HISTORIA Y HUMANIDADES


Evolución ontogénica de la secreción lacrimal humana (2.ª parte)

JARRÍN E1, MURUBE J2, PÉREZ-LÓPEZ M1, RUIZ-CASAS D1

Hospital Ramón y Cajal (Madrid).
1 Licenciado en Medicina. Servicio de Oftalmología.
2 Doctor en Medicina.


A lo largo de la historia, como comentábamos en el número anterior de Studium Ophthalmologicum (1), se han descrito tres tipos de secreción lacrimal: basal, refleja y psicoemocional. Pero, ¿en qué momento de nuestra vida aparece cada tipo de lágrima? El orden de aparición en el desarrollo del ser humano fue establecido por Darwin (2) (fig. 1) en 1872, tras observar a su propio hijo. En el nacimiento ya existe secreción lacrimal basal, posteriormente aparece la refleja y en último lugar la psícoemocional (3,4).


Fig. 1: Charles Darwin (*1809-+1882).

Durante años se pensó que los recién nacidos no segregaban lágrimas. Kastner comprobó en 30 experimentos que incluso los recién nacidos prematuros ya tenían secreción lacrimal basal, aunque en menor cantidad que los nacidos a término (5,6). Apt y Cullen estudiaron el test de Schirmer-I en los recién nacidos y comprobaron que el 82% de los nacidos a término presentaban un Schirmer-I mayor de 15 mm. Si la secreción era inferior a la normal, se les estimulaba para provocar el llanto realizando una segunda prueba, en la que el 96% presentaba una secreción lacrimal normal. Tras la primera semana el 95% segregaban una cantidad normal de lágrima sin estimulación. Hallaron que la frecuencia de secreción lacrimal normal en los prematuros estaba relacionada con el peso corporal y demostraron que todos los neonatos presentan una lubricación surfocular corneal adecuada (7).

En cuanto a la vida intrauterina, según algunos autores los primeros signos de secreción lacrimal surgen a final del quinto mes; otros no los señalan hasta los 8 meses (6,8). La secreción lacrimal basal es la única presente al nacimiento y en los primeros días de vida (5,9). La producción lacrimal del recién nacido es muy escasa; aumenta rápidamente en los primeros meses, y alcanza su máximo en la pubertad y principio de la edad adulta, momento en el que la secreción es de unos 10mL diarios. En el anciano la secreción disminuye (6).

En el ser humano la secreción lacrimal refleja se manifiesta en los primeros días o semanas de vida, con una importante variación individual (3,10). Darwin rozó accidentalmente el ojo abierto de uno de sus hijos cuando tenía 77 días, lo que le provocó un fuerte lagrimeo en ese ojo, y aunque el niño gritó violentamente, el otro ojo permaneció normalmente seco. Así determinó que el llanto reflejo precede al emocional, y suele aparecer entre los 20 y los 104 días (2). A la misma conclusión llegó Kirchstein estudiando 253 neonatos en la Charité y otros centros hospitalarios de Berlín (4). En algunos niños ya desde el nacimiento puede provocarse un llanto reflejo, según comprobó Axenfeld irritando la mucosa nasal de 16 recién nacidos y lactantes de pocos días introduciendo por sus narinas un pincel o una sonda durante 30 segundos, consiguiendo provocarles un lagrimeo reflejo (11). Este hecho de que algunos recién nacidos, aunque no todos, tengan capacidad de secreción refleja también fue comprobado por Sjögren (12).

El retraso de la aparición del lagrimeo reflejo trigeminal parece deberse a la inmadurez del sistema nervioso (6,13). Axenfeld explica que la razón por la que la glándula lagrimal no presenta secreción al nacimiento se debe a la falta de desarrollo de los centros neurales que la inervan, pues el nervio lacrimal se encuentra ya perfectamente mielinizado (11).

En cuanto al tercer tipo de lacrimación, la secreción lacrimal psicoemocional, Darwin observó el primer episodio de llanto psíquico en su hijo a los 139 días (2). Estableció de este modo que el llanto psíquico aparece después que el reflejo (4) (fig. 2) . Excepcionalmente algunos individuos no desarrollan lagrimeo psíquico (14).


Fig. 2: Lactante derramando lágrima psicoemocional de petición de ayuda, a los 2 meses de edad.

