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Las destrucciones glandulares
traumáticas, son muy raras. Las producidas por otras etiologías (infecciosas, tóxicas,
inmunológicas) son tratadas en los capítulos del 4 al 12.
A. DESTRUCCIONES MONOGLANDULARES
La destrucción aislada de las glándulas
mucosas es excepcional, con motivo de conjuntivitis fulgurantes, dermopatías
inmunitarias o causticaciones, pues casi siempre afectan simultáneamente a las glándulas
lípidas.
La destrucción aislada de las glándulas
lípidas puede darse con motivo de extirpaciones de chaláziones multilocacionales, lo que
es excepcional.
La destrucción aislada de las glángulas
acuoserosas es tan excepcional como la de los demás subsistemas glandulares. Más
frecuente es la destrucción de la glándula lacrimal principal, la cual se da por tumores
(angiosarcomas, linfosarcomas, cilindromas, tumores mixtos), traumatismos (incisos,
ablativos), inflamaciones agudas (estafilococias, pneumococias, sarampión, rubeola,
gripe) o crónicas (tuberculosis, sífilis, tracoma, sarcoidosis de
Besnier-Boeck-Schaumann y Heerfordt)
Especial interés tiene la extirpación
quirúrgica de la glándula lacrimal principal, porque ha aportando interesantes
conocimientos sobre la fisiología lacrimal. Desde la primera mitad del siglo pasado se ha
extirpado la glándulas lacrimal principal como tratamiento de neoplasias, hipertrofias y
lagrimeos crónicos. En la segunda mitad del siglo pasado fue operación relativamente
frecuente para tratar la epífora. Desde que se extendió la dacriocistorrinostomía su
uso para tal fin casi desapareció a lo largo del siglo XX.
La extirpación de la porción orbital
puede denervar la palpebral (pues los nervios que alcanzan a la última corren a través
de la primera), y la extirpación de la porción palpebral puede anular a la
porción orbital (pues los dacriodocos de la porción orbital corren a través de la
palpebral), de forma que la abundante experiencia adquirida hace un siglo no permite sacar
conclusiones seguras. La extirpación de las dos porciones hace desaparecer el lagrimeo
reflejo y psíquico, y disminuye algo el basal; además, hace desaparecer totalmente la
lagrima refleja y emocional. Además hace desaparecer componentes del mar lacrimal que se
producen en la glándula lacrimal principal, como la albúmina y la lisozima (McEwen et al
1958).
B. DESTRUCCIONES PLURIGLANDULARES
La destrucción multiglandular puede
afectar a las glándulas lacrimales acuoserosas, a las mucosas y a las lípidas.
Generalmente los agentes causantes de la destrucción alcanzan a todas ellas en conjunto,
con mayor participación de unas u otras.
Las causas más frecuentes son las
causticaciones (ácidos, alcalis), los síndromes inmunológicos mucocicatrizantes
(penfigoides, síndrome de Lyell, síndrome de Stevens-Johnson), las conjuntivitis
cicatriciales (tracoma, queratoconjuntivitis atópica, conjuntivistis ulcerosas) y
las irradiaciones terapéuticas.
Dependiendo de las causas, la
participación de la destrucción glandular y del epitelio de la cuenca lacrimal varía.
Las causticaciones por líquidos suelen destruir más las partes inferiores de la cuenca
lacrimal. Los síndromes mucosinequiantes afectan más a la porción mucosa que a la
lípida, y sólo tardíamente a la acuoserosa. El tracoma alcanza preferentemente a la
conjuntiva palpebral superior. La irradiación con protones acelerados por tumores
intraoculares produce sequedad ocular en el 28% de los casos cuando se usa helio y en el
8% de los casos cuando se usa iodo125 por afectación preferente de las glándulas
acuoserosas.
Figura 13-1. Abordaje
quirúrgico del la porción orbital de la glándula lacrimal principal para extirpación
por tumor mixto. A, Incisión subciliar y disección del septum orbitale. B, Disección
del ligamento suspensorio a la fosa ósea. C. Disección de las adherencias a la
expansión ligamentosa del elevador del párpado superior y extracción. D. A los 3 meses,
el paciente carece en el ojo operado de lagrimeo reflejo y emocional. Su secreción basal
es suficiente para no tener molestias de ojo seco en circunstancias de protección, pero
tiene signos y síntomas de ojo seco en ambientes ligeramente agresivos (viento, humo,
aire acondicionado).
La obstrucción de los dacriodocos por
conjuntivitis cicatriciales, causticaciones oculares y procesos inmunológicos
mucocicatrizantes produce la retención de la lágrima secretada en el interior de
dacriodocos, túbulos y dúctulos, que aumentan de presión, se dilatan, y acaban haciendo
degenerar el parénquima secretor. Si la obstrucción es crónica, el tejido
parenquimatoso y el estroma de sostén se substituyen por un tejido cicatricial.
Seydewitz, 1905, en un paciente cuyos dacriodocos habían permanecido obstruidos durante 8
años por una quemadura con cal, observó que su glándula lacrimal se había transformado
en una masa de tejido conjuntivo, en cuyo espesor aparecían algunos islotes de células
epiteliales y algunas estructuras tubulares.
Los xeroftalmos por destrucción de la
cuenca lacrimal han sido tratados según su modalidad y gravedad con todo el arsenal
estimulante o substitutivo de la lágrima. Entre ellos, Bisantis 1976, en una grave
quemadura ocular por cal con simbléfaron y gran xerosis, obtuvo una notable mejoría del
cuadro ocular al aplicar varias instilaciones diarias de su autosuero diluido. |