pienso que una parte es verdad y otra mentira: la verdad es que a muchos pacientes sólo los curas con tratamiento oral… es decir… hablando; la mentira se ve claramente con un paciente que tuvieron hace poco los otorrinos en la urgencia con una otitis externa al que, pocos días después, hubo que sacarle la aspirina del oído… ¡Nadie le dijo que había que tomársela por boca! Lo curioso es que mejoró… Imaginemos: «Aspirina local como opción terapéutica en la otitis externa: a propósito de un caso». Así se forja la evidencia… ¡olé!

Dudo cuando leo que algo «conduce indefectiblemente a…», «con toda probabilidad lleva a…», «permite descartar con seguridad…», «debe ser tratado sistemáticamente para evitar…», «de cualquier tipo…», «tiene un curso invariable», «de forma constante se asocia a…», «es obligado que…», «aparece en cualquier situación» o «tan solo se produce en…». Todas las publicaciones están repletas de un carnaval de siempres o nuncas. ¡Pues no nos la van a colar!

Aconsejaría movernos con expresiones y términos más prudentes: «la enfermedad se ha descrito en…», «generalmente», «suele», «casi siempre», «es posible», »existen casos», «no necesariamente», «existe riesgo de», «en ocasiones se recurre a…», «no es infrecuente que…», «a veces es…», «habitualmente»… y la que más me gusta a mí es el PUEDE. Un «puede» siempre es verdad y nunca falla. Se puede dar la siguiente situación:

Doctor, ¿lo mío tiene cura? —Puede. —¿Me van a operar? —Puede. —¿Tardarán mucho tiempo en operarme? —Puede. —¿Me operará usted? —Puede.

Realmente al paciente no le estás mintiendo, sólo estás siendo un poco impreciso, vago, indefinido, casi algo confuso, pero nada más. Tus afirmaciones se basan en la evidencia más rotunda. ¡Todo puede ser en Medicina! Obviamente exagero pero la realidad podría no ser muy diferente.

Ya por último, un consejo: nunca digas que algo es «irreversible». Imaginemos a un paciente muy anciano con una evisceración que nos pregunta después de la operación si va a recuperar la vista por ese ojo… después de recuperarnos del asombro, podemos recordar la lista de expresiones radicales que no podemos utilizar… y para salir airosos de la situación deberíamos responder… —¡Puede! ¡No se puede descartar!

Lo demás es mojarnos demasiado... pero ¿acaso no es eso lo bonito de la Medicina? ¿La duda?