El Retinoblastoma (RB) es el tumor más frecuente en la infancia y supone el
40% de las leucocorias en niños entre 1 año y medio y 2 años que es la edad
en que aparece con mayor frecuencia.
Aunque el diagnóstico del RB suele ser inicialmente oftalmoscópico, las
diferentes técnicas de imagen son imprescindibles en caso de medios opacos y en
todos los casos necesarias, para aportar mas datos sobre las características
del proceso tumoral y la extensión del mismo (1,2,4).
Dentro de las técnicas de diagnóstico por imagen, y en opinión de la
mayoría de los autores, el US debe ser el método inicial tras la exploración
oftalmológica, ya que su fiabilidad diagnóstica es muy alta al poder detectar
masas menores de 2 mm (3) y la presencia de calcificaciones hasta en un 85-90%.
Además hay que añadir su inocuidad tanto por la ausencia total de
radiaciones ionizantes como por realizarse sin ningún tipo de sedación del
paciente, lo cual es de mayor importancia al tratarse de niños por debajo de 3
años. Esta ventaja es también aplicable al seguimiento del proceso, si se
practica un tratamiento conservador según la tendencia actual.
Sin embargo, en el retinoblastoma como en cualquier proceso tumoral del globo
ocular, tan importante como su diagnóstico, es precisar su extensión a
coroides, nervio optico y órbita para lo cual el único medio diagnóstico
fiable es la TC o RM.
Por lo tanto para el diagnóstico correcto del RB es necesario hacer en
primer lugar una ecografía (3-5), que además de confirmar el diagnóstico va a
servir como control para el tratamiento conservador posterior y a continuación
un TC o RM para un estudio de extensión y posterior control.
TÉCNICA
La ecografía ocular se realiza sin ningún tipo de sedación del paciente y
por técnica de contacto directo, poniendo una abundante cantidad de gel
transmisor sobre el párpado cerrado y efectuando cortes transversales,
longitudinales y oblicuos de todo el globo ocular.
Los movimientos del globo, ya sean dirigidos, en pacientes colaboradores, o
espontáneos deben utilizarse para visualizar correctamente las regiones más
periféricas.
Se emplean sondas de 7,5 MHz ó 10 MHZ.
DIAGNÓSTICO
El RB con gran frecuencia adopta en Ecografía (figura 1) un patrón típico
que consiste en una masa única o múltiple, heterogénea, con presencia de
calcio y desprendimiento de retina. Cuando esto ocurre, permite el diagnóstico
en el 100% de los casos (4).
Figura 1. A. RTB lobulado con área calcificada y pequeñas zonas de
necrosis. B. Control post-quimioterapia. Masa residual con calcificación
masiva.
Sin embargo otras veces el RB adopta otros patrones no tan típicos y en
estos casos hay que hacer el diagnóstico diferencial con otras leucocorias.
El empleo del Doppler (5,6), que por lo general es capaz de detectar vasos en
los tumores no calcificados, permite diferenciarlo de una hemorragia, enfermedad
de Coats o retinopatía del prematuro que por el contrario no presentan flujos
(figuras 2-7).
Figura 2. Retinoblastoma parcialmente calcificado que llega hasta el
cristalino. Mediante el color se aprecia vascularización intratumoral.
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Figura 3. Retinoblastoma vascularizado mediante el doppler color se
observa el registro correspondiente a un vaso arterial.
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Figura 4. Retinoblastoma de localización anterior, vascularizado.
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Figura 5. Retinoblastoma que ocupa la totalidad del vítreo
parcialmente calcificado y con escasa vascularización.
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Figura 6. RB con extensa calcificación. Doppler color: registro
arterial en área no calcificada.
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Figura 7. RB con extensa calcificación. Doppler color: registro
arterial en área no calcificada.
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La extensión extraocular debe ser evaluada por TC o RM.
EVALUACIÓN DE LA RESPUESTA AL TRATAMIENTO
Desde el punto de vista ecográfico, los parámetros que nos van a permitir
evaluar la respuesta al tratamiento son tres: tamaño, grado o porcentaje de
calcificación de la masa y grado de vascularización de la misma.
En los diferentes controles ecográficos vamos a tener que observar
detenidamente las variaciones de estos tres parámetros ya que ellos nos van a
indicar la evolución del proceso (7).
La disminución del tamaño, el aumento de la proporción de masa calcificada
y la disminución de la vascularización indican buena respuesta al tratamiento
quimioterápico o radio terápico (8).
La ausencia total de vasos y la calcificación de la totalidad de la masa son
signos de curación completa.
BIBLIOGRAFÍA
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