HISTORIA Y HUMANIDADES


La primera imagen científica del ojo

MURUBE J1, DIAB F2, MUÑOZ-NEGRETE F3, SALES-SANZ M4

1 Catedrático de Oftalmología de la Universidad de Alcalá de Henares.
2 Presidente del Grupo de Historia y Humanidades, adscrito a la Sociedad Española de Oftalmología.
3 Jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, y Profesor de la Universidad de Alcalá de Henares.
4 Residente de Oftalmología del Hospital Ramón y Cajal, adscrito a la Universidad de Alcalá de Henares.
(Alcalá de Henares significa en árabe El Castillo del Río).


El conocimiento del ojo externo, el llamado surfoculus, fue muy anterior al conocimiento de la estructura interna del globo ocular. El primero, es decir, el aspecto externo de la superficie ocular y los párpados, fue conocido desde los tiempos prehistóricos por simple observación, y reproducido numerosas veces en pinturas y estatuas. El segundo, es decir, el conocimiento de la estructura anatómica y funcional del globo ocular, fue mucho más tardío, generalmente resultado de un examen basado en una atención investigadora y científica. Del aspecto externo de la superficie ocular y los párpados, quedan abundantes restos en imágenes prehistóricas e históricas. Pero de la estructura interna del globo ocular, los escritos descriptivos son muy posteriores, y de ellos se han perdido las posibles imágenes acompañantes, pero a menudo se ha podido reconstruir cómo se piensa que la concibieron sus autores.

El primer diagrama científico de la superficie y del globo ocular descubierto hasta el presente se cree debido a H. unayn Ibn Ish. ãq, un afamado médico y traductor del siglo IX. Añade la curiosidad de que incluye en la misma figura la representaciones de la superficie ocular y de la sección sagital del globo ocular, es decir, de un surfóculo y de un globóculo.

  

VIDA DE H. UNAIN

H. unayn Ibn Ish. ãq (*809-X877dC, *194-X263 H), conocido con el sobrenombre de ‘Ab~u Zãyd, pertenecía a las tribus llamadas Al‘abãd, que habitaban cerca del golfo pérsico, al noroeste de Basora, en Alh. ~¦ rah (actualmente perteneciente a Iraq). Estas tribus hablaban el siríaco (una lengua semítica derivada del arameo) y eran de creencias religiosas cristianas nestorianas (una rama del cristianismo consolidada por Nestor, patriarca de Constantinopla del siglo V, que separa en Jesucristo una naturaleza humana y otra divina. Aún constituye un grupo religioso importante) (fig. 1).


Fig. 1: Mapa de las influencias culturales en el mundo árabe oriental en la época de Hunayn, según Barraclough (11).

H. unayn, hijo de un boticario y herbolero, deseoso de aprender medicina, se trasladó a Basora para formarse con un famoso maestro de la época, Ibn Mãsawayh, también boticario y droguero nestoriano, de quien recibió sus primeras enseñanzas. Allí estudió también árabe. Entre el maestro y el aprendiz había cierta incompatibilidad de posición, pues Ibn Mãsawayh pertenecía a un grupo social de intelectuales, que menospreciaba a los habitantes de Alh. ~¦ rah, que en su mayoría eran comerciantes, como era el caso de la familia de H. unayn. Sus relaciones se dificultaron por las abundantes interpelaciones y meticulosas preguntas de H. unayn, hasta que Ibn Mãsawayh, irritado, le reprochó su interés por la medicina, le indicó que el comercio era lo suyo para ganarse la vida, y le expulsó. H. unayn salió llorando y afligido de la casa de su maestro

Pero H. unayn era un joven voluntarioso, con amor propio, gran trabajador, hábil con la palabra, elocuente, intuitivo, poeta. … y durante los 5 años siguientes viajó a Alejandría, en Egipto, donde estudió y perfeccionó el griego, como fuente para el aprendizaje de la medicina. Pronto tradujo la Anatomía de Galeno y la presentó al jefe médico del califa de Bagdad, quien alabó el excelente trabajo de H. unayn. Esto le animó a enviar una copia anónima de su trabajo a su antiguo maestro Ibn Mãsawayh, quien quedó admirado de la excelente traducción y expresó que dicho trabajo tenía que haber contado con la ayuda del Espíritu Santo. Cuando le revelaron el nombre del traductor, se sorprendió, rectificó su actitud y reanudaron sus relaciones, no sólo como maestro y discípulo, sino como colaboradores.

