HISTORIA Y HUMANIDADES


Historia del tratamiento del pterygion. Desde Susruta hasta la betaterapia surfocular (parte I)

MURUBE J, ESTEBAN DE ANTONIO M, RIVAS L

Dedicado a los Dres. Arruga, Barraquer y Castroviejo

1 Este trabajo se ha desarrollado como parte de la beca de la Fundación Mutua Médica Madrileña 2005/443.


La primera cita clara del tratamiento del pterygion que se conserva se refiere al tratamiento quirúrgico, y es de hace unos 3.000 años, cuando Susruta (117,130) escribió: «El paciente se tumba en una mesa. Se rocía el pterygion con polvo de sal. Se le hace mirar lateralmente, y con un gancho se le engarfia y tracciona la parte más floja y superficial del pterygion. A continuación se separa éste del ojo, raspando su parte profunda con un cuchillete de extremo redondeado pero afilado. Los restos que queden adheridos al globo deben ser sajados. Después se aplica sobre el surfóculo un ungüento para que no se reproduzcan».

El TRATAMIENTO MÉDICO del pterygion ha tenido escaso desarrollo hasta fechas muy recientes, siendo hasta el presente aún de escasos resultados. En el Egipto faraónio, entre las muchas fórmulas existentes, estaba la aplicación de pastas de incienso, antimonio, miel, o excremento de pelícano o de lagarto (5). Hipócrates (siglos IV-V aC) (67) citó colirios de cinc, cobre, hierro, bilis, orina y leche materna. En los siglos siguientes se usaron distintas fórmulas, no más eficaces que las egipcias, que se enriquecieron en las culturas mahometana y cristiana de la Edad Media, y continuaron en la Edad Moderna. Así, Bartisch (1583) (24) citó las mezclas de azúcar, polvo de hematites, alumbre, vitriolo blanco, alcanfor y tártaro de vino. Sennert (1628) (121), repite estos tratamientos con ligeras variantes. La piedra divina era una mezcla de alumbre, vitriolo azul, nitro y alcanfor, que en forma de pasta o disuelta en agua, se usaba como colirio (95,119). Algunas de las antiguas infusiones aún persisten, como la infusión de malvarrubia (Marrubium vulgare), todavía usada en Valle Guerra (Tenerife) (102). En la Edad Contemporánea se iniciaron los colirios de fórmula química identificada, los lavados boratados isotónicos, los colirios de sulfato de Zinc 2% (94,95), y los colirios de nitrato de plata (95). El tratamiento médico exclusivo apenas se ha usado por su ineficacia:

Un curioso tratamiento mixto médico-quirúrgico es el recogido en un manuscrito medieval anónimo conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid (12). Este escrito distingue dos tipos de pterygion: para la uña nerviosa, blanca o lisa recomienda el tratamiento clásico de cortarla con instrumento de hierro; pero para la uña carnosa delgada recomienda sangrar la vena cefálica y purgar la cabeza con decocción de Galeno, trocisco verde o aceite.

Recientemente se están introduciendo diversos tratamiento médicos, que actualmente se usan como adición a la excisión quirúrgica: corticosteroides, thiotepa, ciclosporina A, mitomicina C, fluorouracilo, antifibróticos, interferones, anti-VEGF, antioxidantes, catalasas, etc. Posiblemente sean la base del desarrollo en un futuro de un tratamiento tópico sin necesidad de cirugía.

El TRATAMIENTO QUIRÚRGICO del pterygion, que como vemos se inició con el raspado y excisión simple, ha seguido un largo camino con la ligadura, torsión, desviación, plicatura, destrucción por cauterización o electrolisis , betaterapia, etc. (11,94,98). Veamos cómo ha ido evolucionando hasta el presente. El tratamiento quirúrgico inicial fue la remoción quirúrgica (¿escisión o excisión? Vide Nota) dejando la superficie corneal y escleral denudadas. Actualmente se conoce como la técnica de esclera desnuda (Bare Sclera Technique).

Excisión quirúrgica simple (esclera desnuda): Tras la anterior cita quirúrgica de Susruta, los cambios fueron escasos durante siglos.Por ejemplo, Celsus (*circa 25 aC-Xca 50dC) (40) publicó una cirugía que apenas difiere de la de Susruta, salvo en que para mantener la tracción del pterygion durante la extirpación pasa un hilo por debajo de él: «Tras ayunar durante un día, el paciente se sienta de cara al médico, o bien se sienta de espaldas a él y se acuesta colocando su cabeza sobre un muslo del médico. Algunos prefieren la primera posición si el ojo a operar es el izquierdo, y la segunda posición si es el derecho. Un ayudante abre un parpado y el cirujano el otro. El cirujano pasa un gancho bajo el pterygion y —dejando ahora que el ayudante abra los dos párpados—, con la otra mano tracciona del pterygion hacia sí mismo, elevándolo. Pasa una aguja curva enhebrada por detrás del pterygion. Tracciona de los dos extremos del hilo, elevando el pterygion. Y con un escalpelo lo corta y separa del ojo, procurando no dejar restos en el lecho o por el contrario producir un agujero que provocará un flujo persistente de humor. Después se aplica en la superficie cruenta hilachas con miel, y se cubre con un tejido tejido de lino o lana. El ojo debe abrirse diariamente para evitar que los párpados se adhieran por una cicatriz. La fecha ideal para operar es la primavera; y si no, el otoño, que es mejor que el verano y el invierno».

