ARTÍCULOS ORIGINALES

Frecuencia de la blefaritis en la consulta oftalmológica diaria

Dres. Benítez del Castillo Sánchez JM1, Del Río Novo M.ªT1, García Sánchez J1

Instituto de Investigaciones Oftalmológicas Ramón Castroviejo. Universidad Complutense de Madrid. Madrid. España.
(1)  Doctor en Medicina y Cirugía.


Introducción

La blefaritis engloba una serie de procesos escasamente conocidos que incluyen diferentes cuadros palpebrales origen de inflamación e irritación del párpado y la conjuntiva (1). Aunque, se sabe que es muy común, no se conoce con exactitud la frecuencia de esta patología en la práctica oftalmológica diaria. La causa o las causas de la blefaritis no se conocen con claridad y no existe consenso en cuanto a su clasificación. Muchos de los pacientes con blefaritis tiene ojo seco asociado, por lo que la distinción entre ambos cuadros es en ocasiones difícil (2). Las blefaritis pueden dar lugar a una gran variedad de síntomas que habitualmente se atribuyen a otras enfermedades oculares.

Además, los signos palpebrales de las blefaritis pueden ser tan sutiles que sin un detallado y dirigido examen del borde palpebral pueden pasar desapercibidos.

En el presente estudio estudiamos la frecuencia de aparición de las blefaritis, sus signos y síntomas, en la población que acude a una consulta general externa de oftalmología.


Sujetos, material y métodos

Hemos estudiados 147 pacientes consecutivos que acudieron a la consulta general externa de oftalmología (Clínica del Valle) durante una semana del mes de junio de 1998. Los pacientes fueron estudiados siempre por el mismo oftalmólogo (JMBCS). A todos los pacientes se les realizó una exploración oftalmológica general que incluía el test de Schirmer con anestésico y el tiempo de ruptura de la película lagrimal (BUT). Además a los pacientes se les distribuyó un cuestionario en el que se les preguntaba específicamente por una serie de síntomas oculares referidos a la superficie ocular, medicaciones empleadas y antecedentes personales (tabla I). En relación a las cuestiones referentes a los síntomas oculares, en el caso de respuesta positiva, se preguntó por su grado de intensidad (1= leve, 2=moderado y 3=grave). Todas las encuestas fueron realizadas por una enfermera que desconocía si el paciente había sido diagnosticado o no de patología palpebral inflamatoria. La patología inflamatoria del borde palpebral se clasificó según la tabla II basada en parte en la clasificación de McCulley et al (3). Se definió la blefaritis seborreica como aquel cuadro inflamatorio del borde palpebral anterior en el que la inflamación era leve, observándose escamas grasas, blandas, de coloración gris o amarilla, no adheridas a las pestañas. En la blefaritis estafilocócica la reacción inflamatoria era mayor acompañándose de telangiectasias, madarosis, triquiasis, etc. Las escamas eran duras, fibrinosas, aglutinadas alrededor de la raíz de las pestañas (collaretes) y adheridas al borde libre (al despegarlas dejan erosiones). Las blefaritis estafilocócicas asientan frecuentemente sobre un proceso seborreico (blefaritis seborreica y/o seborrea meibomiana), estos cuadros mixtos en los que predominaba el componente estafilocócico, fueron clasificados como blefaritis estafilocócica. No fue necesaria la presencia de un cultivo positivo para la realización del diagnóstico. Cuando se observaba una dilatación de los orificios de las glándulas de meibomio acompañada de mínimos signos inflamatorios y con secreción líquida a la expresión palpebral se definió el cuadro como seborrea meibomiana. Durante la meibomitis la reacción inflamatoria era mayor acompañándose de telangiectasias, borde palpebral engrosado, distiquiasis, borde irregular, etc. La secreción exprimida fue sólida. Los casos mixtos presentaban características de unos y otros cuadros.

Para el diagnóstico final se tuvo en cuenta la patología ocular más significativa y de mayor relevancia clínica, aunque no tuviera relación con el primer motivo de consulta.

Todos los datos fueron introducidos en una base de datos de un ordenador personal aplicándosele el programa de estadística SPSS. Según el tipo de variables (cuantitativas o cualitativas) se realizaron las siguientes pruebas estadísticas: media, desviación estándar, frecuencia, ANOVA y chi-cuadrado. Se consideró estadísticamente significativa un probabilidad menor de 0,05.