El califa de Bagdad AlMamun (El Fiable) había creado en el año 830 la Casa del Saber («Bayt al-Hilkma»), donde construyó un observatorio astrológico y un planetarium, reunió gran número de manuscritos, especialmente griegos, y agrupó varios traductores al siríaco y al árabe. Esta biblioteca fue en su tiempo la más grande desde la biblioteca ptolomeica de Alejandría en el siglo III aC, lo que contribuyó a que Bagdad se transformase en el mayor centro cultural del mundo de su época. H. unayn tenía entonces 21 años, y comenzó a trabajar en la «Casa del Saber», siendo su principal función la de traducir, que después alternó con la asistencial médica. Allí, fue subiendo rápidamente en jerarquía, hasta llegar a ser el Jefe Médico, con algunas interrupciones que enseguida comentaremos. Durante estos años H. unayn viajó a Siria, Palestina y Egipto, donde copió y tradujo muchos manuscritos griegos, algunos de cuyos originales hoy se han perdido, y cuyo contenido en árabe se conserva gracias a H. unayn.

H. unayn, que dominaba el persa, el árabe y el griego, tradujo al árabe y al siriaco muchos escritos griegos de temas diversos de medicina (Hipócrates, Galeno), astronomía y geología (Ptolomeo), matemáticas (Euclides, Arquímedes), filosofía y lógica (Platón, Aristóteles), etc. … En este trabajo le ayudaron continuamente su hijo Ishaq ibn Hunayn y un sobrino. El califa AlMamun le recompensaba las traducciones con su equivalente peso en oro (lo que en este caso tiene una clara correspondencia etimológica, pues el término latino pensum significa peso). De sus traducciones, las más influyentes fueron las de Galeno.

Su privilegiada posición en la corte, y tal vez facetas de su carácter, le crearon envidias entre algunos correligionarios, parientes y discípulos. Alguien corrió el rumor de que era un infiltrado al servicio de los bizantinos. El califa quiso comprobar su grado de fidelidad y concretamente al juramento de Hipócrates. Para ello, ordenó a H. unayn que le preparase un veneno para matar a un enemigo, y por ello recibiría una gran recompensa económica, pero si no colaboraba, sería encarcelado. H. unayn se negó a hacerlo, y por ello estuvo un año arrestado en una dependencia palaciega, escribiendo, trabajando y traduciendo. Al cabo de un año el califa le planteó la misma petición, y como volvió a negarse argumentando su moral religiosa y su fidelidad al juramento hipocrático, el califa quedó convencido de su honestidad, le absolvió, y le recompensó moral y materialmente. Años más tarde, como H. unayn pertenecía a un movimiento religioso que no veneraba los iconos, le pidieron que escupiese sobre un icono que representaba a la Virgen María con el Niño Jesús, y como lo hizo, el califa, a sugerencia del patriarca nestoriano Theodosius, que aunque era de igual creencia religiosa no aprobó su conducta, pidió al califa que le penase, y así lo hizo, castigándole con 100 latigazos, despojándole de sus pertenencias, encarcelándolo y aislándolo de su comunidad. Cuatro meses más tarde, el califa decidió perdonarlo, le restituyó a su trabajo, y le hizo su preferido médico particular y su íntimo consejero.