Murube clasificó la secreción lacrimal emocional en de petición y de ofrecimiento de ayuda. En los niños se ha descrito el primer llanto emocional de petición de ayuda desde las 6 semanas (13) a los 4 meses de edad (15,16), siendo el de ofrecimiento de ayuda más propio de una mayor madurez (aunque se han documentado casos a los 5-6 años) (3). Para la aparición del llanto psíquico es necesaria la maduración de la vía eferente parasimpática lacrimosecretora (que ya es funcionante cuando aparece el lagrimeo reflejo) y la de las conexiones nerviosas supranucleares, de desarrollo más tardío. Cuando esto se completa, la glándula lacrimal queda integrada en el circuito psíquico del individuo. Este retraso se debe al mayor tiempo de maduración del sistema nervioso central implicado en él (6).

Bruniquel y Vors observaron que cuando los recién nacidos desarrollan lágrimas su llanto se vuelve más vehemente y se acompaña de movimientos sacádicos de los miembros, asemejándose a la reacción de cólera del niño. El llanto es una de las primeras reacciones psíquicas del recién nacido a las sensaciones, en las que da fe de su vida autónoma aérea, en contrapartida a su vida acuática parasitaria (17).

Por otro lado, según la teoría de Haeckel (18), el desarrollo embrionario y fetal de los organismos individuales (ontogenia) sigue el mismo orden evolutivo que la historia de la evolución de las especies (filogenia), lo que se ha venido expresando como que «la ontogenia recapitula la filogenia». Aunque la teoría determinista de Haeckel ha sido rechazada en muchos aspectos, la noción básica de recapitulación está aun en nuestros días muy en boga, y muchos científicos aceptan parte de sus conceptos (19). En el caso de la lágrima, la aparición ontogénica de los distintos tipos de lágrimas parece seguir el mismo orden que la filogénica.


BIBLIOGRAFÍA


  1. Jarrín E. et al. La evolución de la secreción lacrimal: De la lubricación surfocular en el medio aéreo a los reality shows. Stud Ophthalmol 2010; 28 (3): xxx-xxx.

  2. Darwin C. The expression of the emotions in man and animals. London: Murray; 1872.

  3. Murube J. Basal, reflex, and psycho-emotional tears. Ocul Surf 2009; 7: 60-6.

  4. Sanz A. Historia de la Dacriología. Madrid: Facultad de Medicina. Universidad Autónoma de Madrid; 1981. 357 pp. Thesis doctoralis.

  5. Kastner M. Observations in premature infants. Klin Monatsblätter Augenheilkd Augenarztl Fortbild 1957; 130: 304-10.

  6. Murube J. Dacriología Básica. Madrid: Tecnimedia. Ponencia Anual de la Soc Españ Oftalmol; 1981.

  7. Apt L, Cullen BF. Newborns do secrete tears. JAMA 1964; 189: 951-3.

  8. Weil BA, Milder B. Sistema Lacrimal. Buenos Aires: Ed Panamericana. 1985. Cap. 13: El Ojo Seco. p 124.

  9. Murube J, Murube L, Murube A. Origin and types of emotional tearing. Eur J Ophthalmol 1999; 9: 77-84.

  10. Jones LT. The lacrimal secretory system and its treatment. Am J Ophthalmol 1966; 62: 47-60.

  11. Axenfeld T. Bermerkungen zur Physiologie und Histologie der Tränendrüse. 27º Congreso de la Sociedad Alemana de Oftalmología. Heidelberg 1899.

  12. Sjögren H. The lacrimal secretion in newborn premature and fully developed children. Acta Ophthalmol (Copenh) 1955; 33: 557-60.

  13. Montagu A. Natural selection and the origin and evolution of weeping in man. JAMA 1960; 174: 392-7.

  14. Collins ET. Physiology of Weeping. William Mackenzie Memorial Lecture. Br J Ophthalmol 1932; 16: 1-20.

  15. Morris D. The naked ape. Toronto: Bantam Books; 1969.

  16. Vignat JP, Gougaud G. Lacrimal syndrome. Arch Ophtalmol (Paris) 1976; 36: 773-84.

  17. Bruniquel G, Vors J. Les reflexes lacrymaux et conjonctivaux du foetus et nouveau-né. Nouv Presse Méd 1977; 6: 1662-3.

  18. Haeckel EHPA. Generelle Morphologie der Organismenallgemeine Grundzeuge der organischen Formen-Wissenschaft: mechanisch begründet durch die von Charles Darwin reformirte Descendenz-Theorie. Berlin: G. Reimer; 1866.

  19. Gould SJ. Ontogeny and phylogeny. Cambridge Mass. Belknap Press of Harvard University Press; 1977.