Milenio y medio después apenas nada había cambiado. Bartisch (24) (fig. 1) y Saint-Yves (119) seguían usando técnicas parecidas a las de Susruta y Celsus: Saint Yves (1767) sienta el paciente en el suelo, se coloca tras él, y el paciente descansa su cabeza sobre el muslo izquierdo del cirujano. Un ayudante mantiene abierto los párpados superior e inferior. Esta posición, si opera el ojo derecho. Si opera el ojo izquierdo y el cirujano no es ambidextro, sienta al paciente en una silla. Pasa la aguja curva con hilo de seda tras el pterygion, y anuda los dos cabos del hilo, y tracciona del pterygion hacia delante. Después corta el pterygion por sus límites superior e inferior con una lanceta, y lo despega de la esclera. A continuación introduce una de las ramas de una tijera por debajo y otra por arriba del pterygion, y corta de un golpe la unión del pterygion a la carúncula. Traccionando del hilo hacia la córnea, diseca y separa el pterygion hasta la córnea transparente. Finalmente venda el ojo durante 4 días, poniéndo «agua de la vida», y más tarde «piedra divina» disuelta en agua común. Mexia (1814) no usa el hilo para traccionar, sino una pinza (95).


Fig. 1. Extirpación de pterygion (Bartisch, 1583): Toma un gancho y atraviesa el pterygion con él sin acercarte demasiado al globo. Atraviesa esta parte superficial con una aguja enhebrada con un hilo de seda. Toma los dos extremos del hilo con una mano. Separa el pterygion con un cuchillo afilado y puntiagudo. Extírpalo con el bisturí en la otra mano hasta el canthus del ojo. Aplica sobre el surfóculus el siguiente colirio: acedera, alumbre, albayalde y alcanfor. Y el siguiente emplasto: clara de tres huevos, agua de maslo, masilla y alumbre.

A lo largo de estos siglos, la variación conceptual más notoria es la recogida por Martínez (92), quien pasa una aguja enhebrada por debajo del pterygion y anuda fuertemente el hilo para que el pterygion se vaya atrofiando.

Los grandes avances en el tratamiento quirúrgico del pterygion se están haciendo en los último 150 años, sobre todo en los ultimos decenios. A ello contribuyó grandemente la aparición en 1884 de la anestesia surfocular con cocaína. Como un curioso antecedente a la anestesia, Ali Ibn Isa escribió sobre adormecer al paciente («tanwim») (7,45). Se aplicase o no un supuesto sedante, el paciente debía ser fuertemente sujetado para evitar sus movimientos (fig. 2).


Fig. 2. Preparación de un paciente para ser operado de pterygion (Bartisch 1583). La inmovilización del paciente se hacía en aquella época físicamente. Los métodos químicos, como la "esponja somnífera" de Hipócrates (impregnada en opio, beleño y mandrágora), raramente eran usados.

Ya recientemente aparecieron numerosas variantes de la técnica de esclera desnuda: extirpación de áreas conjuntivales limítrofes no microscópicamente afectadas, cauterización del lecho, etc. (27,129). Como el daño que favorecerá la recidiva del pterygion no parece estar en sus células epiteliales, sino en el tejido fibrovascular subyacente, la extirpación del pterygion visible debe completarse con dos medidas: 1) La perfecta limpieza de la esclera desnuda (corte, raspado, etc.) y 2) La eliminación del tejido subconjuntival circundante al pterygion visible. Por ello, actualmente, tras la extirpación del pterygion, debemos separar por disección roma la conjuntiva residual de su tejido episcleral y tenoniano subyacente, y traccionando de éste con una pinza, exteriorizarlo y extirparlo también. Esto es especialmente importante en los pterygia con extensión retrógrada supraescleral, especialmente si alcanzan la musculatura ocular extrínseca.

La técnica de esclera desnuda es la más simple de ejecutar, pero la que da más recidivas, que según diversos cirujanos asciende al 20-89% delos operados (17,71,125,138).

  

ADICIONES A LA EXCISIÓN SIMPLE

Adición de autotransplante conjuntival por deslizamiento. Czermack (46) fue a nuestro saber el primero que tras la excisión del pterygion suturó los bordes libres superior e inferior de la conjuntiva el uno al otro, cubriendo el área denudada.

Después surgieron muchas otras técnicas de autotransplante conjuntival por deslizamiento. Así, Campodonico (33) cubría el área denudada arrastrando un flap de conjuntiva inferior que suturaba a la episclera del área superior denudada. Y Arruga (15) disecaba la conjuntiva situada entre el limbo superior y la inserción del recto superior, y la arrastraba sobre el lecho del pterygion, donde la cosía (fig. 3). Kenyon et al. (75) hacen una variante de esta técnica, y tras la excisión del pterygion, toman del cuadrante temporal superior un colgajo de conjuntiva bulbar que transplanta sobre la esclera denudada. Las variantes usadas son numerosas (18,69,75,111,112,135).


Fig. 3. Técnica de Arruga. Extirpación del pterygion y autotrasplante conjuntival por deslizamiento hacia abajo de la conjuntiva sana situada sobre el limbo corneal superior y sobre el pterygion (Arruga H. Cirugía ocular. Barcelona: Salvat. 1950. pp. 325-326).

La tasa de recurrencias con autotransplantes conjuntivales por deslizamiento es del 45-69%. (111,112). Kenyon et al (75) con su variante quirúrgica publicaron sólo un 5,3 de recurrencias. Con ésta u otras variantes se han citado recurrencias del pterygion del 2%, 7,9% y 39% (8,41,131).

Adición de autotransplante conjuntival libre. El transplante conjuntival autólogo libre proveniente del mismo o del otro ojo (63), compite actualmente con el transplante de membrana amniótica, que es más simple de ejecutar, y que no exige hacer una autoextracción conjuntival. No obstante, aún aceptando muchas de las propiedades positivas de la membrana amniótica, algunos autores prefieren el transplante conjuntival autólogo al transplante de membrana amniótica, y así Prabhasawat et al. (111) encuentran que el autotransplante conjuntival previene las recurrencias del pterygion mejor que la membranaa amniótica, ocurriendo las recidivas con el primero en el 4,8% de los casos y con el segundo, en el 14,8%.