A lo largo de su medio siglo de trabajo incansable, H. unayn aparte de sus múltiples traducciones y de su ejercicio médico, también escribió diversos escrito originales, entre los que destacan un diccionario griego-siríaco, diversas poesías, la Isagogué (Introducción) (30) al Ars Medica de Galeno (23) (que fue su obra más influyente en la Baja Edad Media. y la Edad Moderna) y el Libro de los 10 Tratados del Ojo. El Libro de los 10 Tratados del Ojo, a través de diversas correcciones y añadidos que le hizo a lo largo de casi tres decenios, se sitúa alrededor de 860. En él incluyó muchas de las ideas de anatomía, patología y tratamiento que había recibido a través de sus traducciones, y añadió sus ideas y su experiencia médica personal. Los 10 Tratados incluyen: (1) Naturaleza del ojo, (2) Naturaleza del cerebro, (3) El nervio óptico y la visión, (4) Higiene, (5) Las causas de los accidentes oculares (6).

Las virtudes de las medicina, (8) Remedios oculares, (9) Tratamiento de las enfermedades oculares y (10) Combinaciones de remedios oculares y prescripciones (48). En algunos manuscritos se añade un undécimo tratado dedicado a cirugía ocular. Es conveniente señalar que las distintas versiones de los manuscritos antiguos y medievales nunca son iguales, porque al haber sido copiados a mano tienen numerosas faltas, omisiones y adiciones, y frecuentemente es difícil determinar si algunas partes son originales del autor o son añadidos; por ello, las referencias bibliográficas de estos manuscritos es conveniente que incluyan la biblioteca donde se conservan y su número de identificación.

H. unayn se mantuvo trabajando en la «Casa del Saber» hasta su fallecimiento en Samarra (cerca de Bagdad) en 877, a los 68 años.

El nombre de H. unayn está ligado en la historia de la ciencia y de la medicina a Galeno, porque sin H. unayn el importante papel de Galeno en las Universidades de la baja Edad Media y del Renacimiento, y su repercusión en el presente, habría sido escaso. Como la figura del ojo descrita por H. unayn se basa principalmente en las ideas de Galeno, creemos que merece la pena dedicar unas líneas a éste. Desde el siglo I aC (desde la destrucción de Corinto, en el 46 aC) la medicina griega comenzó a emigrar a Roma, el centro político y cultural del mediterráneo en aquella época. Galeno (*130-X201) fue un griego nacido en Pérgamo (Asia Menor, actualmente Turquía) que emigró a Roma, donde su cultura, deseo de conocimiento, capacidad de trabajo y actividad le hicieron alcanzar una gran reputación como médico, convirtiéndose en el médico de varios emperadores. Tal vez por su carácter, o tal vez porque un país receptor no suele aceptar que la inmigración es una selección natural que le beneficia, Galeno fue odiado por muchos de sus colegas romanos, que despectivamente le llamaron el «graeculus» («el grieguecillo») (26). Galeno, un luchador nato, siguió trabajando durante toda la segunda mitad del siglo II, y su fama perduró en el mediterráneo cierto tiempo. Más tarde, coincidiendo con las invasiones germánicas y el advenimiento del cristianismo, la cultura occidental entró en la Alta Edad Media en decadencia y la influencia de Galeno casi desapareció, porque habiendo escrito sus obras en griego, pasó a ser menos conocido. Sin embargo, en el mundo árabe las traducciones de sus obras por Hunain y su escuela le mantuvieron una gran importancia. Más tarde, estas obras se retransmitieron a la Europa cristiana cuando empezaron a hacerse traducciones del árabe al latín en los siglos XI a XIII, en el monasterio de Monte Cassino (Campania , Sur de Italia), Escuela de Traductores de Salerno (Campania), Escuela de Traductores de Toledo (Castilla), y en otros lugares (22,25,34,44,29,21), divulgándose no sólo los escritos de Galeno y otros médicos clásicos greco-latinos, sino los árabes de H. unayn (30,31,16,17), (cuyo nombre fue traducido al Latín en la baja Edad Media como Johannitius), Al Razhes (6) (c.*865X-925), Avicena (10) (*980-X1038), Albucasis (3) (c.* 936-X1013), Alhazen (5) (c. *965-X1039-40), Avenzoar (8) (*c.1100-X1162) (7), Abenguefit (1) (*997-X1074), Averroes (9) (*1126-X1198), Alcoati (4) (siglo XII) y otros muchos.