 

Resultados

La edad y sexo de los pacientes estudiados fue 54,6±21,6 años (4-88) con un 68,7% de varones y un 31,3% de mujeres. El primer motivo de consulta fue muy variado, siendo los más frecuentes: 27,2% revisión, 15,6% ojo rojo, 14,3% molestias, 14,3% mala visión, 5,4% lagrimeo, 4,8% miodesopsias, 4,1% inflamación palpebral, etc. El test de Schirmer con anestésico varió entre 5 y 35 mm (media ± DS= 14,7±5,5 mm). El BUT osciló entre 4 y 25 segundos (media ± SD = 11,5±4,3 segundos). Se observó una correlación lineal entre el test de Schirmer con anestésico y la edad (r=0,5; p<0,001) y entre el BUT y la edad (r=0,32; p<0,001). El menisco fue calificado de normal 66,7%, aumentado en el 0,7%, reducido en el 25,2% y sucio pero no reducido en el 7,4% de los pacientes. La posición palpebral fue normal en el 94,5%, ectropión en el 1,4%, entropión en el 0,7% y síndrome del párpado fláccido (floppy eyelid syndrome) en el 3,4% de los casos. Los puntos lagrimales eran normales en el 92,5%, estrechos en el 4,8% y ectópicos en 2,7% de los pacientes estudiados. El aspecto facial era normal en el 91,8%, dermatitis seborreica en el 6,2% y rosácea en el 2% de los casos. Observamos patología palpebral inflamatoria en el 66% de los pacientes (fig. 1). En relación con la patología general y medicaciones sistémicas de los pacientes que pudieran estar relacionadas con problemas de superficie ocular, un 9,3% de los pacientes presentaba alguna forma de alergia y un 2,6% artritis reumatoide; un 4,8% usaban antidepresivos, un 7,5% antihipertensivos, un 2% antihistamínicos orales y un 0,7% retinoides. Sólo un 24,5% de los pacientes usaban en el momento del examen algún tipo de colirio, siendo los más frecuentes lágrimas artificiales (8,8%), betabloqueantes (4,1%), vasoconstrictores (2,7%) y antibióticos (2,7%). Un 21,1% de los pacientes había usado durante algún momento de su vida lágrimas artificiales. En relación a los métodos de higiene palpebral un 17,7% de los pacientes usaba algún método de higiene palpebral. Los resultados referentes a los síntomas oculares contestados en el cuestionario se recogen en la tabla III. Los pacientes contestaron afirmativamente tener enrojecimiento en el 38,8%, sequedad de ojo en el 26,5%, ojos pegados al levantarse en el 36,1%, legañas en el 8,9%, sensación de arenilla en el 43,6%, sensación de cuerpo extraño en el 21,8%, ardor en el 12,3%, lagrimeo en el 29,2%, ojos llorosos en el 18,3%, sensibilidad a la luz en el 27,3%, borde de párpados rojos en el 21,8%, párpados inflamados en el 36,1%, escamas o costras en párpados en el 7,5%, espuma en borde de párpados 2,7% y dolor de ojos en el 15% de los casos. Un 29,9% de los pacientes refería mayor sintomatología por la mañana, un 24,5% por la tarde, un 3,4% tanto por la mañana como por la tarde y un 42,2% de los pacientes no referían sintomatología alguna. Así el 57,8% de los pacientes presentaba algún síntoma de los referidos en el cuestionario. Las respuestas a los antecedentes personales se recogen en la tabla IV y anteriormente en el texto.

f05-01.jpg (31326 bytes) Fig. 1

Las blefaritis (18,4%) y las blefaritis más ojo seco (9,5%) constituyeron el 27,9% de los diagnósticos finales. El resto de los diagnósticos finales más frecuentes fueron: cataratas (9,5%), no patología (8,2%), ojo seco (7,5%) y glaucoma (6,8%).

Observamos una relación significativa (p<0,05) entre la patología palpebral inflamatoria y las variables recogidas en la tabla V y no con las consignadas en la tabla VI. Ninguna de las diferentes patologías palpebrales inflamatorias se correlacionaba específicamente con alguna de las variables del cuestionario.