Adición de autotransplante del pterygion por desviación. Knapp (79), en 1868, cortaba horizontalmente el pterygion en dos mitades, la cabeza de la mitad superior la introducía bajo la conjuntiva bulbar superior, y la cabeza de la mitad inferior bajo la conjuntiva bulbar inferior. Blascovics (28), en 1918, despegaba la mitad lateral del pterygion, y doblándola hacia atrás sobre sí mismo, llevaba su cabeza hacia la carúncula, suturándola en esta posición. Desmarres (48) separaba la cabeza, cuello y cuerpo del pterygion, y sin extirparlo, introducía la cabeza bajo lo conjuntiva sana inferior, donde la suturaba. McReynolds modificó esta última técnica cubriendo con la conjuntiva adyacente el área limbal denudada. La tasa de recurrencias era del 30-75% (74).

Adición de autotransplantes buco-mucoso. En casos de tratamiento quirúrgico de pterygia ya recidivados se han usado transplantes autólogoas de mucosa bucal. Castroviejo (37) usó autotransplantes de mucosa bucal tomados con su electroqueratotomo, colocándolos sobre la esclera denudada y cosiéndolos con seda negra 8-0 —la sutura más delicada en su época—, que retiraba a las 2 semanas.

Adición de transplante de membrana amniótica. La membrana amniótica tiene una antigenicidad muy escasa y por ello no desencadena reyección inmunológica. Contiene leucotrienos, prostaglandinas, interleukinas, enzimas, y vitaminas, y además posee altos niveles de muchos factores de crecimiento que promueven la epitelización de la superficie corneal con excepción de los que favorecen la neovascularización a la que por el contrario inhiben. Su accion antiiflamatoria es grande. Modula la cicatrización reduciéndo la proliferación fibroblástica, y la cicatriz exuberante. La migración del epitelio corneal y conjuntival sobre la membrana amniótica es fácil. Una de sus características más específicas para su uso en la cirugía del pterygion es que suprime el TGF-beta en los fibroblastos del pterygion (84,123). El mantenimiento de la membrana puede durar de varias semanas a varios meses (114), pero es muy frecuente que el epitelio corneal crezca sobre la membrana basal amniótica y la incorpore (59).

Por todo ello, su uso para cubrir la esclera denudada ha sido muy amplio (29,59,61,85,89, 96,105,111,115,121,123,124,126).

Adición de queratectomía superficial. La parte de invasión corneal del pterygion se eliminaba generalmente por corte y raspado. La adición de queratectomía superficial empezó cuando los cirujanos empezaron a usar anteojos quirúrgicos telescópicos, y sobre todo, cuando a lo largo de la decada de los 1960 empezaron a extenderse los microscopios quirúrgicos. Castroviejo (38) postulaba hacer una queratectomía del área corneal invadida, tan superficial como posible, pero suficiente para eliminar la córnea alterada.

Adición de transplante corneal. La idea de cubrir con una queratoplastia heteróloga el área corneal adelgazada por una cirugía de pterygion fue de Magitot (91). Distintos autores han repetido con diversas variantes este proceder (31,83, 103,107,109,138).

En casos de pterygia recidivados en que repetidas operaciones provocaron un adelgazamiento y perforación corneal, Catroviejo introdujo en la década de los años 1930 (37) los transplantes perforantes periféricos con forma de creciente lunar o de segmento de círculo.

Adición de autotransplante limbo-conjuntival. Barraquer (19-22) había ya hecho reiteradamente la observación de que en la cirugía del pterygion la recidiva puede evitarse con pequeños transplantes corneoconjuntivales. La comprensión del porqué de esto se inició cuando Davanger et al (47) sugirieron en 1979 que la estructura papilar limbal es la generadora de las células epiteliales corneales. Otros estudios soportaron que las células limbales emigran centrípetamente hacia la córnea para reparar pérdidas epiteliales traumáticas (78). Sobre estos hallazgos, Thoft et al., 1983 (133) elaboraron su hipótesis XYZ, para explicar cómo se genera, desplaza y mantiene la masa epitelial corneal, y Buck 1985 (30) observó que en el recambio epitelial normal hay también un movimiento celular corneal centrípeto. En 1986 Schermer et al (120) evidenciaron que las células madre del epitelio corneal están en el limbo, basándose en la expresión de una queratina de 64 kd específica del epitelio corneal.

Los actuales criterios de que la luz UV daña las células madre estaminales del epitelio corneal, situadas en el limbo, están llevando a tratar los casos graves o recurrentes con autotranplantes limbales (3,64,100,115). Estas técnicas tienen la ventaja de que en la mayorís de los pterygia el limbo no afectado está normal y disponible, y el arco de limbo a extirpar puede no ser excesivo. Los transplantes de limbo alógenos son más raros que los autólogos, pero no quedan excluidos como posible tratamiento (43).

Adición de cauterización. Algunos autores han sugerido que no es la aparición de tejido conjuntivo lo que atrae y estimula los neovasos, sino que viceversa, son los vasos los que estimulan la aparición de elementos inflamatorios y cicatriciales. Por ello, cauterizan los vasos de los bordes y lecho resultantes de la extirpación del pterygion (6,74). La cauterización debe ser mesurada, pues el exceso sería lesivo (77).

Adicion de corticosteroides. La disminución de la inflamación postoperatoria con corticosteroides tópicos disminuye la inflamación y por tanto la tendencia a la recidiva (35,72,140). Hoy la aplicación tópica de un corticosteroide durante varios días entra en el protocolo habitual de la cirugía del pterygion, generalmente asociándolo a algún antibiótico.