El conocimiento y la fama del graeculus volvió a ascender, y fue una de las causas del Renacimiento europeo, obviamente junto a otras razones como el descubrimiento de anteojos para corrección de la presbicia que prolongó y mejoró la vida útil de los intelectuales (40), la multiplicación de los grandes núcleos de población, el impulso comercial dado por las cruzadas, la formación de burguesías acaudaladas y refinadas, el nacimiento del capitalismo financiero y los nuevos descubrimientos geográficos (14).

Las traducciones de la medicina árabe recuperaron el prestigio de numerosos autores clásicos greco-latinos, entre ellos Galeno, gracias principalmente a Hunayn. Hasta muy recientemente, hasta la mitad del siglo XVII, la mayoría de las universidades europeas (Montpellier, Leuwen, etc.) mantuvieron los textos de Galeno como base de su enseñanza médica. Como un ejemplo más, la universidad de Alcalá de Henares, fundada en 1293, programaba aún en el siglo XVII que los estudios de medicina durarían 4 años teóricos y 2 años prácticos, y todo el programa teórico consistía en la lectura y explicación por parte del catedrático de medicina durante los dos primeros años teóricos del Canon de Avicena, y durante los 2 últimos años teóricos, de los textos de Hipócrates y de Galeno (41). Aún hoy día, un médico es llamado coloquialmente un «galeno», y las preparaciones botánicas terapéuticas que no incluyen preparados sintéticos se denominan formulaciones galénicas.

  

COMENTARIOS AL OJO DE H. UNAYN

Previamente al ojo atribuido a H. unayn existen descripciones anatómicas del globo ocular, pero no se conservan imágenes de ellas, bien porque faltasen, bien porque se perdieron. Reproducimos 5 imágenes previas a H. unayn, según las dedujo Magnus (36,37) por interpretación de diversos escritos de autores clásicos greco-latinos (fig. 2).


Fig. 2A: Según Demócrito (18) (circa *460-X370 aC). El ojo está formado por dos capas, y relleno de un humor homogéneo. Falta la lente cristalina. El nervio óptico es hueco (Tomado de Magnus) (36,37).


Fig. 2B: Según Hipócrates(28) (c. *460-X375 aC) y Aristóteles (7) (*384-X322 aC). El ojo tiene 3 capas. No hay lente cristaliniana . En la parte posterior del globóculus hay 3 tubos huecos que probablemente representan un vaso sanguíneo, un nervio rama del trigémino y el nervio óptico. El nervio óptico no sale del la parte postrema del globo, sino algo lateralmente, y conecta con el quiasma (Tomado de Magnus) (36,37).


Fig. 2C: Según Celso(15)(c. *25 aC–X50 dC). El ojo tiene 3 capas: queratoides, coroides y aracnoides. Se representa por primera vez la lente cristaloides, situada en el centro del globo. Delante del cristalino hay un locus vacuus, y detrás de él, la substancia hialoides (Tomado de Magnus) (36,37).


Fig. 2D: Según Rufos (43) (c. 98 dC). Las tres capas anteriores del ojo añaden una cuarta capa más periférica, la epidermis (conjuntiva) que alcanza posteriormente el nervio óptico. En el interior del globo ocular, por delante del iris hay un espacio (cámara anterior), y justamente por detrás está la lente cristaloides, por primera vez en esta localización anterior (Tomado de Magnus) (36,37).


Fig. 2E: Según Galeno(24) (c. *130-X200). La córneo-esclera tiene en su casquete corneal un radio de curvatura menor que el de la esclera, protruyendo ante esta última. El círculo limbal entre la cónea y la esclera es el stephane, porque se parece al hundimiento o marca dejada por una corona. Las 3 capas del globo (queratoides-escleroides, coroides y amfiblestroides) se continúan hacia atrás con el nervio óptico, que es hueco y emerge del polo posterior del ojo. De la superficie lateral del ojo se separan hacia delante la conjuntiva y hacia atrás los músculos oculares extrínsecos. La lente cristaloides está situada anteriormente, dividiendo el contenido ocular en un espacio posterior o hialoideo, y un espacio anterior. Este espacio anterior tiene por delante de la pupila la ooides con un contenido como clara de huevo, y por detrás de la pupila el pneuma, y más atrás la krommyoides o capa parecida a una membrana de cebolla (Tomado de Magnus) (36,37).

