EDITORIAL


La residencia


La residencia... indudablemente uno de los mejores períodos de la vida de un médico y también el más importante para el futuro desarrollo de la profesión. Además es una etapa clave para la maduración personal, especialmente en los aspectos éticos. Idealmente durante este período se deben fijar también los objetivos profesionales y orientar la formación hacia su consecución. ¿Pero ocurre así realmente?

Voy a comentar algunos aspectos o problemas importantes para la formación. No obstante estas reflexiones no provienen solo de mi propia experiencia sino de conversaciones mantenidas sobre el tema con diferentes personas (y no sólo oftalmólogos).

La residencia es fundamental para la vida futura. Por ello la elección de la especialidad y el centro debería ser una decisión meditada. Curiosamente hoy en día un cierto número de residentes basan su decisión únicamente en criterios tales como, la elección de los años anteriores (confiando en el buen juicio de sus antecesores, cuyos criterios de elección desconocen y desconfiando del suyo propio), la comodidad de acceso al centro de trabajo, el horario (lógicamente ¡mejor donde se trabaje menos!), dejando en un segundo o tercer lugar los criterios puramente formativos o de proyección profesional. En definitiva, se toman más molestias en la compra de un nuevo ordenador o coche que en una de las decisiones más importantes de su vida.

Sin embargo esto, aunque curioso, no deja de ser un problema menor, ya que en la gran mayoría de los centros españoles la formación es muy buena y/o existen posibilidades que permiten complementar la formación. Hay un problema más grave, y que no depende del rendimiento académico previo:

La indolencia.

El motor del progreso y del aprendizaje es la curiosidad. De hecho la combinación de juventud, espíritu crítico, deseo de aprender y de encontrar explicaciones de los residentes es fundamental, no sólo para la propia formación, sino para servir de estímulo a los otros miembros del servicio. O al menos así debería ser. Por eso es curioso el comentario común de que, en muchas ocasiones, los residentes sean los primeros en «desaparecer» del hospital o que la respuesta a la pregunta ¿qué vas a llevar al congreso X? sea: «bueno nada, como nadie ha hablado conmigo para preparar algún trabajo pues no he pensado en nada» o «un trabajo..., vaya..., verás es que lo que pasa es que claro, yo por la tarde estoy muy ... » o esta otra: «bueno en qué trabajo habías pensado que figure» o las todavía más alucinante conversaciones reales: «XXX, te importa lavarte de segundo ayudante, ¡¡¡segundo ayudante!!!, si eso a mí no me aporta nada...» en contraposición de ésta otra:

¿XXX ya eres R-4 quieres hacer tu primera linfadenectomía axilar?,
¡¡Claro que sí muchas gracias!!,
bueno pues coméntame los pasos quirúrgicos...
er, bueno, no lo sé, pero tú me dices y yo voy haciendo.

Por desgracia, esa sensación de que con el MIR ya se han terminado los esfuerzos, o la actitud de que las cosas van a caer del cielo y que son los demás los que tienen la responsabilidad de la propia formación está más extendida de lo deseable. Así no deja de ser sorprendente cómo hay personas que se mantienen continuamente en actitud expectante, no sepan valorar las ocasiones que se le presentan (hay un tutor de residentes de ginecología que todavía está esperando a que sus residentes «tengan tiempo disponible» para explorar una paciente con una complicación tumoral excepcional), peor aun, que piensen que son ellos los que hacen el favor a las personas que les ofrecen participar en un trabajo de investigación, o simplemente que no tengan el más mínimo interés en el aspecto científico-investigador de la profesión. En este sentido, no deja de ser triste que en el período de mayor pujanza física y mental los residentes, que deberían ser el motor de su propia formación sean precisamente los que menos interés muestran en ella. Es decir caen con treinta años de antelación en los defectos que todos hemos criticado de algunos de nuestros compañeros.

La formación en investigación. La tesis doctoral.

