EDITORIAL


El estado de la cuestión

Eres un psicofanta
¿Llamas médico al que se equivoca respecto a los enfermos en tanto que se equivoca?
Pero ninguno de ellos se engaña en tanto que él es lo que dice ser. Médico

Platón
La república o el estado. Libro 1.º


Últimamente se ha producido, como consecuencia de la anglo-sajonización del derecho en la práctica de la medicina, un incremento de la medicina defensiva y una especie de desánimo en la clase médica por el aparente deterioro, en la relación médico enfermo, con respecto al resultado de la aplicación de sus diagnósticos y armas terapéuticas. El riesgo de una demanda por nuestra actuación, aun con una perfecta «lex artis» es una realidad diaria, y aunque hay oftalmólogos que no hemos sufrido, por suerte, aún este hecho, raro es el colega que no conoce a un compañero que haya pasado el calvario de los juzgados.

Una de las especialidades en las que han prosperado las reclamaciones legales ha sido la oftalmología, por suerte no la que más. En los últimos años, ha existido una tendencia clara y sin justificación aparente, ya que las terapéuticas son más eficaces, a un incremento de los actos judiciales por actuaciones oftalmológicas.

Este hecho obliga a los oftalmólogos a incrementar el número de exploraciones, muchas veces injustificadas desde un punto de vista científico, para tener respuesta legal a las posibles demandas de nuestros pacientes. Incrementado el gasto sanitario y aumentando las listas de espera de forma alarmante, en algunos casos. Ante estos hechos, ¿qué podemos hacer como prácticos para intentar resolver el problema?

Nuestro grupo viene preocupándose desde hace tiempo por ello. Tesis doctorales y estudios al respecto han sido realizados o puestos en marcha para valorar la situación. Analicemos las posibles causas del mismo, para intentar encontrar soluciones que corrijan la situación y aprovechándolas, mejorar nuestros modelos de tratamiento a los pacientes.

La primera de todas las causas es el cambio originado en la sociedad con respecto al médico, éste ha dejado de ser la figura paternalista de antaño, que siempre buscaba lo mejor para sus enfermos, para pasar a ser un simple funcionario del estado que tiene que rendir un servicio al ciudadano enfermo y del cual, como con el resto de los funcionarios, hay que desconfiar, ya que intentan trabajar lo menos posible y sólo por dinero. Curiosamente el responsable, ante el paciente sigue siendo el médico y no las deficiencias del sistema donde realiza su función, a las que el enfermo casi nunca reclama, sólo subsidiariamente. Además la sociedad actual no admite, que puedan ocurrir hechos tan naturales como la muerte, en nuestro caso la ceguera, el dolor o la enfermedad y que ésta no tenga cura. El estado del bienestar pone los medios para que esto no ocurra y sino, es culpa del práctico que no sabe evitarlo. Pero en esta pérdida de valores no podemos, como miembros de la sociedad que somos, obviar nuestra propia responsabilidad. los propios oftalmólogos en nuestro afán de simplificar las cosas o con otros fines más espurios, hemos minimizado y minusvalorado nuestros actos terapéuticos de cualquier tipo. Frases como: no se preocupe la cirugía de la catarata no es nada, no hombre no se preocupe los desprendimientos se curan ahora todos, no, con esta técnica de láser les garantizamos 100% de éxito y sin complicaciones, potencian esta percepción por parte de los enfermos. ¿Cómo vamos a tener una valoración real del problema por la sociedad con este tipo de actuaciones? Los que ya vamos teniendo años nos acordamos de frases de nuestros maestros, que hoy prácticamente no se utilizan, cuando prescribían un acto quirúrgico con su consiguiente riesgo, de forma clara y concisa. «Mire UD si esta técnica se complica puede UD quedarse ciego».

Por otro lado los oftalmólogos hemos cedido ante la administración de forma continua, por factores ajenos a la ciencia que profesamos: listas de espera, costes de procesos, etc., el tiempo necesario para poder entablar una relación medico paciente óptima. Muchos de los problemas se habrían resuelto sin causa judicial si previamente se le hubiera explicado al enfermo claramente su dolencia, medios para tratarla y posibles complicaciones y resultados. Esto obviamente no se puede realizar en 10 minutos de consulta oftalmológica y salvo en las consultas privadas personalizadas (no en las grandes compañías privadas en las que ocurre lo mismo), en donde la relación médico paciente aún se conserva, es muy difícil llevarlo a la práctica.

