LA VENTANA DEL RESIDENTE


El hijo pródigo

TOMÁS SAN PEDRO JM1

(1) Médico Interno Residente de Oftalmología. Hospital Universitario Puerta de Hierro. Madrid.


  

José Manuel Tomás San Pedro

  

  

Con esta reflexión, aspiro únicamente a opinar y ofrecer mis experiencias en torno a la formación del Médico Interno Residente de Oftalmología en hospitales ajenos a los que se está adscrito por contrato laboral.

Como es sabido, después de pasar el examen MIR todos nos hemos encontrado ante una disyuntiva: elegir una especialidad y, además, un hospital concreto. Amén de nuestros gustos y preferencias personales, a la hora de decidirnos también influye sobremanera una «pseudorrumorología» que se forma a la vez que visitamos diferentes servicios. Este periplo nos ocupa un tiempo indefinido, más o menos amplio, y durante él consultamos, fundamentalmente, a residentes de distintos años y algún que otro adjunto.

Una vez elegida tu ansiada plaza de Oftalmología en un hospital determinado, este proceso de selección puede no haber concluido totalmente cuando, por ejemplo, se te brinda la posibilidad de ampliar tu adiestramiento oftalmológico con rotaciones en otros centros. No pretendo contribuir a ninguna comparación entre varias secciones de oftalmología, sino tan solo compartir, con aquellas personas interesadas, las apreciaciones e impresiones que se han derivado del período de mi residencia dedicado a visitar diferentes hospitales.

  

ROTAR EN ESPAÑA

El trámite para solicitar una rotación en hospitales dentro de España es sencillo y se realiza a través de la oficina de docencia MIR de tu centro. Quizá es aconsejable, aunque no imprescindible, contactar con alguien del servicio en el que tienes interés. Normalmente no tardan en responder a tu solicitud positivamente, a menos que haya ya un número alto de residentes que hayan pedido esa misma rotación en fechas similares.

El hecho de rotar en un hospital ajeno al tuyo, a mi entender, ofrece varias ventajas. En primer lugar, desde un punto de vista formativo, puedes acceder a pacientes que presentan patologías inusuales en tu hospital. Una gran virtud de este sistema de instrucción es que, desde el principio, tú exploras al paciente, llegas al diagnóstico e, incluso, pones el tratamiento, aunque siempre cuentas con una supervisión docente cercana y accesible. Ésta, generalmente, es excelente porque te aporta ayuda y explicaciones atrayentes. Incluso hay algunos oftalmólogos que se vuelcan especialmente contigo y te posibilitan la participación en sus consultas o quirófanos fuera del horario habitual de mañana. Animo a que se aproveche esta oportunidad, ya que así se rentabiliza enormemente el aprendizaje en este período. En segundo lugar, resulta muy útil conocer el funcionamiento interno de otros servicios respecto a las soluciones que adoptan sobre problemas comunes a tu propio hospital. Por último, pero no menos importante, está el hecho de conocer a mucha gente que, en algunos casos, se convierte en buenos amigos.

Teniendo en cuenta que nuestra especialidad es médico-quirúrgica, quisiera sacar a colación un asunto desfavorable y oscuro. Éste se subordina a una ley muy generalizada e implícita: «el rotante externo no opera». Cuando uno está acostumbrado a realizar cirugías en su hospital regularmente, una rotación larga cesa la adquisición de habilidades quirúrgicas. Para minimizar este importante defecto, mi consejo es no realizar rotaciones consecutivas o no hacerlas coincidir justo antes o después de períodos vacacionales. En honor a la verdad, también he de decir que hay excepciones puesto que alguna persona transgrede esta ominosa lacra formativa y te permite operar a sus pacientes, a veces a escondidas de sus propios residentes.

  

ROTAR EN EL EXTRANJERO

Las rotaciones en el extranjero poseen unas peculiaridades que merecen ser tratadas aparte. Los requisitos que me exigieron fueron los siguientes: ser residente de tercer o cuarto año y contar con una invitación por escrito del hospital en cuestión. También se me aconsejó redactar una carta dirigida al Presidente de la Comisión de Docencia en la que explicara los motivos de mi solicitud y detallara las materias en las que pretendía ampliar mi formación. Lo cierto es que, cuando cuentas con el beneplácito de tus compañeros de trabajo y la autorización y el apoyo explícito de tu Tutor de Residentes y de tu Jefe de Servicio, resultan algo incómodas las trabas burocráticas.

