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A. PRIVACIÓN SENSITIVA La privación sensitiva puede ocurrir en la
superficie ocular o en la vía trigeminal (figura 12-1). Cuando ocurre en la superfice
ocular es por uso de un anestésico tópico y la privación sensitiva es temporal y
aislada, interrumpe el arco reflejo lacrimosecretor y produce una disminución de lágrima
que se usa como prueba diagnóstica en la prueba de secreción basal de Jones. Cuando la
aplicación de anestésicos es repetida y continuada, la agresión epitelial tóxica
producida por el anestésico añade un cuadro epiteliopático.
Puede haber hipostesias corneales de otro
origen, como infecciones (herpes simple, sífilis congénita), tesaurismosis (enfermedad
de Hurler, traumatismos de amiodarona), degeneraciones (avitaminosis A, epiteliopatías
degenerativas), intoxicaciones (arsénico, tricloroetileno), traumas (heridas perforantes,
fracturas de órbita, fracturas de base craneal), o aplicación de medicamentos
así, Fehér 1993 señaló que la prednisolona tópica a largo término produce hipostesia
corneal.
En el capítulo 20 de este libro se
describen diversas epiteliopatías que se acompañan de hipostesia corneal.
Un caso especial es el uso de lentillas
de contacto, que impiden la estimulación refleja por la sensación de roce del parpadeo.
Independientemente de ello, la lentilla de contacto puede provocar una hiposensibilidad
corneal perdurable, pero en la experiencia de Velasco et al 1996 la mayor disminución de
la sensibilidad ocurre tras el primer día de porte y después hay una lenta
recuperación; sólo si el uso de lentillas corneales fue muy prolongado puede persistir
una ligera hiposensibilidad a largo plazo.
Cuando se produce una interrupción de la
vía trigeminal por lesión permanente entre los receptores sensitivos corneales y las
sinapsis de asociación con el núcleo central lacrimosecretor la privación es también
permanente. Las causas más frecuentes de estas interrupciones, con ser raras, son las
gasserectomías quirúrgicas, pero también pueden ser traumáticas accidentales,
inflamatorias y tumorales.
En los casos de gasserectomía se añade
frecuentemente una interrupción de la vía parasimpática lacrimosecretora, se cree que
porque las fibras que saltan del ganglio esfenopalatino a la segunda rama del trigémino
hacen a veces un trayecto en U que se acerca al ganglio de Gasser. En tales casos, no
sólo se interrumpe la lacrimación refleja, sino también la emocional.
Las lesiones corneales por denervación
trigeminal englobadas en el cuadro clínico de queratitis neuroparalítica, fueron
detectadas por primera vez por Magendie 1824, quien lo atribuyó a la interrupción del
papel trófico nervioso sobre el metabolismo corneal, cosa que siguen manteniendo autores
de este siglo (De Haas, 1964a). Más tarde, Snellen 1857 sugirió que la queratopatía
denervatoria se debe a la disminución del parpadeo, mayor exposición a traumatismos y
desecación del mar lacrimal.
La denervación trigeminal modifica las
células secretorias, alterando la síntesis proteica del lacrimocito y su transporte, por
lo que en los ojos denervados las gránulos secretorios aparecen llenando el citoplasma
(Nguyen et al 1996). Wright et al 1977 mostraron que la alcoholización del ganglio de
Gasser disminuye la secreción de las células mucíparas en sialomucina, y aumenta la de
sulfomucina.
La gasserectomía del conejo, (que altera
tanto la vía sensitiva aferente como la vía parasimpática pregangliónica) produce una
disminución del tamaño de sus glándulas lacrimales de un 3'5% a 15% y una retención de
gránulos secretorios claros tan grande que empuja y deforma el núcleo al polo basal de
los lacrimocitos. Por el contrario, la denervación ortosimpática por extirpación del
ganglio cervical superior no altera en la glándulas lacrimales homolaterales ni el peso,
ni la morfología, ni la respuesta al carbacol y el forskolin (Beuerman et al. 1996)
B. PRIVACIÓN MOTORA
Lesiones pontobulbares. Pueden
alterar la vía lacrimosecretora (figura 12-1 y 2-7), afectando a la secreción lacrimal.
Así, Bourquin 1920 informó de un goma protuberancial que provocó la desaparición
unilateral de la lacrimación, con parálisis del facial superior y del abducens del mismo
lado. Y Crespí (1942) publicó un caso de origen vascular hipertensivo que se manifestó
por desaparición del lagrimeo de un ojo, con parálisis abducens del mismo lado.
Figura 12-1. Vía sensitiva de
la cuenca lacrimal (a la derecha) y vía motora lacrimosecretora (a la izquierda).