La investigación es uno de los aspectos básicos de la residencia, además en este período es donde mayor tiempo y esfuerzo se pueden dedicar a aprender a investigar (conocer la metodología de la investigación y realizar estudios orientados). Si no se adquieren los conocimientos mínimos y los hábitos de la investigación es este período es muy difícil que se puedan adquirir en las etapas posteriores. Es cierto que este aspecto depende claramente de la trayectoria investigadora del servicio donde se realiza la residencia, y desgraciadamente todavía en muchos lugares no se estimula el afán de nuevos conocimientos y respuestas que la mayoría de los residentes muestran, lo que genera finalmente la desilusión y apatía en muchos de ellos. Por lo tanto para tener éxito es si la actitud/interés de los miembros del servicio no es buena quizá lo único que se pueda hacer es intentar vencer la desilusión y probablemente la cumbre de la formación en investigación durante este período es la tesis doctoral. Creo que el período ideal para realizar o al menos comenzar la Tesis es la residencia. En este caso de nuevo el problema es que en algunos centros no es fácil encontrar personas que puedan dirigir el trabajo, en este caso es de nuevo el propio residente el que debe recordar que puede buscar la ayuda y orientación de personas de otros centros.

Sin embargo, hay otro problema más serio, algunos residentes consideran que la investigación clínica o básica no tiene relevancia para su proyecto profesional. A veces esto es el resultado del desprecio o el desinterés que hacia la investigación muestran los oftalmólogos de su ámbito, pero es importante al menos vencer esos prejuicios y considerar la posibilidad de realizar una cierta labor investigadora por modesta que sea. De hecho una de las primeras reflexiones que un residente debería hacer es el tipo de carrera profesional que quiere desarrollar. Si esta reflexión se hace con madurez y le conduce a decidir que no tiene ningún interés especial para su proyecto de futuro completar dichos aspectos de su formación, creo que esta decisión debe respetarse (aunque no la comparto). Lo que debe exigirse de los tutores o de otros miembros de los servicios es al menos facilitar el desarrollo de esa actividad a aquellos residentes que así lo deseen.

Otro aspecto fundamental de la formación es el intercambio de ideas, y esta posibilidad debe aprovecharse, la asistencia a reuniones, congresos y las rotaciones en otros centros son complementos fundamentales para mejorar la formación. Especialmente las rotaciones en otros hospitales, que permiten no solo completar la formación, sino también son importantes como experiencia vital. De este modo se puede apreciar el manejo de los problemas, la realidad asistencial de otros centros o países y también situar en su contexto la formación y la calidad de la asistencia de nuestro centro/país. Y a todo ello el residente tiene derecho. Sin embargo hay barreras, la reticencia de algunos centros a facilitar estas rotaciones, por miedo a la comparación, por recaer en los residentes una parte excesiva de la actividad asistencial, o simplemente por existir ideas como la siguiente: «si en este servicio ya hay una sección de estrabismo, no sé qué te van a enseñar en el Hospital X». Pero también el egoísmo y la cortedad de miras de los propios residentes, que se ve reflejado muchas veces no sólo frente a residentes rotantes de otros hospitales sino incluso entre compañeros.

Y no he hablado de la cirugía, que no deja de ser una obsesión para muchos residentes, por cierto uno de los residentes de ginecología antes mencionados, ha realizado más de 60 histerectomía vaginales (un «operador» nato), la lástima es que no sabe manejar bien las complicaciones (como no ha tenido tiempo de pasar por la planta, que por otra parte es un rollo....). Así que mi consejo es que no caigáis en ese error, y pensad que a la hora de contratar a un oftalmólogo la mayoría de las veces, más que los simples méritos quirúrgicos (por cierto, no aparecen en los baremos de los concursos), lo importante es tener un comportamiento ético y una formación profesional completa que incluya méritos en investigación e incluso la tesis doctoral, y mantener buenas relaciones con los compañeros y un buen trato con los pacientes.

Dr. J. García Feijoó