El dibujo achacado a H. unayn (fig. 3) fue descubierto por Hirschberg a principios del siglo XX en El Cairo (29), en un manuscrito árabe datado c. 1197, que contiene un diagrama de la superficie y del globo ocular, y que a su vez es copia de otro manuscrito de 1003, a su vez quizás copia directa o con intercalaciones del probable original de H. unayn. Meyerhof tradujo el libro de H. unayn y lo publicó en 1928 (39).

La estructura del globo ocular se basa principalmente en las descripciones de Galeno con el nervio óptico hueco saliendo del eje posterior del globo ocular, pero con algunas variaciones de las que la más importante es la posición central del cristalino.

Lo más imaginativo del diagrama de H. unayn es la abstracción de combinar un surfoculus con un globoculus, es decir un esquema de la superficie ocular representada por la imagen fusiforme de la hendidura palpebral con el círculo corneal en el centro, en la que este círculo central aparece substituido por una sección sagital del globo ocular. De esta forma, a primera vista parece que se trata sólo de un ojo visto frontalmente, pues la representación sagital del globo ocular parece la córnea, y el cristalino da la impresión de ser la pupila. Otra de sus más bellas abstracciones es la de la doble representación de la conjuntiva, superpuesta en una imagen frontal y en un sección transversal (fig. 3A y B).


Fig. 3A: Manuscrito árabe sobre la «Anatomía del ojo» conservado en la Biblioteca Nacional de El Cairo, datado en los años entre los siglos XII y XIII). Al-Mutadibih.


Fig. 3B: Ampliación de la figura 3A. El ojo atribuido a Hunayn (circa 860) incluye el surfoculus en perspectiva frontal (en color naranja), y en él, el círculo central —que correspondería al limbo, córnea, iris y pupila— ha sido substituido por un corte sagital del globo ocular mirando hacia abajo (en negro, rojo y naranja).

Hay 7 u 8 leyendas en árabe clásico señaladas en la figura 3B, que de izquierda a derecha en sentido antihorario dicen:

1. alma~s imiyyah, la placenta (coroides).

2. al~s abakiyyah, la red (retina).

3. al~g alidiyyah, el hielo (cristalino).

4. al‘ankab~u tiyyah, la tela de araña o aracnoide (¿lugar de la catarata?).

5. alrut~u bah. albaydiyyahh, la clara de huevo (humor acuoso).

6. r~u h albasar, el espíritu visual (pupila y área de salida de la visión).

7. (probable leyenda, no visible por su tono negro) (corneosclera).

8. almutahimah, conectiva (conjuntiva).

Los párpados se expresan por los bordes palpebrales, que conforman un fisura interpalpebral simplificada, perfectamente fusiforme, simétrica, de eje mayor horizontal, y sin detalles de pestañas, cisterna lacrimal, lago lacrimal, carúncula o puntos lacrimales

La conjuntiva, en la imagen de la superficie ocular está representada por los dos trígonos conjuntivales expuestos, idénticos a derecha e izquierda de la córnea. En estos trígonos no se representan ni la plica semilunar ni la carúncula. En la parte alta de estos trígonos conjuntivales, se superpone una nueva representación de la conjuntiva a partir de la sección sagital del globo ocular, y que se expresa como dos líneas onduladas, una a cada lado, que salen hacia atrás (en la figura, hacia arriba) rodeando el globoculus, se salen de la línea del párpado superior, se separan hacia los lados, y finalmente se dirige de nuevo hacia atrás. En las edades Antigua y Media se creía que la conjuntiva era una expansión hacia el exterior del periostio del cráneo y de la órbita (2). Esta idea parece también deducirse del esquema de H. unayn. Muchos siglos después, Jacopo Berengario da Carpi (13) (c. *1470-X1530), un profesor de anatomía de la Universidad de Bolonia, en sus «Isagogal Brevis» (1522) mostró que esto no era así.