El tema económico es decisivo: los gastos no se limitan al avión y al alojamiento; el sueldo de residente sin guardias se queda bastante exangüe; y, hasta donde yo sé, no existen ayudas ni becas por este concepto. En algunos hospitales te cobran unas tasas muy elevadas por cada semana en la que rotes. También te pueden exigir la contratación de un seguro médico con unas coberturas más elevadas que las que, por ejemplo, cubre la póliza suscrita a través del Colegio Oficial de Médicos de Madrid. Incluso, si se viaja fuera de la Unión Europea, puede ser necesario pagar un visado. Conviene enterarse muy bien de todos estos aspectos antes de iniciar el viaje.

Si en los hospitales españoles era raro que el rotante operara, en el extranjero es imposible. En mi caso tuve que firmar un acuerdo en virtud del cual me comprometía a, entre otras cosas, no tratar a ningún paciente, ni médica ni quirúrgicamente. Incluso este documento explicitaba la prohibición de que yo pudiera entrar en contacto con el paciente, examinarlo o participar en su cuidado. La verdad es que después, en la consulta, el ambiente era bastante relajado, el intercambio de información era fluido, se te permitía explorar al paciente y estas normas tan estrictas no se llevaban a cabo. Sin embargo, en el quirófano, sí.

Esta experiencia fue muy positiva. Por una parte, es muy enriquecedor conocer otras formas de trabajo, en un entorno en el que no se carece prácticamente de nada, y acceder a las últimas tecnologías de las que se generan las líneas de investigación más novedosas. Por otra, en el extranjero te tratan bien y con bastante educación. No obstante, y a modo de curiosidad, quisiera mencionar que algunos te etiquetan como «A.F.O.». Yo, por mi ingenuidad y por mis dificultades iniciales para entender bien el inglés, pensé que este término se correspondía a algo parecido a nuestro «O.V.N.I.» u «objeto volador no identificado». Sin embargo, no terminaba yo de encontrar la similitud entre un españolito despistado que orbitaba entre consulta y consulta y un platillo volante. Además, el acrónimo de «unidentified flying object» empieza por «u» y, la palabrita en cuestión, a mí me sonaba como si empezara por «a». A medida que mi simpleza disminuía y mis destrezas idiomáticas aumentaban, averigüé lo que esta expresión significaba: «another fucking observer».

  

CONCLUSIÓN

Para no dar lugar a equívoco, y a pesar de las cuestiones más desafortunadas, quiero resaltar la extraordinaria utilidad de realizar rotaciones fuera de tu lugar de trabajo. Las palabras que alguien dijo una vez en mi hospital, «creedme, hay vida inteligente fuera de Puerta de Hierro», son aplicables a cualquier otro centro. Es bueno adquirir conocimientos de maestros que han aprendido la Oftalmología en diferentes escuelas y no solo limitarte a los que tienes en tu propio hospital. Considero que de estas etapas de formación se pueden obtener grandes aportaciones profesionales e, incluso, personales. También quiero resaltar que la concesión de rotaciones no es difícil en absoluto, quizá la única precaución que se debe tomar es hacer la solicitud con una cierta antelación.

Finalmente, deseo enumerar los servicios por donde he tenido el privilegio de haber pasado y a los que les envío un afectuoso saludo: Sección de Oftalmología Pediátrica del «Hospital La Paz» (Madrid), Sección de Motilidad Ocular del «Hospital Ramón y Cajal» (Madrid) y Sección de Córnea del «Bascom Palmer Eye Institute» (Miami, Estados Unidos). Desde aquí subrayo que, en términos generales, estos tres centros constituyen sitios excelentes de rotación.

Al igual que el hijo pródigo regresa al hogar, así hice yo. Entonces me percaté de que los lugares por donde mi camino había discurrido distaban de los idealizados paraísos terrenales que acaso me había imaginado antes de partir de mi hospital (aunque en Estados Unidos, por los medios de que disponen, quizá sí se encuentren un poquito más cerca del edén oftalmológico), y ahora valoro más mi lugar de trabajo habitual.