Adición de thiotepa. El thiotepa (triethylen thiophosphoramida) es un agente radiomimético que oblitera los neovasos por inhibir la mitosis del endotelio de los capilares y por tanto, su crecimento (86). Se ha usado en dilución al 1:2000 (15 mg en 30 cc de solución de Ringer), una gota tópica cada 3 horas durante 8 semanas. En 30 pacientes Meacham (93) sólo tuvo una recidiva, y en 17 pacientes Cassady (35) también sólo una. Como complicación se ha citado la vasodilatación conjuntival, alergia al thiotepa y despigmentación de la piel de los párpados (73,136).

Adición de ciclosporina A. La ciclosporina A aislada del hongo Tolypocladium inflatum Gamsi inhibe la calcineurina, que es una serina/treonina fosfatasa que defosforiliza los factores nucleares de las células T activadas. Hace varias décadas que se utiliza como antiinflamatorio y como inmunosupresor por vía sistémica o tópica (43). Su forma en colirio se comercializa actualmente dos formas: El Restasis (Lab. Allergan, EEUU) en excipiente de aceite de ricino, y el Modusik-A (Lab. Sophia. Méjico) en excipiente acuoso. Su acción antiproliferativa de los fibroblastos del pterygion ha sido comprobada in vitro (66). También se ha estudiado en el pterygion en aplicación tópica de ciclosporina A al 1%, y comparándola con el tiothepa al 0,5% (136).

Adición de mitomicina C. La mitomicina C (MMC) es un agente antibiótico y antitumoral que inhibe los ácidos ribonucleico y deoxiribonucleico (RNA y DNA), la síntesis de proteínas y la proliferación celular. Tiene un efecto prolongado en el tiempo. Se usa tópicamente en dilución 0,02%, aplicándola empapapada en una hemosteta que se mantiene sobre el lecho escleral denudado durante 2 minutos (34,56,60,65,110,137), y dejando después la esclera desnuda o cubriéndola con conjuntiva. También se ha usado la aplicación postoperatoria, instilando la dilución de MMC, bis in die durante 5 días. Se han citado complicaciones como keratopatía punctata epitelial, avascularidad limbal, distrofia escleral y corneal, descompensación corneal, placas de calcificación, y excepcionalmente queratomalacia (corneal melting), glaucoma o catarata (57,60, 87,104,118). En un estudio doble ciego hecho en Tenerife por Pérez Silguero et al. sobre 273 ojos con pterygion, se les aplicó en el mismo acto quirúrgico una esponjilla empapada en MMC durante 3 minutos, y después se instiló una gota tópica durante 5 días. En los pacientes de menos de 60 años, las recidivas sin MMC fueron del 41,1%; con MMC al 0,005%, del 28,2%; y con MMC al 0,010%, del 15,2%.

La MMC, cuando usada excesivamente durante la operación, puede ocasionar graves lesiones de distrofia escleral. El recubrir la lesión con conjuntiva autóloga puede mejorar el cuadro, pero en muchos casos resulta insuficiente (70).

Adición de fluouracilo. El 5-fluorouracilo (5-FU) es un agente quemoterapéutico que inhibe la timidilato sintetasa, un enzima importante en la síntesis de DNA. Si falta la síntesis de DNA se inhibe la proliferación celular. El 5-FU tiene la ventaja sobre la MMC de que sólo afecta a las células proliferantes, mientras que la MMC afecta tanto a las proliferantes como a las quiescentes. La inyección de 5-FU cuando un pterygion está recurriendo reduce la neovascularización, se cree que por inhibir los fibroblastos y por ello las necesidades de oxígeno y estímulo para los neovasos.

El 5-FU se ha aplicado tanto en pterygia primarios como en recidivados, principalmente para evitar recurrencias en ojos pronos a ellas (1,2,26,106).

Adición de antifibróticos. La acción antifibrótica del TNP-470, la pioglitazona o el everolimus se han estudiado in vitro contra los fibroblastos aislados del pterygion, pero aún no se han usado in vivo (44,81).

Adición de interferón. Los interferones (IFNs) son citokinas secretadas por las células en situaciones de stress, tales como infección o cáncer. Los interferones tipo I (IFN-a, IFN-b) se segregan en todas las células somáticas, y los tipo II (IFN-g) en las celulas del sistema inmunitario. Hasta el presente sólo se ha publicado un estudio en que se ha aplicado el IFN-a-2b en casos de pterygion recurrente, con resultados satisfactorios (58).

Adición de inhibidores del VEGF. El pterygion se caracteriza por una excesiva neovascularización. En los pacientes con pterygion se ha demostrado el aumento de factores pro-angiogénicos, como el TNF-alfa, VEGF, FGF-2, HB-EGF, IL-6, IL-8 y MMPs (50,51,81,101), y disminución de factores anti-angiogénicos como el thrombosporidin (TSP-1) y la endostatina (16,62,72). Esto produce la neovascularización típica del pterygion.

Por ello, actualmenter se está ensayando la utilización de medicación antiangiogénica. Entre los antiangiogénicos, el más usado actualmente en oftalmogía es el bevacizumab (Avastin, de Lab. Roche), que aunque aprobado para el cáncer colo-rectal es ampliamente usado intravítreo off-label para la DMAE húmeda. A nuestro saber, el primer trabajo publicado sobre el uso de este anti-angiogénico en el pterygion es el de Camilo et al. (2007) (32bis), quienes no han encontrado menos recurrencias en los casos en que se usó que en los casos control, tal vez por haberse aplicado con dosis insuficientes. Mejores son los resultados obtenidos por DeStefano et al. (2007) y Kim (2008) (49,76) usando un colirio de Avastin 10 mg/ml, al 1,0 por ciento de concentración, aplicado surfocularmente 4 veces por día durante 25 días.