La córnea muestra, como en otras representaciones anteriores, una mayor convexidad que la esclera. Galeno creía que la esclera y la córnea eran partes de las meninges, la esclera blanco opaca, y la córnea transparente, y esta idea se mantiene en la imagen de H. unayn.

La pupila y el espíritu visual están delante del cristalino.

La lente cristaliniana se creía que estaba en el centro del ojo, probablemente por la idea preconcebida de que la forma perfecta es la redonda, y que esta perfección se consuma con el cristalino concéntrico al globo ocular. De los escritos antiguos, sólo Rufos y Galeno colocan el cristalino en una posición anterior, lo que no tuvo difusión alguna, pues H. unayn y otros volvieron a situarlo erróneamente en el centro. Andreas Vesalius (46) (*1514-X1564) seguía en 1543 colocando la lente en el centro del ojo. Georg Bartisch (12) (*1535-X1606), un barbero-cirujano itinerante y oculista publicó en su obra «Ophthalmodouleia» —el primer libro impreso de oftalmología—, en donde la lente ya aparece situada entre el centro del ojo y el centro de la córnea. Fabricio de Aquapendente (22) (*1537-X1619), en 1601 publicó ya un esquema en el que el cristalino está situado directamente detrás del iris, es decir, sin estar separado del iris por el «espacio de la catarata» (pues hasta la transición entre los siglos XVII y XVIII se creía que la catarata no era la opacificación del cristalino, sino la condensación de un fluido que caía lentamente desde el cerebro por delante del cristalino, de donde su nombre de catarata).

La visión pareció lógico en la Antigüedad que emanaba del cristalino, por la posición central de éste en el globo ocular. Así, de acuerdo con los primeros conceptos científicos de Pitágoras (42) (*c.582-Xc.507 aC), la visión es una emisión del cristalino, que lanza corpúsculos que salen al exterior a través de la pupila, contactan los objetos, y retornan al ojo. Esta teoría de la emisión fue discutida en el siglo IV aC por Aristóteles, que dijo que si fuese así, el ojo vería tanto de día como de noche; y más tarde fue también rebatida en el mundo cultural árabe por Alhazen (5) (*965-X1038). Pero pese a las sugerencias de estos intelectuales, la teoría de la emisión se mantuvo vigente largo tiempo. Leonardo da Vinci (35,27,45) (*1452-X1519) ya expuso que el cristalino no es el sensor de las imágenes, sino una lente refractiva que dirige la luz hacia el nervio óptico, que —como el resto de los científicos de la época— creía que estaba en el centro de la retina, y era hueco.

La retina se creía en tiempos de H. unayn, y hasta muchos siglos después, que es una extensión del cerebro que sirve simplemente para transmitir la nutrición al cristalino. Johannes Kepler (32) (*1571-X1630) en 1604 publicó que la córnea y el cristalino sirven para refractar la imagen de los objetos, y fue el primero en manifestar en 1611 (33) que la retina es el receptor de la visión, y que la miopía se debe a la convergencia de los rayos por delante de la retina.

El nervio óptico se pensaba que era hueco. Ello permitiría el paso del espíritu visual a los ventrículos cerebrales, también huecos. Ambos nervios se unirían en el quiasma, para conjuntar la percepción de ambos ojos. La sección sagital del globo ocular de H. unayn se presenta con el polo anterior hacia abajo y el nervio óptico hacia arriba, tal vez para reforzar la idea de que el ojo conecta con el cerebro para recibir y devolver el estímulo visual.

La artística e imaginativa figura del ojo atribuido a H. unayn sigue sorprendiendo hoy día no sólo por su valor científico, sino también por su belleza.


BIBLIOGRAFÍA


  1. Abenguefit de Toledo. Kitab al-adwiya al-mufrada (Libro de los diferentes órganos). Siglo XI.

  2. Albert DM, Edwards DD. The history of ophthalmology. Cambridge (Massachusetts): Ed.Blackwell Science 1996. pp 29, 38, 40, 47-48, 264.

