El paciente de ojo seco lo es en la
mayoría de los casos de por vida. Cuando es así, debe serle explicado y ayudarle a
aceptarlo; la comprensión de que esto no es insólito, y de que los enfermos con diabetes
o con hipertensión arterial se enfrentan también a un problema que llevarán hasta el
fin de sus vidas, le hace ver que el saber responder con ánimo a sus patologías es algo
frecuente, posible y sobrellevable. Entre
las medidas que debe seguir, están las ambientales.
EVITAR CORRIENTES DE AIRE
Las corrientes de aire favorecen la
evaporación de la película lacrimal. Por ello deben ser evitadas. Debe explicarse al
paciente que las fuertes corrientes de aire son captadas por el sistema sensorial de la
piel, pero que las corrientes ligeras pasan desapercibidas, lo que no impide que también
desequen el mar lacrimal.
Ejemplos de corrientes sensorialmente
perceptibles son el viento atmosférico, los ventiladores de las habitaciones (figura
35-1), las ventanillas de coches abiertas, y el aire acondicionado de los coches,
especialmente cuando proyectan la corriente de aire hacia la cara. Ejemplos de corrientes
sensorialmente desapercibidas son los aires acondicionados de las habitaciones, el aire
acondicionado de las cabinas de los aviones, el aire caliente inmediato a las barbacoas y
hornos, y los pasos estrechos entre espacios con diferentes temperaturas o presiones,
tales como pasillos y puertas.
Figura 35-1. Ventilador
eléctrico. Provoca corriente de aire que debe ser evitada por el paciente de ojo seco.
Hay múltiples medidas que defienden de
estas corrientes: No orientar ventiladores hacia la cara. No pararse a hablar en pasillos
o ante puertas que pueden tener corrientes. Usar calefacciones de radiadores, que sólo
producen suaves corrientes de convección, en lugar de calefacciones por aire
acondicionado, que producen corrientes mayores por gradientes de presión de aire. No
conducir con ventanillas abiertas. Cerrar los ojos si se viaje como acompañante en un
coche con el aire acondicinado funcionando o en un avión. Usar gafas normales que eviten
el choque directo del aire contra los ojos. Usar gafas herméticas.
EVITAR LA SEQUEDAD AMBIENTAL
El grado higrométrico considerado ideal
para no producir molestias por humedad ni por sequedad oscila entre el 35 % y el 45 % de
humedad. Sin embargo la humedad de los edificios con aire acondicionado está muy por
debajo de estos valores. En los aviones comerciales presurizados el grado higrométrico
suele oscilar entre el 5 y el 15%, lo que provoca manifestaciones de sequedad ocular
(Boissin et al 1975).
Las regiones a barlovento de una cadena
montañosa suelen ser húmedas porque el viento al ascender por la cadena y enfriarse
suelta parte su agua; por el contrario, las situadas a sotavento suelen ser secas, porque
el aire, ya con poca humedad, al descender y calentarse, absorbe más humedad. La sequedad
de Madrid se debe a la cadena montañosa del Guadarrama y al viento del noroeste.
El aire inmediato a fuegos y llamas es
muy seco. Se acompaña esto de la creación de una corriente de aire por el gradiente
térmico entre la zona cercana al fuego y la lejana. El ejemplo más frecuente es el de
las cocinas y barbacoas, donde las personas con ojo seco o lentillas sienten molestias si
se acercan a ellas.
Las medidas para defenderse de la
sequedad son: Evitar los ambientes secos. Humedecer los ambientes con humidificadores
comeciales (figura 35-2) o colocando un recipiente con agua sobre las zonas calientes
(radiadores). Crear microclimas oculares con gafas normales o herméticas.
Figura 35-2. Humidificador
ambiental.
El simple uso de gafas normales disminuye
la evaporación del ojo, al protegerlo bastante de corrientes de aire. Este efecto aumenta
si las gafas ajustan estrechamente al entorno ocular y las patillas son amplias, y se hace
máximo cuando cierran herméticamente (figura 35-3) el área pre y periocular, dejando un
espacio donde el ojo puede parpadear libremente y donde el grado higrométrico puede
alcanzar niveles muy superiores a los ambientales, disminuyendo asi la evaporación de la
lágrima. Existen modelos de gafas específicos para ojo seco (Savar 1978, Leopold 1980),
pero también se pueden hacer personalmente (Berk et al 1989) con pantallas de papel o
láminas transparentes que el propio usuario acopla a sus gafas. Dentro de las gafas
herméticas se puede colocar un pequeño humidificador, que puede ser una pequeña torunda
de algodón mojada en agua (figura 35-4).
Figura 35-3. Gafas herméticas
de Savar, con paredes laterales de poliuretano.
Figura 35-4. Gafas herméticas
con humidificador interior.
EVITAR LA POLUCIÓN AMBIENTAL
Los polutantes atmosféricos pueden ser
sólidos, líquidos y gaseosos, y estar en la atmósfera en suspensión o en solución. El
caso más frecuente de polutante sólido es el polvo.
El aire cargado de polvo cuando alcanza
el ojo, es retenido por el mar lacrimal y eliminado hacia las vías lacrimales en forma de
flujo acuoso, o hacia el canto interno en forma de legaña. Cuando una persona tiene ojo
seco y su flujo lacrimal es escaso, este polvo es retenido en la cuenca lacrimal,
irritando la superficie ocular y, si el paciente es alégico al tipo de polvo, aumentando
su respuesta alérgica.
Por ello, todo paciente de ojo seco debe
evitar las atmósferas con polvos, siendo los más frecuentes la arena y tierra en el
campo y playa cuando hace viento, la tierra en minas y canteras, la tiza en los centros
docentes, el polvo doméstico al hacer limpieza con escobas, el serrín en las serrerías,
y los polvos de tintes en las tiendas de tejidos.
Muchos de los polutantes atmosféricos
son irritantes directos de la superficie ocular o destructores de la capa lípida de la
película lacrimal. Las brumas fotoquímicas de las grandes ciudades (ver capítulo 17)
son capaces de desencadenar queratopatías punctatas en los ciudadadanos sometidos a ellas
(Kabayama 1972). Otro tanto ocurre con los ambientes de oficina, que pueden desencadenar
un "síndrome de edificio enfermo" (Kreiss 1989) que produzca un ojo seco de
grado 01, o agrave un ojo seco preexistente.
La polución ambiental citadina se mejora
evitando hacer gran consumo de transporte y calefacción cuando la atmósfera está muy
calma y se evita parcialmente eludiendo el salir en esas circunstancias
especialmente junto a carreteras y fábricas. La polución de los edificios inteligentes
se disminuye mejorando el control de los aires acondicionados y la utilización de
productos de barniz, oficina y enmoquetados, que se sepa son tóxicos. Uno de los tóxico
más frecuentes y fáciles de evitar es el humo de tabaco, que como mostró Basu 1977,
tiene componentes capaces de disminuir la estabilidad de la película lacrimal prebulbar. |