Nosotros empleamos desde hace 1 año la toma de Doxium (dobesilato de calcio), que tiene un efecto anti-VEGF y anti-FGF, tomado en forma de cápsulas de 500 mg, bis in die. Es un estudio conjunto con el departamento de investigación del Hospital Ramón y Cajal (Dr. Cuevas). La menor frecuencia de recurrencias de pterigion parece existir, pero aún se precisan más casos para darle un valor estadístico.

Suturas y pegamentos. Todos lo métodos quirúrgicos, excepto los de esclera desnuda, necesitan fijar mucosa, membrana amniótica o córnea limbal cubriendo la zona denudada. Cualquier sutura es un irritante físico. Castroviejo usaba la sutura menos traumatizante de sus tiempos, la seda negra 8-0 enhebrada. Por los años 60 aparecieron las sutura 10-0, llamadas atraumáticas porque se continúan con la aguja. Pese a su menor roce, las suturas son evitadas por muchos cirujanos, por ser origen de irritación y por tanto de estimular las recurrencias. Otros cirujanos las aplican sólo cuando han eliminado mucha superficie de conjuntiva (27,37). Ocluir el ojo hasta la reepitelización es fundamental. Si el paciente no lo entiende, debe explicársele que una misma herida no requiere reposo si está en la frente, y lo requiere siendo igual si está en la planta del pié, y que una herida de pterygion se parece más a la de la planta del pie que a la de la frente, por estar repetitivamente sometida al frote del parpadeo.

A finales del siglo pasado comenzaron a aparecer los adhesivos tisulares que evitan las suturas. Los comercializados y más extendidos son uno sintético (el cianoacrilato) y uno biológico (la fibrina).

Los pegamentos derivados del cianoacrilato son compuestos que se polimerizan rápidamente en contacto con substancias básicas tales como sangre, lágrima, suero salino o agua, creando así una unión con gran fuerza tensil entre los tejidos que contacta (80,134). Se aplica sobre la esclera denudada y se coloca encima el tejido a transplantar.

Los pegamentos de fibrina (fibrin glue) polimerizan más lentamente, tienen menor fuerza tensil, inducen muy poca reacción inflamatoria y son biodegradables. El más usado en España es el Tissucol, de Laboratorios Baxter, que contiene dos componentes separados: uno de fibrinógeno, fibronectina, plasminógeno y factor XIII, diluidos en una solución de aprotinina bovina y después congelada. Otro, una solución de trombina humana disuelta en cloruro de calcio. Cuando tras extirpar el pterygion ambas soluciones se mezclan y aplican sobre la esclera denudada, interaccionan entre sí y antes de que formen un coágulo se coloca sobre la mezcla el tejido a adherir; o bien se coloca directamente el tejido a transplantar, y bajo él se inyecta el pegamento. El uso de pegamento de fibrina acorta el tiempo de operación, reduce las molestias del paciente y provoca menos respuesta inflamatoria (80,127, 128,134).

Adición de betaterapia. En la presente revisión histórica del tratamiento del pterygion, la adición de betaterapia la desglosamos para el próximo número de Studium Ophthalmologicum, ya que su importancia bien merece exponerla más ampliamente en una Parte II.

Antes de teminar esta Parte I de la evolución histórica del tratamiento de pterygion digamos unas palabras sobre el tratamiento preventivo del pterygion y de sus recidivas postquirúrgicas.

La prevención del pterygion comenzó a desarrollarse cuando empezó a sospecharse su relación con la sobrecarga de rayos o luz ultravioleta (LUV). Aún no hay un conocimiento claro de ello. El tratamiento preventivo ambiental consiste en evitar la exposición a radiación UV, ya cambiando los hábitos laborales o recreativos, especialmente en las fechas cercanas al solsticio de verano, ya usando gafas de sol, sombrero de ala o visera. Mackenzie et al. (90) mostraron que las personas que entre los 20 y 29 años de edad nunca habían usado sombrero cuando se exponían al sol tenían doble riesgo de desarrollar un pterygion que las personas que en las mismas circunstancias lo usaban; y que el riesgo de pterygion era 9 veces mayor en las personas que en los 10 años anteriores no usaron gafas de sol, que en las que las usaban.

El tratamiento preventivo farmacológico se basa en la toma habitual de antioxidantes, tales como los de pequeñas moléculas (ácido ascórbico, glutatión, alfa-tocoferol) y ciertos enzimas (catalasa, superóxido dismutasa, glutatión peroxidasa, reductasa) protegen del stress oxidativo que produce la LUV, y por consiguiente de la alteración de la matriz extracelular y la síntesis del colágeno y la elastina (39).

El uso de lágrimas artificiales lubricantes y la medicación tópica surfocular de antiinflamatorios, antihistamínicos y vasoconstrictores parece también disminuir algo el desarrollo de pterygion.

En cuanto a las recidivas, Celsus ya señaló en el siglo II que el pterygion suele recidivar cualquiera sea el tratamiento aplicado (40,117). El pterygion recurrente suele ser más agresivo que el primario (138,140), y esto le da una especial importancia.

Kamel (74), quien dio tasas de recurrencias postquirúrgicas de entre el 30 y 50% de los operados, sugirió que las recidivas de un pterygion primario dependen en gran parte de los factores personales del paciente y etiopatogénicos del pterygion. Pérez Silguero et al. (104) observan que el sexo, la diabetes y la hipertensión no modifican estadísticamente el porcentaje de recidivas.