  3. Albucasis de Medina Zahara. Al Tasrif li man ajaz an-il-talif (Una ayuda para quien no puede leer grandes libros). Siglo X.

  4. Alcoati de Toledo. Quinta Magala (Liber de oculis) Sevilla, 1160. Traducción trilingüe árabe-latín-español por Vázquez de Benito MA Salamanca: Ed. Universidad de Salamanca, 1973.

  5. Alhazen de Basora. Kitab al manazir (Opticae thesaurus Alhazeni, o Libro de óptica). Circa 1030. (Hoy perdido, pero traducido al latín por Vitellio) (47).

  6. Al-Rhazes. Al-Hawi (El compendio de medicina). Siglo X.

  7. Aristóteles de Estagira. Opticon (Optica), y Peri opseos (Sobre visión) (siglo IV aC). (Ambos manuscrito perdidos. Tomado de Magnus (37).

  8. Avenzoar de Peñaflor. Al Theisir. Siglo XII.

  9. Averroes de Córdoba. Citado por Duke-Elder S en: System of Ophthalmology. London: Ed Kimpton. 1961. Vol II, pp 23-24 (19), y por: Cruz Hernández, M en: Abû-l-Walîd Muhammad ibn Rushd (Averroes). Vida, obra, pensamiento, influencia, Córdoba: Ed CajaSur Publicaciones, 2.ª ed. 1997.

  10. Avicena. Al qanun fi altibb (El canon de medicina). Siglo XI. El manuscrito más antiguo conservado es de 1052. Colección del Aga Khan Museum. Toronto. Ontario. Canada.

  11. Barraclough Geoffrey: El mundo, gran atlas de historia. Barcelona: Ebrisa. 1985. Vol. III: 101.

  12. Bartisch G. Ophthalmodouleia. Das ist, Augendienst (Ophthalmodouleia, es decir, el cuidado del ojo). Dresden. 1583.

  13. Berengario da Carpi J. Isagogal Brevis (Breve introducción). 1522 (Citado por Albert) (2).

  14. Bernett JW. On the causes of the Renaissance. Renaissance News 1949; 2(1): 5-6.

  15. Celsus AC. De Medicina (Sobre medicina). Siglo I.

  16. Constantinus Africanus. Liber de oculis Constantini Africani. (Libro del ojo, de Constantinus Africanus). In: Omnia opera Ysaac. Lyon 1515, 172-178.

  17. Demetrius. In: Galeni liber de oculis translatus a Demetrio (Libro del ojo de Galeno traducido por Demetrius). Galeni opera. Venecia 1541-1545. vol 8, 683, 1545.

  18. Demócrito of Abdera. Citado por Magnus (37), de: Fragmenta philosophorum graecorum. París: Bullach. 1860.

  19. Duke-Elder S. System of Ophthalmology. London: Ed. Kimpton. 1961 Vol II The Anatomy of the Visual System. Cap. I. The history of the anatomy of the eye. pp 3-72.

  20. Esteban de Antonio M. Estudio histórico sobre la nomenclatura oftalmológica del diccionario médico (año 1606) de Juan Alonso y de los Ruyzes de Fontecha. MacLine SL. ISBN 84-932744-1-0. 2002. pp 229-247.

  21. Esteban de Antonio M. Historia de la oculística con especial dedicación a la estrabología. Madrid. Pendiente de publicación.

  22. Fabricius de Aquapendente .Tractatus de oculo visusque organo (Tratado de la visión y del ógano del ojo). 1601.

  23. Galeno de Pérgamo. Tékhnê iatriké (Ars medica. Arte médica). Siglo II.

  24. Galeno de Pérgamo. Peri chreias ton anthropou somati morion (Sobre la utilidad de las partes del cuerpo humano). Libro X, Cap. I-VI. Siglo II AD.

  25. Gil J. La escuela de traductores de Toledo y los colaboradores judíos. Toledo: Ed. Instituto Provincial de Investigaciones Toledanas. 1985.