VÍA SENSITIVA DE LA CUENCA LACRIMAL
CL, nervios ciliares largos, que recogen la sensibiliad de la córnea y de un anillo
conjuntival perilímbico de 2-4 mm, y salen por la parte posterior del globo para unirse
directamente al nervio nasociliar. CC, nervios ciliares cortos posteriores, que se unen al
ganglio ciliar. GC, ganglio ciliar, donde las fibras sensorias de los nervios ciliares
cortos posteriores cruzan sin sinapsar. RL, raíz larga o sensoria del ganglio ciliar. NS,
nervio nasociliar, que se continúa con la primera división del trigémino; IT, nervio
infratroclear, que inerva la mitad medial de los párpados y del saco conjuntival, y va a
continuarse con el nervio nasociliar, y finalmente con la primera división del
trigémino; ST, nervio supratroclear, que inerva casi todo el párpado y saco conjuntival
superior, y que se continúa con el nervio frontal. NF, nervio frontal, que se continúa
con la primera división del trigémino; PL, nervio palpebral lateral, que inerva la
porción lateral de los párpados y el fórnix palpebral lateral, y se continúa con el
nervio lacrimal; NL, nervio lacrimal, que se continúa con la primera rama del trigémino;
PI, nervio palpebral inferior, que inerva la parte central del párpado y fórnix
conjuntival inferior, y es ramo del infraorbital; IO, nervio infraorbital, que se
continúa centrípetamente con la segunda división del trigémino.
1º, primera división del trigémino o nervio oftálmico; 2º, segunda división del
trigémino o nervio maxilar.
GS, ganglio semilunar de Gasser, donde la mayoría de las fibras sensorias del ojo y
párpados hacen estación; NT, nervio trigémino; RS, raíz sensoria del trigémino; ST,
núcleo sensorio del trigémino; NL, núcleo lacrimal.
VÍA LACRIMOSECRETORA PARASIMPÁTICA
1, Nervio facial motor; 2, Nervio intermediario de Wrisberg; 3, Anastomosis intraósea
entre el facial motor y el intermediario de Wrisberg; 4, Ganglio geniculado; 5, Nervio
petroso superficial mayor; 6, Nervio petroso profundo mayor; 7, Nervio vidiano; 8, ganglio
esfenopalatino; 9, Segunda rama del trigémino; 10, nervio órbito-cigomático; 11, Nervio
cigomático-lacrimal.
Lesión del nervio facial
pregeniculado. Se producen por tumores, traumas o infecciones propias o propagadas.
Provocan homolateralmente moderada hipolacrimación basal, pérdida de los lloros reflejo
y emocional, hiposalivación de las glándulas submaxilar y sublingual, parálisis facial
y pérdida del gusto de los dos tercios anteriores de la lengua. La hipolacrimación puede
quedar encubierta por epífora debido a falta de emunción por la parálisis de la bomba
lacrimal. A veces, en la fase de recuperación de la parálisis puede aparecer un
fenómeno de lágrimas de cocodrilo.
La administración subcutánea de
simpáticomiméticos estimula la glándula lacrimal (De Haas).
Lesión del ganglio geniculado. Las
fibras parasimpáticas lacrimosecretoras no hacen estación en el ganglio geniculado, pero
al pasar por él, participan de su patología.
El síndrome de Hunt es una lesión del
ganglio geniculado, de origen generalmente herpético, que produce neuralgia del conducto
auditivo externo y oreja, y parálisis facial. También puede afectar a los pares
craneales VIII, IX y X y acompañarse de lesiones cutáneas y mucosas en áreas
cefálicas. La lacrimación y la salivación suelen estar disminuidas en la fase de
anulación del ganglio, y aumentada en la de irritación. El curso de la enfermedad suele
ser prolongado, pero autolimitado.
Lesión de los nervios petroso
superficial mayor y vidiano. Se produce por fracturas de base de cráneo, secciones
quirúrgicas, meningosarcomas, tumores faríngeos, aneurismas de la carótida
intrapetrosa, sinusitis esfenoidades, etc. Provoca homolateralmente moderada
hipolacrimación basal, y pérdida de los lloros reflejo y emocional. No hay parálisis
facial, ni se afectan las vías sialosecretora y gustativa. A veces la lacrimación
refleja y emocional no están totalmente abolidas, quizá por la existencia de fibras
nerviosas que siguen otro camino.
Como curiosidad, señalamos que en la
primera mitad de este siglo se aconsejó la sección del nervio petroso superficial mayor
en los edemas de córnea, a fin de provocar un ojo seco y la hipertonía de la lágrima,
pensando que así se disminuiría el edema de la córnea (Murube 1970).
Anulación del ganglio esfenopalatino.