El factor más importante para las recurrencias hasta el presente hallado es la previa exposición crónica la LUV. Esto explica que las recidivas sean más frecuentes en países tropicales y subtropicales como America Ecuatorial, Canarias o Filipinas. En el Hospital Insular de Gran Canaria, el 4% de todas las intervenciones quirúrgicas oftalmológicas son pterygia, muchos de ellos recidivados (99,113). Sin embargo, Cameron (32) piensa que las recurrencias postoperatorias del pterygion no tienen ya relación con la irradiación LUV, pues pueden aparecer aunque usen después gafas de protección LUV, y las achaca a que es el traumatismo operatorio el que estimula la proliferación fibroblástica. Otros autores piensan que la LUV recibida sí influye en las recidivas, pues la alteración celular irradiativa persiste y facilita la reproducción, al igual que el exceso de sol tomado desde la infancia, facilita las manchas de hiperpigmentación cutánea en edades medias de la vida. La LUV recibida en la juventud puede compararse con el dinero ingresado en una cuenta corriente de un banco, que allí queda, y se va acumulando a nuevos ingresos.

A lo largo de esta Parte I se han citado porcentajes de recurrencias según diversos autores. Estos porcentajes van del 0% en los casos más optimistas, al 90% en los menos (38,69,97,132). Y son muy distintos de unos autores a otros, dependiendo entre otros factores del tipo de población que sirvió de muestra, su localización geográfica, su profesión, la técnica quirúrgica aplicada, la experiencia quirúrgica del oculista, o el número de casos estudiados.


BIBLIOGRAFÍA


  1. Abraham LM, Selva D, Casson R, Leibovitch I. The clinical applications of fluorouracil in ophthalmic practice. Drugs 2007; 67: 737-755.

  2. Akarsu C, Taner P, Ergin A. 5-fluorouracil as chemoadjuvant for primary pterygium surgery: preliminary report. Cornea 2003; 22: 522-526.

  3. Al Fayez MF. Limbal versus conjunctival autograft transplantation for advanced and recurrent pterygium. Ophthalmology 2002; 109: 1752-1755.

  4. Alaniz-Camino F. The use of postoperative beta radiation in the treatment of pterygia. Ophthalm Surg 1982; 13: 1022-1025.

  5. Albert DM, Edwards DD. The history of ophthalmology. Cambridge (MA, USA): Blackwell Sci. 1996

  6. Alger LJ. Etiology of pterygium recurrence. Amer J Ophthalmol 1964; 57: 450-453.

  7. Ali Ibn Isa. Tadhkirat al-Kahhalin (Cuaderno de los Oculistas (o Notebook of the oculists). Baghdad. Siglo X.

  8. Allan BD, Short P, Crawford GJ. Pterygium excision with conjunctival autografting: an effective and safe technique. Br J Ophthalmol 1993; 77: 698-701.

  9. Álvarez de Toledo Elizalde JP, de la Paz Dalisay M. Pterigión: Caso clínico y revisión. Arch Soc Canar Oftalmol 2003; 14: 53-63.

  10. Anduze AL, Biscoe, BW. Pterygium staging in the Caribbean. Ann Ophthalmol 1998; 30: 92-94.

  11. Ang LP, Chua JL, Tan DT. Current concepts and techniques in pterygium treatment. Curr Opinnn Ophthalmol 2007; 18: 308-313.

  12. Anónimo. Medicina en romance.Conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, signatura 10051.

  13. Ansari MW, Rahi AHS, Shukla BR. Pseudoelastic nature of pterygium. Br J Ophthalmol 1970; 54: 473-476.

  14. Arnalich Montiel. F. Terapia celular aplicada a las regeneración del estroma corneal: Uso de las células madre de tejido adiposo en modelos experimentales. Tesis Doctoral. Universidad Autónoma de Madrid. 23 abril 2008.

  15. Arruga H. Cirugía Ocular. Barcelona : Salvat Editores. 1950; pp 317-330.

  16. Aspiotis M, Tsanou E, Gorezis S, et al. Angiogenesis in pterygium: study of microvessel density, vascular endothelial growth factor and thrombospondin-1. Eye 2007; 21: 1095-1101.

  17. Bahrassa VF, Datta R. Postoperative beta radiation treatment of pterygium. Int J Radiat Oncol Biol Phys.1983; 9: 679-684.

  18. Bangerter A. Pterygium operation and covering of conjunctival defects. Ophthalmologica 1943; 106: 316-320.

  19. Barraquer Moner JI. Etiología y patogenia del pterigion y de las excavaciones de la córnea de Fuchs. Arch Soc Amer Oftalmol Optom 1964; 5: 49-60.

  20. Barraquer Moner JI. Tratamiento del pterygion. Arch Soc Amer Oftalmol Optom (Colombia) 1965; 5: 99-111.

  21. Barraquer Moner JI, Hernández A. Ein neues Syndrome: Hyposekretion der Tränendrüse. Hypotonic und mangelhafte Konvergenz. Klin Monatsbl Augenheilk 1977; 171: 859-862.

  22. Barraquer JI. Etiology, pathogenesis, and treatment of pterygion. In: 1st Symposium on Medical and Surgical Diseases of the Cornea. 1980. Trans N. Orleans Acad Ophthalmol. St Louis, CV Mosby. pp 167-178.

  23. Barraquer-Somers E, Chan CC, Green WR. Corneal epithelial iron deposition. Ophthalmology 1983; 90: 729.

  24. Bartisch von Königsbrück, G. Ophthalmodouleia, das ist Augendienst. Dresden: M. Stöckel. 1583

  25. Beard HH, Dimitry TJ. Some observations upon the chemical nature of the ptrygium. Am J Ophthalmol 1945; 28: 303-305.

  26. Bekibele CO, Baiyeroju AM, Ajayi BG. 5-fluorouracil vs. beta-irradiation in the prevention of pterygium recurrence. Int J Clin Pract 2004; 58: 920-923.

  27. Bernstein M, Unger SM. Experiences with surgery and strontium 90 in the treatment of pterygium. Am J Ophthalmol 1960; 49: 1024-1029.