Es importante también el hecho de las evaluaciones del problema por otros oftalmólogos como peritos, la mayoría de éstos pagados por el demandante. Con frecuencia, al estudiar los casos de demanda, hemos observado malas interpretaciones de lo sucedido, complicando aún más el problema, y quiero creer que más por desconocimiento que por razones de otro tipo. Es importante que en nuestros informes sobre la situación de un paciente nos atengamos a hechos objetivos y demostrables con las exploraciones precisas, que por otro lado son frecuentes en oftalmología y no realizar especulaciones sobre las causas si no las podemos demostrar y si uno no es experto en ese tema, aconseje la referencia a otro colega, que lo sea, para realizar un informe cierto, claro y conciso. No crean que defiendo el corporativismo, sino todo lo contrario, el informe estrictamente científico ayuda a la mayoría de los oftalmólogos y clarifica al que no merece tal nombre.

Por último, es importante también ver el papel que juega la situación económica actual. Todas las compañías de seguros consultadas nos indican que habrá un repunte claro de las demandas, derivada de la crisis sólo por el hecho de obtener algo de dinero como se pueda. Como las demandas penales no le cuestan dinero al paciente se incrementará esta vía, aunque como ya sabemos para el oftalmólogo en general no prospere nunca de diligencias previas, al no observarse causa de delito en la mayoría de los casos.

Antes estos hechos ¿qué podemos hacer como oftalmólogos individualmente y como grupo profesional? Es evidente que una respuesta sería la de hacer una oftalmología adecuada al siglo XXI en el que estamos. Por supuesto una adecuada formación profesional y la formación continuada es indispensable, pero la mayoría de los oftalmólogos ya lo hacen y no parece que esto sea suficiente.

En cierta medida, este problema ha provocado que nos protocolicemos al máximo. No voy a resaltar por obvio la necesidad de realizar todos los documentos y protocolos necesarios según la legislación vigente, historia clinica perfectamente rellenada, diagnóstico del paciente y pruebas complementarias bien realizadas, consentimientos informados, etc. Esto probablemente es lo bueno que ha generado la situación, una mejor aplicación del método científico, pero por desgracia tendremos que seguir haciendo medicina defensiva.

En muchos de los casos estudiados, queremos resaltar que quizás se hubieran evitado con una mejor relación oftalmólogo-paciente. Parece pues que, utilizar el tiempo que sea necesario de forma oral, para informar al paciente de la evolución y complicaciones posibles, de una manera clara y realista a nuestros enfermos ayudaría a minimizar la 1.ª de las cuestiones analizadas, mejorando notablemente la relación médico-enfermo, trasmitiéndole al enfermo la situación real de nuestra actividad diaria en los hospitales.

Sin embargo, probablemente será más útil demandar a nuestra sociedad profesional que realice protocolos claros y estrictos parar toda la patología oftalmológica, sus tratamientos y posibles complicaciones, quedando éstos a disposición de los jueces, autoridades sanitarias y socios de la SEO para que en todo momento los oftalmólogos, podamos apelar a que hemos hecho lo que hay que hacer y la evolución obtenida era esperable con los procedimientos actuales. También sería interesante que la SEO nombre sus propios peritos para poder ofertar un servicio de calidad y aséptico avalado por la propia sociedad para informes más justos e independientes, cualificando a los oftalmólogos que quieran realizar dichas funciones y por último sería también de mucha utilidad que se realizara una acreditación por parte de la sociedad cada número de años a determinar en la que se certificara la formación adecuada continuada del oftalmólogo en su desarrollo profesional, que le prestigie ante los organismo judiciales.

Sé que el camino será largo pero estoy seguro que nuestra comunidad científica responderá a estos retos futuros para dignificar nuestra loable profesión.

Prof. Dr. M.A. Zato
Oftalmólogo de cabecera