Se produce por virasis, tumores de fosa pterigopalatina, alcoholización terapéutica,
etc. Provoca homolateralmente moderada hipolacrimación basal, y pérdida de los lloros
reflejo y emocional, a veces sólo parcial por haber fibras lacrimosecretoras que siguen
otra vía, o por persistencia de fibras vasoactivas que a través de vasodilatación
glandular inducen un discreto aumento de la secreción.
C. PRIVACIONES MAL PRECISADAS
La hiposecreción lacrimal se ha descrito
en muchas condiciones (enfermedad por arañazo de gato, avitaminosis A, etc.) cuya causa
tiene un componente neural mal definido. Veamos algunas de ellas:
Tabes. En la tabes son frecuentes
las crisis paroxísticas de lagrimeo (crisis de Pel, 1898), pero no es excepcional que en
los períodos iniciales haya hiposecreción lacrimal, cosa que fue señalada por primera
vez por Schirmer (1903). Esta hiposecreción inicial puede desaparecer o por el contrario
evolucionar hacia la desaparición total del lagrimeo, provocando a veces en el tabético
el "llanto sin lágrimas"
Síndrome de Lubarsch. Es una
amiloidosis con hepatoesplenomegalia y depósitos amiloideos en el sarcolema de los
músculos, en la media y adventicia de los vasos y en la vaina de los nervios (cuerpo,
ojo). Frecuentemente hay hipolacrimación, no se sabe si por afectación del
parasimpático lacrimosecretor o por hipostesia corneal
Síndrome de Riley-Day. El
síndrome de disautonomía familiar de Riley-Day, 1949, afecta preferentemente a judíos
askenazíes en los que aparece en 1 de cada 3600 nacidos. Transmisión autosómica
recesiva. Blumenfeld et al 1993 han localizado el gen causal en el cromosoma 9.
Afecta principalmente a los sistemas
autonómico y sensitivo, por lo que hay hipolacrimación basal, pero sobre todo
hipolacrimación refleja y emocional. También suele haber disfunción gastrointestinal,
crisis de vómitos, sensibilidad alterada al dolor y la temperatura, e inestabilidad
cardiovascular. Signos y síntomas oculares son hipostesia corneal e hiposecreción
lacrimal basal y refleja. La hiposecreción lacrimal es uno de los síntomas más
característicos del síndrome, y se da practicamente en todos los casos. Otras
manifestaciones oculares son miopía, exodesviación, tortuosidad de los vasos retinianos,
miosis metacolin-inducida y palidez del disco óptico.
Metacolina, neostigmina y pilocarpina
dados parenteralmente producen lagrimeo, indicando que debe existir una hipersensibilidad
por denervación de las glándulas lacrimales. Bartolozzi 1971 señaló que la glándula
lacrimal es morfológicamente normal, y que su estimulación directa es capaz de
determinar una secreción lacrimal, por lo que supuso que la alteración secretora está a
nivel del ganglio esfenopalatino. La metacolina también corrige la deficiencia gustativa,
restaurando los reflejos. Las glándulas mucíparas de la conjuntiva son normales..
Síndrome de Barraquer-Hernández.
Descrito por estos autores en 1977, reúne un cuadro clínico de hiposecreción
lacrimal (que se manifiesta por KCS), insuficiencia de convergencia e hipotonía ocular;
en algunos casos se añade colapso de vítreo.
Sobreviene hacia la mitad de la vida, con
más frecuencia en mujeres que en hombres. La causa de este síndrome parece ser un
trastorno hipotalámico.
Síndrome de Adie. El síndrome de
Adie 1931 asocia hiporreflexia tendinosa (aquiliana, rotuliana, etc), pupilotonía,
ausencia de papilas linguales, trastornos de la termorregulación, hipohidrosis
segmentaria e hipolacrimación. La pupila, generalmente de un solo lado, tiene un reflejo
fotomotor directo y consensual aparentemente abolido (bradicoria, pupilotonía), con
reacción lenta a la convergencia.
Se ha sugerido que los trastornos
pupilares -que están presentes en el 80% de los casos- y los lacrimosecretorios -que son
mucho menos frecuentes- se deben ya a una lesión de las fibras posganglionares
periféricas al ganglio ciliar y al ganglio esfenopalatino, ya a una lesión central
hipotalámica.
Su etiología es desconocida. Aparece
preferentemente en la segunda y tercera década de la vida. Afecta más a mujeres.
Neuropatía sensorial familiar con
anhidrosis. Enfermedad congénita caracterizada por anestesia al dolor (lo que
frecuentemente provoca accidentes y quemaduras repetidos), hipohidrosis, febrículas,
retardo mental y disminución de la lacrimación.
Jaqueca. Ocasionalmente en el aura
de las jaquecas o migrañas se ha descrito la sequedad ocular, pero también se ha
descrito lo contrario, la hiperlacrimación. |