  28. Blaskovics L. Üeber die Saumnaht der Bindehaut und über Operation des Pterygiums. Ref. en Zentralblatt Ophthalmol. 1931 (Tomado de Arruga H. Cirugía Ocular. Barceloa: Salvat. 1950. p.323-324)

  29. Bouchard CS, John T. Amniotic membrane transplantation in the management of severe ocular surface disease: Indications and outcomes. The Ocular Surface 2004; 2: 201-211.

  30. Buck RC Measurement of centripetal migration of normal corneal epithelial cells in the mouse. Invest Ophthalmol Vis Sci 1985; 26: 1296-1299.

  31. Busin M, Hlladay BL, Arffa RC, et al. Precarved lyophilized tissue for lamellar keratoplasty in recurrent pterygium. Am J Ophthalmol 1986; 102: 222-227.

  32. Cameron ME. Pterygium throughout the world. Springfield: Charles C Thomas 1965; pp 141-171.

  33. bis. Camilo ER, Paes JP, Godinho TCS, et al. The use of intra-operatorial Avastin as a coadjuvan in the surgical treatment of recurrence pterygium. IOVS 2007; 40(suppl):S5295/B506.

  34. Campodonico E. A new procedurew in the excision method of pterygium operation. In: Zentmasyer W (ed.) Trans XII Int’l Congress Ophthalmol. Philadelphia: WF Fell, 1922; pp 201-205.

  35. Cardillo JA, Alves MR, Ambrosio LE, et al. Single intraoperative application versus postoperative mitomycin C eye drops in pterygium surgery. Ophthalmology 1995; 102: 1949-1952.

  36. Cassady JR. The inhibition of pterygium recurrence by Thiotepa. Amer J Ophthalmol 1966; 61: 886-888.

  37. Castello B. Lexicon medicum Hippocratis, Galeni, et Avicenae, etc. Roterdam. 1651.

  38. Castroviejo R. Atlas de queratectomías y queratoplastias. Barcelona: Salvat Edit. 1st edition 1964. 264-265, 300-301.

  39. Castroviejo R. Symposium on the cornea. Trans Amer Acad Ophthalmol Otolarynolg 1972; 76: 165-172.

  40. Cejkova J, Stipek S, Crkovska J, et al. UV Rays, the prooxidant/antioxidant imbalance in the cornea and oxidative eye damage. Physiol Res 2004; 53: 1-10. 2004.

  41. Celsus, Aulas Cornelius , De medicina (On medicine). Circa 30 AD. , Liber VII, 7.

  42. Chen PP,Ariyasu RG, Kaza V, et al. A randomized trial comparing mitomycin C and conjunctival autograft after excision of primary pterygium. Am J. Ophthalmol 1995; 120:151-160.

  43. Chen PL, Cheng YW, Chiang CC, et al. Hypermethylation of the p16 gene promoter in pterygia and its association with the expression of DNA methyltransferase 3b. Mol Vis 2006; 12: 1411-1416.

  44. ChenZhuo L, Ocaña M, Murube E. Transplante de limbo alógeno. Su supervivencia determinada por la clínica y la citología de impresión. Arch Soc Canar Oftalmol 2003; 14: 11-14.

  45. Chui J, Di Girolamo N, Coroneo MT, Wakefield D. The role of substance p in the pathogenesis of pterygia. IOVS 2007; 48: 4482-4489.

  46. Cristóbal Bescós JA. La oftalmología medieval. El legado de los árabes. Rev Microcirugía Ocular 2005; 4.

  47. Czermak W. Die Augenärztlichen Operationen. Berlin & Viena: Ed Urban & Schwarzenberg: 1907-1908.

  48. Davanger M, Evensen A. Role of the pericorneal papillary structure in renewal of corneal epithelium. Nature 1971; 229: 560-56.

  49. Desmarres L. Citado por Arruga H (15).

  50. DeStefano JJ, Kim T. Topical Bevacizumab (Avastin) therapy for corneal neovascularization. Arch Ophthalmol 2007; 125: 834-836.

  51. Di Girolamo N, Wakefield D, Coroneo MT. Differential expression of matrix metalloproteinases and their tissue inhibitors at the advancing pterygium head. IOVS 2000; 41: 4142-4149.

  52. Di Girolamo N, Kumar RK, Coroneo MT, Wakefield D. UVB-mediated induction of interleukin-6 and -8 in pterygia and cultured human pterygium epithelial cells. IOVS 2002; 43: 3430-3437.

  53. Di Girolamo N, McCluskey P, Lloyd A, et al. Expression of MMPs and TIMPs in human pterygia and cultured pterygium epithelial cells. IOVS 2004; 41: 671-679.

  54. Diccionario de la Lengua Castellana. Madrid: Imprenta de la Real Academia Española. 1739. Tomo VI, pág 59.

  55. Diccionario de la Lengua Española. Madrid. Ed. Espasa-Calpe. 1992; pág 617.

  56. Domínguez González JJ, León Hernández FA. Epidemiologia del pterigión quirúrgico en la isla de La Palma. Arch Soc Canar Oftalmol 2002; 13: 47-54.

  57. Dougherty PJ, Hardten DR, Lindstrom RL. Corneoscleral melt after pterygium surgery using a single intraoperative application of mitomycin-C. Cornea 1996; 15: 537-540.

  58. Dunn JP, Seamone CD, Ostler HB, et al. Development of scleral ulceration and calcification after pterygium excision and mitomycin therapy. Am J Ophthalmol 1991; 112: 343-344.

  59. Esquenazi S. Treatment of early pterygium recurrence with topical administration of interferon alpha-2b. Canad J Ophthalmol 2005; 40: 185-187.

  60. Fernández-Vega Sanz L, Baamonde Arbaiza MB, Fernández-Vega Sanz, J. Tratamiento del pterigium recidivante con injerto de membrane amniótica. A propósito de un caso. Arch Soc Canar Oftalmol 2003; 14: 81-86.

