Generalmente se considera la queratoprótesis como una medida extrema (1,2),
a la que se recurre en el caso de queratopatías severas bilaterales, con escaso
pronóstico para la supervivencia del injerto (gupo 4 de Buxton (3):
supervivencia inferior al 50%).
La queratoplastia penetrante pediátrica (QPP) tiene que afrontar
frecuentemente el reto de queratopatías de mal pronóstico. La decisión
quirúrgica debe tomarse según una serie de principios expuestos en el
capítulo precedente, valorando especialmente la actitud de los padres.
En la actualidad creemos que puede intentarse inicialmente la
queratoprótesis en ciertos casos tales como las causticaciones severas o las
esclerocórneas con escleralización corneal total. En estos ojos la QPP
presenta un pronóstico mínimo de supervivencia, opacificándose en un breve
espacio de tiempo en la mayoría de los casos. Parece ser que las nuevas
queratoprótesis, de materiales con mayor biocompatibilidad, presentan una mejor
tolerancia, cursando su postoperatorio con menos complicaciones que en los
modelos antiguos (4-8). Es preciso informar escrupulosamente a los padres sobre
las posibilidades y riesgos del procedimiento. También deben conocer que si
fracasara la queratoprótesis definitivamente, podría intentarse una QPP,
aunque cabe la posibilidad de necesitar un procedimiento de urgencia en el caso
de una extrusión.
Describimos el procedimiento de inserción de una queratoprótesis
intraestromal en un caso de esclerocórneas bilaterales severas (figura 1).
La técnica quirúrgica es análoga a la descrita en el capítulo de la QPP.
Señalaremos los matices diferentes.
Figura 1. Esclerocórnea severa.
1. Peritomía: Tiene la finalidad de permitir una correcta exposición
del limbo.
2. Disección lamelar en la mitad del espesor corneal: Este tipo de
queratoprótesis no se fija a los tejidos epiesclerales o corneales, sino que se
ancla en el espesor corneal. Debe disecarse toda la superficie corneal (figura
2).
Figura 2. Disección lamelar en la mitad del espesor corneal.
3. Recolocación del colgajo corneal y trepanación del orificio visual:
Tras recolocar y suturar el colgajo, se procede a la trepanación de un orificio
de 4,5 mm de diámetro, similar al de la óptica (figura 3).
Figura 3. Recolocación del colgajo corneal y trepanación del
orificio visual, empleando un trépano de 4,5 mm de diámetro.
4. Procedimientos adicionales: Puede ser necesaria una
facoaspiración, que en un paciente pediátrico debe acompañarse de
vitrectomía anterior (figura 4).
Figura 4. Facoaspiración y vitrectomía.
5. Inspección de la queratoprótesis y pretratamiento con alcohol
etílico al 95%: La queratoprótesis empleada (BioKproII, FCI®) tiene un
háptico de politetrafluoroetileno expandido (PTFE-e) (figura 5) cuyo fin es
otorgarle mayor biocompatibilidad. La óptica es de PMMA. El PTFE-e requiere un
pretratamiento con alcohol.
Figura 5. Queratoprótesis mostrando háptico de PTFE-e y óptica de
PMMA: a) antes de la reconstitución; b) después.
6. Inserción de la queratoprótesis y fijación: Se emplean puntos de
nylon de 9/0 que atraviesan háptico y el estroma corneal, tanto anterior como
posterior al háptico (figuras 6 y 7).
Figura 6. Inserción de la queratoprótesis.
Figura 7. Fijación de la queratoprótesis y cierre de la incisión
corneal.
7. Sutura corneal periférica y cierre de la peritomía: Se prefiere
cubrir parcialmente la óptica de la queratoprótesis (figura 8).
Figura 8. Cierre de la peritomía.
El resultado estético es muy llamativo (figura 9), pero los resultados
funcionales a largo plazo son desconocidos, esperándose cualquier tipo de
complicación en su evolución postoperatoria.
Figura 9. Aspecto en el postoperatorio precoz.
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