 

Discusión

Las blefaritis constituyen, como hemos observado en nuestro estudio, la enfermedad oftalmológica más frecuente encontrada en la práctica oftalmológica general 18,4% de los pacientes. Un examen detallado del borde palpebral demuestra la existencia de patología palpebral inflamatoria en el 66% de los casos. Aunque no existen estudios al respecto, la mayor frecuencia diagnóstica actual de las blefaritis podría deberse a un mayor conocimiento de la patología o a cambios ambientales, dietéticos, etc (4). Un 57,8% de los pacientes presentaba alguno de los síntomas de enfermedad de superficie ocular presentados en el cuestionario. Pensamos que se debe preguntar directamente o mediante un cuestionario sobre estos síntomas a nuestros pacientes, aunque éste puede mejorarse en algunos aspectos preguntando sólo sobre aquellos síntomas que se han relacionado significativamente con la existencia de patología palpebral inflamatoria (tabla V). La espuma y las escamas, debido a que pocos pacientes se quejan de ellas, 2,7% y 7,5% respectivamente, son más un signo de exploración biomicroscópica que un síntoma observado por los pacientes afectos. Resulta llamativo cómo los pacientes responden de manera diferente a síntomas que podrían reflejar una misma sensación. Así, la sensación cuerpo extraño contestan padecerla el 21,8% de los pacientes, mientras que de arenilla el 43,6%. Es como si el primer síntoma constituyera parte del lenguaje médico y el segundo del de los pacientes. Por todo ello, las preguntas que formen parte de los cuestionarios deberían estar adaptadas a los pacientes y al lenguaje local. Si analizamos detalladamente las variables que no se relacionan estadísticamente con la existencia de patología palpebral inflamatoria (tabla VI), nos damos cuenta que son las típicas del otro gran grupo de enfermedades de la superficie ocular: el ojo seco (ardor, sequedad de boca o garganta, sensibilidad a la luz, ojos sensibles a humos y calefacciones, lagrimeo, abandono de lentes de contacto, uso de medicaciones generales como antihipertensivos o antidepresivos, sequedad de ojo, sexo femenino e historia de úlceras en los ojos o queratitis). La diferenciación entre blefaritis y ojo seco por disminución lagrimal puede ser complicada, así Heiligenhaus et al (5) examinando 110 pacientes diagnosticados de ojo seco no controlados con lágrimas artificiales observaron que el 78% de ellos padecían blefaritis. El que nuestros pacientes con blefaritis tengan un test de Schirmer disminuido se debe al hecho que los pacientes con blefaritis desarrollan un ojo seco secundario a un aumento de evaporación lagrimal consecuencia de la alteración de la capa lipídica de la película lagrimal (6). La relación estadísticamente significativa existente entre la patología inflamatoria palpebral y el uso de colirios y pomadas en la actualidad (lágrimas, betabloqueantes, vasoconstrictores, antibióticos, etc.) podría deberse, por una parte, a que su empleo crónico, con sus conservantes, causaría alteraciones en la secreción meibomiana, por parte, los signos y síntomas de la patología palpebral inflamatoria pasan desapercibidos sin un atento examen y anamnesis, por lo que son incorrectamente diagnosticados y tratados. El tratamiento del acné vulgar con retinoides produce blefaritis reversible tras su suspensión (7), una de nuestras pacientes con blefaritis empleaba dicho tratamiento, por lo que los pacientes con blefaritis y enfermedad dermatológica deben ser interrogados en relación al empleo de retinoides tanto por vía tópica como general.

El primer motivo de consulta fue de los más diverso, así muchos pacientes cuyo primer motivo de consulta no estaba relacionado con blefaritis (revisión, mala visión, etc.) obtuvieron este diagnóstico final. Esto refuerza la necesidad de una anamnesis dirigida a los síntomas de superficie ocular y un estudio detallado del borde palpebral (8). La relación con la edad, al igual que se observa en el ojo seco, podría tener relación con los cambios hormonales derivados del envejecimiento ya que tanto a nivel de las glándulas lagrimales como de meibomio existen receptores de hormonas sexuales (Esmaeli-Azad et al Identification of estrogen receptors in meibomian glands, American Academy of Ophthalmology annual meeting, New Orleans 1998). Hykin y Bron (9) han demostrado la existencia de cambios en el borde libre palpebral en relación con el envejecimiento. Estas modificaciones en relación con la edad, en el caso de asociarse a síntomas de superficie ocular, lejos de ser un proceso fisiológico, precisan tratamiento. Aunque en el presente estudio no hemos analizado el valor de la higiene palpebral en la mejoría de los signos y síntomas de la patología inflamatoria palpebral, ésta parece indicada. En conclusión, las blefaritis constituyen la enfermedad más frecuentemente observada en la práctica oftalmológica general, pudiendo pasar desapercibida sin un estudio cuidadoso del borde libre palpebral y una historia clínica detallada.

