LA VENTANA DEL RESIDENTE


CLADE 2008: una odisea en el espacio

HURTADO J1

1 Residente del Hospital Ramón y Cajal. Madrid.


Querido lector,

Acá me hallo con mi lapicera (bolígrafo) escribiéndote desde el avión de vuelta del CLADE 2008 (Congreso del Consejo Latinoamericano de Estrabismo) que se celebró del 1 al 4 de Octubre en Buenos Aires. Te escribo porque el celular no funciona y no logré meter el cargador en el enchufe ¿sí?

No sabés lo contento que estuve en Argentina. El viaje de ida en avión fue relindo. Arribamos a Buenos Aires el martes y tomamos un remis (taxi) hasta el hotel. Acá podés tomar remises, colectivos (autobuses) o autos (coches) para llegar a los hoteles pero debés manejar lento en hora pico para no ingresar en la gendarmería. Hacía lindo tiempo.

El Congreso fue bárbaro. Allá estábamos 35 españoles a la conquista de Las Indias con 16 pósteres y 3 comunicaciones orales. Fue increíble estar compartiendo sala con los padres de la Estrabología que parecían salidos de una película de ciencia ficción: Anakin Sky-Jampolsky (ver Star Wars: episodio III), el capitán Barbosa (ver Piratas del Caribe) o Alan Scott (de ScottLan Yard) aunque para mí el que baraja las mejores opciones, el as de todos, es Harley Bicas: el As de Bicas. ¡Aquello sí que era respirar Ciancia… digo Ciencia! Que algunos residentes hayamos podido compartir experiencias con estos grandes maestros ha sido todo un privilegio. Fueron cuatro días intensos y fructíferos. Si hace 500 años los españoles fuimos a conquistar Las Américas y volvimos con oro, hoy volvemos con un tesoro mucho más valioso y liviano: el conocimiento como cimiento de nuestra formación. Ahí es nada.

¡Y qué decir de Buenos Aires! Lo mejor de la ciudad es que está llena de unas cosas que se mueven por todos los lugares… ¡ah, de argentinos! Lo mejor de Buenos Aires son los argentinos. Son gente peculiar. Las mujeres por ejemplo son lindas pero bravas. Ya lo sufrí. Una cosa que me sorprendió de ellos es que toman mate en las calles, en los bancos, en los jardines… toman mate como locos… como locos de remate, diría yo. Son muy graciosos, pero graciosos de los auténticos, de los que siempre dicen gracias. Son además tiernos, pero no de ternura sino de ternera, porque filetes más jugosos que los que he probado en Argentina no los he visto nunca… ¡eso te tiene que dar ternura seguro! El lema allá es: «Vaca que no has de comer, dejála correr». Pero corren poco…

De todas formas, si hay algo que pueda destacar de los argentinos, algo que enfatice su carácter, algo que les pierda… eso es la boca, bueno, El Boca, «El Boca Junior». El fútbol es como una institución en el país, digna de devoción… ¡perdí la cuenta de cuántos canales de televisión eran sólo de fútbol! Fuera de bromas, está claro que el habla de los argentinos tiene algo especial que nos cautiva: como un canto seductor de sirenas. Con decir que vas buscando por la calle Florida de Buenos Aires algún regalo, entrás en una tienda de ropa, te aborda una dependienta no muy linda pero salerosa, empieza a adularte con el canto de sirena y cuando salís de ahí lo hacés en cueros… chaqueta de cuero, botas de cuero, gorro de cuero, billetera de cuero… y encima reconento. Bueno, a lo mejor en cueros cueros no salís, pero sí con menos «pesos». Incluso después de ese episodio, muerto de cansancio, una argentina consiguió venderme una caja de mate des-matado… y reviví. En fin, si no te conquista un argentino, no esperés que lo haga el destino. Definitivamente son los grandes seductores del mundo. Los conquistadores hemos vuelto a España conquistados.

Acabado el Congreso, viajamos al sur del país para conocer un pedacito de la Patagonia argentina. Desde el aire vimos la famosa región de la Pampa donde se cultiva todo el trigo y se cría la mayoría del ganado de Argentina que tanto reconocimiento tiene. De ahí viene aquello de que la pampa es «pam-pa hoy y pam-pa mañana». Tras una escala y varias horas de vuelo llegamos a una ciudad returística llamada Calafate. Capaz que al principio la Patagonia argentina te parece una tierra pobre, pero luego te das cuenta de que es muy rica. Está llena de aves, ovejas y muchos perros negros ovejeros que, concretamente en Calafate, no son tan ovejeros porque andan por las calles y te piden comida a todas horas… son los «perritos morenos». El que ha ido sabe que no miento.

Estando allá, anduvimos por bosques andino-patagónicos, por glaciares andino-patagónicos, conocimos a gente andino-patagónica y comimos cordero patagónico a secas, es decir, sin salsa. Reconozco que, aunque estaba delicioso, me costó tragarlo.

Pero lo mejor de todo fue conocer el reino de los glaciares. Vos no podés imaginarte lo que era eso. Uno se ve rechiquito en el barco ante esas colosales moles de hielo rodeados de témpanos. Es algo abrumador, inexpresable, indefinible… vamos, como se sentiría una mota de polvo flotando en un cubata. Y luego caminar sobre el glaciar Perito Moreno transmite una sensación indescriptible. Y es que un glaciar es difícil de definir: es algo grande, duro, que a veces avanza y a veces retrocede, que te deja boquiabierto… bueno, no creo que esta sea una clara definición porque se me están ocurriendo varias cosas que cuadran con ella… la Economía, por ejemplo… y otras más sugerentes.

Y ya termino diciéndote, querido lector, que en el «CLADE 2008» hemos demostrado que ciencia y ocio casan bien. Pero más allá de la maravillosa experiencia, de que todos estemos, como esta carta, algo impregnados de la cultura argentina, de los conocimientos que hayamos adquirido y de los increíbles paisajes que guardemos en nuestra memoria, lo importante es que tantos españoles interesados en este Congreso indican que algo está cambiando en la Estrabología en España. ¡Aquí hay escuela, señores! Durante estos cuatro días, la Cenicienta de la Oftalmología y el príncipe bailaron un tango. Un encuentro dulce (de leche) aunque con despedida amarga.

No llores por nosotros, Argentina. No llores. Algún día volveremos y colocaremos a la Estrabología en el trono que se merece.

  

AGRADECIMIENTOS

A Karolina Hoffner, Celina Hoffner y Reidar Hoffner por sus cariñosas correcciones de las expresiones argentinas y a José María Rodríguez del Valle por su aportación fotográfica.