LEER Y CONTAR


De la conveniencia de ser observadores, persistentes e innovadores en la investigación oftalmológica

MALDONADO MJ1

(1) Doctor en Medicina. Clínica Universitaria de Navarra. España.


La curiosidad se supone consustancial a la naturaleza humana, o al menos animal. Pero, ¡qué humana puede llegar a ser la curiosidad! Es ese cosquilleo, ese prurito que mueven a uno a indagar el por qué de una cuestión o fenómeno en la naturaleza —en un paciente— constituyen el germen de la investigación. De hecho, la curiosidad es el paso previo a la observación de un problema y ambas están en el corazón del origen del método científico. Después de la observación, en este caso, el oftalmólogo está en condiciones de plantear una hipótesis que el análisis de los resultados obtenidos mediante una metodología adecuada aceptará o refutará.

¡Qué interesante es la vida, y nos hacen la vida, aquellos colegas que les gusta mirar más allá de lo que ven o de lo que todos vemos! Este es el caso del Dr. Arnall Patz, que como los doctores Goldberg y McDonnell definen (1), no solo es un buen médico, sino un científico y un hombre humano. En estas líneas vamos a dar brevemente cuenta de aquellos aspectos que quedan glosados en una publicación reciente de la revista Archives of Ophthalmolgy (1) y que nos sirven para extraer el mosto después de estrujar la pulpa y los hollejos de una dilatada vida entregada a la innovación en la oftalmología, la del Dr. Patz. ¡Ojalá este mosto fermente adecuadamente en alguno de nuestros lectores para crear un buen vino!

El Dr. Patz, durante su residencia, tuvo el interés de fijarse en 21 recién nacidos que habían desarrollado una retinopatía de la prematuridad severa, aquella que entonces se denominó fibroplasia retrolental. La curiosidad le llevó a indagar en el por qué de esta cuestión y dar con la observación de que 18 de estos 21 recién nacidos habían recibido unos niveles altos de oxígeno. Además, en muchos de ellos él había detectado una constricción marcada de los vasos retinianos en desarrollo antes de que apareciera el estadio proliferativo. Fue entonces cuando el Dr. Patz propuso un ensayo clínico para determinar si los niveles elevados de oxígeno resultaban tóxicos para la adecuada maduración de la retina. Como en tantas ocasiones, la primera vez que solicitó el proyecto de investigación le fue denegado por ser «acientífico». Tras insistir en otras convocatorias el proyecto fue finalmente aprobado. Aún así, parte del personal de enfermería tendía inicialmente a contravenir la orden de disminuir el oxígeno a aquellos prematuros aleatorizados a dicho tratamiento hasta que les fue explicado con detalle la base para dicha actuación. En 1952, el Dr. Patz y sus colaboradores pudieron publicar por primera vez la sospecha de la relación causal entre la administración de niveles elevados de oxígeno y la retinopatía de la prematuridad (2).

No obstante, la corroboración final de estas sospechas se debía llevar a cabo con la participación de un mayor número de pacientes y por ello se inició entonces un estudio multicéntrico que incluyó a un total de 18 hospitales de Estados Unidos. Este ensayo clínico multricéntrico fue probablemente el primero que se realizó en oftalmología (1). Con el tiempo, los resultados corroboraron la hipótesis inicial.

La originalidad de este estudio, fruto fecundo de la observación y la curiosidad del Dr. Patz y la persistencia en aquello en lo que uno cree firmemente, llevó a que la extensión de la práctica de limitar el oxígeno lo más posible a los prematuros condujera de modo inmediato a una reducción del 60% en el número de niños prematuros que quedaban ciegos en Estados Unidos.

Desde entonces el Dr. Patz profundizó en la asistencia, la docencia y la investigación sobre retinopatías vasculares incluyendo la retinopatía diabética entre otras. Además, siguiendo su espíritu innovador, él fue uno de los precursores de la fotocoagulación retiniana para tratar enfermedades que hasta entonces se consideraban sin cura alguna. De este modo se fue estableciendo el papel de la retinofotocoagulación en las obstrucciones de rama venosa retiniana, la degeneración macular y otras enfermedades caracterizadas por una vasoproliferación anormal.

En su carrera profesional el Dr. Platz se ha encargado de dirigir con gran acierto lo más granado de las instituciones oftalmológicas americanas: El Wilmer Eye Institute y la Academia Americana de Oftalmología entre otros. Recientemente, el presidente de los Estados Unidos le ha concedido en la Sala Este de la Casa Blanca la «Presidental Medal of Freedom», la máxima condecoración que se puede otorgar en el ámbito civil a una persona.

Este gran hombre, aunque de estampa escasamente talluda, tiene además la virtud de combinar todo lo anterior con una labor docente vocacional. Este don viene de la mano de condiciones humanas como la paciencia y la amabilidad hacia los receptores de ese mensaje, en ocasiones complejo y difícilmente descifrable, que emite la clínica oftalmológica. El colofón a todo ello, una máxima; nunca ridiculizar al estudiante o al residente que se equivocaba en la respuesta, y una gracia; la de hacer sentirse al estudiante o residente con el que trabajaba, que él o ella eran «su favorito».

Personas y testimonios como el del recientemente galardonado Dr. Patz, o el de su coetanio más conocido para el gran público, el Dr. Salk —descubridor de la vacuna contra la polio—, son los verdaderos artífices de la erradicación de esas epidemias sin las cuales la vida se torna más humana. ¡Viva la curiosidad de éstos y otros tantos que puedan sobrevenir!


BIBLIOGRAFÍA


  1. Goldberg MF, McDonnell PJ. Arnall Patz, MD: physician, scientist, and Humanitarian. Arch Ophthalmol 2005; 123: 1600-1602.

  2. Patz A, Hoeck LE, De la Cruz E. Studies on the effect of high oxygen administration in retrolental fibroplasia, I: nursery observations. Am J Ophthalmol 1952; 35: 1248-1253.