 

Agradecimientos

A los Laboratorios Thea S.A. y a la Sra. Cristina Conde Fernández de Córdoba por la presentación de los cuestionarios a los pacientes.

 

Resumen

Objetivo. Aunque se sabe que las blefaritis son muy comunes, no se conoce con exactitud su frecuencia. En el presente estudio estudiamos la frecuencia de aparición de las blefaritis, sus signos y síntomas, en la población que acude a una consulta general externa de oftalmología.

Métodos. Fueron estudiados 147 pacientes consecutivos que acudieron a la consulta general externa de oftalmología durante una semana. Se les realizó una exploración oftalmológica general. A los pacientes se les distribuyó un cuestionario en el que se les preguntaba por síntomas oculares referidos a la superficie ocular, medicaciones empleadas y antecedentes personales.

Resultados. Observamos patología palpebral inflamatoria en el 66% de los pacientes (6,1% blefaritis seborreica, 4,8% blefaritis estafilocócica, 25,9% seborrea meibomiana, 11,6% meibomitis, 10,9% blefaritis seborreica más seborrea meibomiana y 6,8% blefaritis seborreica más meibomitis). El 57,8% de los pacientes presentaba algún síntoma de patología de superficie ocular. Las blefaritis constituyeron el diagnóstico final en el 18,4% de los casos.

Conclusiones. Las blefaritis son el diagnóstico más frecuente en la consulta oftalmológica diaria.

 

Palabras clave

Blefaritis.

 

Summary

Purpose. Although blepharitis are known to be very common, its frequency is not known. In the present study we studied the frequency of blepharitis, its signs and symptoms, in the population attended in a general external ophthalmic consultation.

Methods. One-hundred forthy-seven consecutive patients who came to the outpatient general ophthalmic consultation during a week period were studied. A standard ophthalmic examination was underwent. A questionnaire pertaining to ocular surface symptoms, used medication and personal history was filled. RESULTS: 66% of the patients presented palpebral inflammatory disease (6.1% seborrheic blepharitis, 4.8% staphylococcal blepharitis, 25.9% meibomian seborrhea, 11.6% meibomitis, 10.9% seborrheic blepharitis with meibomian seborrhea y 6.8% seborrheic blepharitis with meibomitis). 57.8% of the patients had an ocular surface symptom. Blepharitis was the final diagnosis in 18.4% of patients.

Conclusions. Blepharitis are the most frequent diagnosis in diary ophthalmic practice.

 

Key words

Blepharitis.


Bibliografía

  1. McCulley JP: Blepharoconjunctivitis. Int Ophthalmol Clin 1984; 24: 65-77.
  2. Lemp MA, Mahmood MA, Weiler HH: Association of rosacea and keratoconjunctivitis sicca. Arch Ophthalmol 1984; 102: 556-557.
  3. McCulley JP, Dougherty JM, Deneau DG: Classification of chronic blepharitis. Ophthalmology 1982; 89: 1.173-1.180.
  4. Driver PJ, Lemp MA: Meibomian gland dysfunction. Surv Ophthalmol 1996; 40: 343-367.
  5. Heiligenhaus A, Koch JM, Kruse FE, Schwarz C, Waubke TN: Diagnosis and differentiation of dry eyes disorders. Ophthalmologe 1995; 92: 6-11.
  6. Mathers WD: Ocular evaporation in meibomian gland dysfunction and dry eye. Ophthalmology 1993; 100: 347-351.
  7. Blackman HJ, Peck GL, Olsen Tg, et al: Blepharoconjunctivitis: a side effect of 13-cis-retinoic acid therapy for dermatologic diseases. Ophthalmology 1979; 86: 753-758.
  8. Merchante MM, Montero J, Díaz MA, Martínez R: Signos palpebrales en las blefaritis crónicas. Arch Soc Esp Oftalmol 1994; 66: 103-110.
  9. Hykin PG, Bron AJ: Age-related morphological changes in lid margin and meibomian gland anatomy. Cornea 1992; 11: 334-342.