  26. Gorin G. History of Ophthalmology. Wilmington (USA): Publish or Perish. 1982, p 23-24.

  27. Hilloowala R. Leonardo da Vinci, visual perspective and the crystalline sphere (lens): if only Leonard had had a freezer. Am J Ophthalmol 2005; 139: 585-586.

  28. Hipócrates de Cos. Citado por Magnus R (37).

  29. Hirschberg J. Ueber das älteste arabische Lehrbuch der Augenheilkunde (Sobre el libro más antiguo de oftalmología). Sitzungsber. der Preuss. Ak. Vol 9. 1903.

  30. H. unayn Ibn Ish. ãq al-Ibadi. Isagoge Jaonnitii in tegni Galeni primus liber medicine (Introducción de Hunain al primer libro de Galeno). Versión de Leipzig: W. Stöcket, 1497. e Isagoge sive introductio Johannitii in artem parvam Galeni de medicina speculativa. (Isagogué o introducción de Hunain en el arte de la medicina especulativa de Galeno) Argentorati. 1534.

  31. H. unayn Ibn Ish. ãq. Kitab al'-ashr maqalat fi al-'ayin (El libro de los diez tratados del ojo). Traducido al latín por Demetrius (17) y por Constantinus Africanus (16), y al inglés por Meyerhof (39).

  32. Kepler J. Ad Vitellionem paralipomena quibus astronomiae pars optica traditur (sobre los paraleipomena de Vitellio, donde se aplica la parte óptica de la astronomía). Frankfurt: Ed. Marnium & Aubrii, 1604.

  33. Kepler J. Dioptricae. 1611.

  34. Kristeller PO. Studi sulla scuola medica salernitana (Estudios sobre la escuela médica salernitana). Istituto Italiano degli Studi Filosofici, Nápoles, 1986.

  35. Leonardo da Vinci. Citado por Thro EB (45) y Hilloowala R. (27)

  36. Magnus R. Die Anatomie des Auges bei den Griechen und Römern (La anatomía del ojo por los griegos y los romanos). Leipzig 1878.

  37. Magnus R. Augenärztk. Unterrichts-Tafeln (Láminas de enseñanza del ojo). Breslau. 1900; 20: 22.

  38. Meyerhof M. New light on Hunain Ibn Ishâq and his period. Isis 1926; 8(4): 685-724.

  39. Meyerhof M. The book of the ten treatises on the eye ascribed to Hunain Ibn Ishaq. Cairo: Government Press, Al-Maktaba Al-amiriyya. 1928. I.

  40. Murube del Castillo J. Sobre el origen de los anteojos. Studium Ophthalmologicum (Barcelona-Madrid) 1983; 3/3: 95-98.

  41. Murube del Castillo J. Epílogo. In: Esteban de Antonio M. Estudio histórico sobre la nomenclatura oftalmológica del diccionario médico (año 1606) de Juan Alonso y de los Ruyzes de Fontecha. MacLine SL. ISBN 84-932744-1-0. 2002; pp 229-247.

  42. Pitágoras de Samos. Citado por Duke-Elder S (19).

  43. Rufos de Efeso. Rouphos tou Ephesiou peri onomasías ton tou anthropou morion (Sobre los nombres de las diferentes partes del cuerpo humano, según Rufos de Efeso). Siglo I-II.

  44. Sanz López A. Historia de la dacriología. Tesis Doctoral. Universidad Autónoma. Facultad de Medicina. Madrid. 1981.

  45. Thro EB. Leonardo da Vinci’s solution to the problem of the pinhole camera. Arch Hist Exact Sci 1994; 48: 343-371.

  46. Vesalius A. De humani corporis fabrica (Sobre la estructura del cuerpo humano). 1543.

  47. Vitellio EC. Opticae thesaurus Alhazeni (Tesoro de óptica, de Alhazen). Año 1269.

  48. Wayenborgh JP. International Biography and Bibliography of Ophthalmologisys. IBBO. Ostende: Edit. Wayenborgh. 2001; Vol 7, part 1. p. 389.