EDITORIAL


El talante y la oftalmología


Parece que está de moda en esta época el realizar un cambio de talante para diferenciarse de situaciones anteriores y se está imponiendo el ser políticamente correcto, y sobre todo, políticamente muy tolerante, ¿o no?

La oftalmología se había impregnado, como parte de la ciencia y la sociedad, mucho antes de este talante que el resto de la maquinaria burocrática de la administración, y como en ella las actuaciones y expresiones están siendo matizadas por esta corriente. Desde hace tiempo es más importante, cómo se dice el mensaje, que el contenido del mismo. Es más importante, parecer, que no ser. No importa la opinión vertida aunque ésta se rectifique tres días después, ya que nadie se acuerda de la idea expresada sino de la imagen que se ha reflejado al enunciarla.

En nuestras reuniones somos más rigurosos con el esquema de material, método, etc., realizando valoraciones por su presentación y diseño más que por el fondo de las verdades del mismo y su posible importancia en el desarrollo de la oftalmología. El método científico no tiene valor por sí mismo, sino por el fin al que nos lleva, que no es otro que el de conocer la verdad, y es esto lo que hace importante al método. Por lo tanto, no sólo es necesario la aplicación de éste sino que es aún más urgente el conocimiento previo de todo el contenido de la verdad que estamos estudiando (en nuestro caso la oftalmología ya conocida) para llegar a incrementar de forma rigurosa nuestros conocimientos.

La falta de rigor en el conocimiento de nuestra disciplina en todas y cada una de sus partes como ciencia, y lo que es peor, la defensa a ultranza de un talante tolerante hace que echemos de menos la crítica constructiva en nuestras reuniones desde hace bastantes años. Uno puede llegar a escuchar de forma impertérrita desde las barbaridades más grandes, hasta conclusiones sin relevancia, sin que se levante ni una voz que al menos aclare o devuelva el rigor a los seminarios.

La multitud de información (que con Internet se ha incrementado) sirve para provocar «ruido» en los conocimientos, dificultándonos muchas veces el aprendizaje. El exceso de reuniones con multitud de trabajos y maniobras, algunas provocadas por nuestra ignorancia en la materia o por causas ajenas al conocimiento de la verdad hacen que echemos de menos el viejo grito de «No pasarán» ante la falta de rigor de algunas reuniones y la exagerada manía del talante conciliador, ¿o no?

La sociedad ha entendido que la ciencia y las verdades científicas son útiles para la vida social pero hasta ahora ha expresado poco interés por ayudar a alcanzar esta verdad, como la sociedad tiene que parecer correcta, se reconoce en las declaraciones de principios esta necesidad, pero creo yo, que más que la realidad de la verdad busca la utilidad y no lo que la verdad tiene de verdad, sino su manifestación; manifestación de lo que es verdadero para convertirlo en manifiesto, y este en pancarta y propaganda. Lo importante es decir lo que se dice, y no por ser verdad, lo que se dice.

Algunos sentimos la añoranza de épocas pasadas porque, en general, eliminamos los malos recuerdos, pero recuerdo con cariño mi época de estudiante con mis maestros, ya clásicos, donde en los que el principal orgullo era conocer la verdad científica por sí misma, y aunque panfletos hemos hecho todos (el que esté libre de pecado que tire la primera piedra), sirvan estas palabras como reflexión científica y social para señalar a los oftalmólogos lectores que en pocas épocas de la historia se ha vivido una agresión tan sutil a la verdad mediante la búsqueda de su utilidad y no de la verdad por sí misma. Es urgente para los oftalmólogos, entre los que me incluyo, estudiar más, publicar lo necesario y publicitarse menos.

Reivindicamos pues, siguiendo el mismo esquema de pancarta que es más útil ser crítico y colaborar en las reuniones oftalmológicas con nuestra opinión, aunque esta no sea políticamente correcta porque pasada la agresión «la verdad vuelve, sin embargo, siendo verdad», ¿o no?

Miguel Ángel Zato Gómez de Liaño
Catedrático de Oftalmología