  61. Frucht-Pery J, Siganos CS, Ilsar M. Intraoperative application of topical mitomycin Cfor pterygium surgery. Ophthalmology 1996; 103: 674-677.

  62. Gabric N, Maravicic I, Dekaris I. Human amniotic membrane in the reconstruction of the ocular surface. Doc Ophthalmol 1999; 98: 273-283.

  63. Gebhardt M, Mentlein R, Schaudig U, et al. Differential expression of vascular endothelial growth factor implies the limbal origin of pterygia. Ophthalmology 2005; 112: 1023-1030.

  64. Gómez Márquez. Nuevo procedimiento operatorio del pterigion Arch Oftalmol Hisp-Amer 1931; 87.

  65. Gris O, Güell JL, del Campo Z. Limbal-conjunctival autograft transplantation for the treatment of recurrent pterygium. Ophthalmology 2000; 107: 270-273.

  66. Helal M, Messiha N, Amayem A, et al. Intraoperative mitomycin C versus postyoperative mitomycin C for treatment of pterygium. Ophthalmic Surg and Lasers 1996; 27: 674-678.

  67. Hercules LA, Viveiros MM, Schellini SA, et al. Exposición de los fibroblastos de la cápsula de Tenon del pterygion a la ciclosporina 0,05% (en portugués). Arq Bras Oftalmol 2006; 69: 831-835.

  68. Hipócrates. Citado ppr Rojas Álvarez E (116).

  69. Hirst LW. Distribution, risk factors, and epidemiology of pterygium. In: Taylor HR (ed.). Ptherygium. The Netherlands: Kugler Publications 2000; pp 15-28.

  70. Hirst LW . The treatment of pterygium- Surv Ophthalmol 2003; 48:145-180.

  71. Hirst L. Pterygium and P.E.R.F.E.C.T. for pterygium for healthcare professionals. Pictorial Glossary. 2006. AAO Las Vegas. p 11.

  72. Jaros PA, DeLuise VP. Pingueculae and Pterygia. Surv Ophthalm 1988; 33: 41-49.

  73. Jin J, Guan M, Sima J, et al. Decreased pigment epithelium-derived factor and increased vascular endotelial growth factor levels in pterygia. Cornea 2003; 22: 473-477.

  74. Joelson GA, Muller P. Incidence of pterygium recurrence in patients treated with Thiotepa. Am J Ophthalmol 1976; 81: 891-892.

  75. Kamel S. Pterygium. Its nature and a new line of treatment. Brit J Opthalmol 1946; 30: 549-564.

  76. Kenyon KR, Wagoner MD, Hettinger ME, et al. Conjunctival autograft transplantation for advanced and recurrent pterygium. Ophthalmology 1985; 92: 1461-1470.

  77. Kim T. Topical bevacizumab eye drops decrease corneal neovascularization. Eurotimes 2008; 13: 12(5): 2.

  78. King JH. The pterygium. Brief review of certain methods of treatment. Arch Ophthalmol 1950; 44: 854-858.

  79. Kinoshita S, Friend J, Thoft RA. Sex chromatin of donor corneal epithelium in rabbits. Invest Ophthalmol Vis Sci 1981; 21: 434-441.

  80. Knapp A . Ueber einige neue, namentlich plastische Konjunktivaloperationen. Graefes Arch 1868; 14.

  81. Koranyi G, Seregard S, Kopp ED. Cut and paste: a no suture, small incision approach to pterygium surgery. Brit J Ophthalmol 2004; 88: 911-914.

  82. Kria L, Ohira A, Amemiya T. Immunohistochemical localization of basic fibroblast growth factor, platelet derived growth factor, transforming growth factor-beta and tumor necrosis growth factor-alpha in the pterygium. Acta Histochem 1996; 98: 195-201.

  83. Kria L, Ohira A, Amemiya T. TNP-470 (a fungus-derived inhibitor of angiogenesis) reduces proliferation of cultured fibroblasts isolated from primary pterygia: a possible drug therapy for pterygia. Curr Eye Res 1998; 17: 986-993.

  84. Laughrea PA, Arentsen JJ. Lamellar keratoplasty in the management of recurrent pterygia. Ophthalm Surg 1986; 17: 106-108.

  85. Lee S, Tseng S. Amniotic membrane transplantation for persistent epithelial defects with ulceration. Am J Ophthalmol 1997; 123: 303-312.

  86. Lee SB, Li DQ, Tan DT. Suppression of TGF-beta signaling in both normal fibroblasts and pterygial body fibroblasts by amniotic membrane. Curr Eye Res 2000; 20: 325-334.

  87. Liddy BSL, Morgan JF. Triethylene thiophosphoramide (Thiotepa) and pterygium. Amer J Ophthalmol 1966; 888-890.

  88. Lin CP, Shih MH, Tsai MC. Clinical experiences of infectious scleral ulceration: A complication of pterygium operation. Brit J Ophthalmol 1997; 81: 980-983.

  89. Liu L, Yang D. Immunological studies on the pathogenesis of pterygium. Chin Med Sci J 1993; 8: 84-88.

  90. Ma DHK, See LC, Liau SB, et al. Amniotic membrane graft for primary pterygium: comparison with conjunctival autograft and topical mitomycin C treatment. Brit J Ophthalmol 2000; 84: 973-978.

  91. Mackenzie FD, Hirst LW, Battistutta D, Green A. Risk analysis in the development of pterygia. Ophthalmology 1992; 99: 1056-1061.

  92. Magitot A. Étude critique sur certaines proprietés biologiques du tissue cornéen et sur la kératoplastie humaine. Ann Ocul 1916; 153: 417-420.

  93. Martínez, M. Examen nuevo de cirugía moderna. Madrid: Impr. Pedro Marin. 1788.

  94. Meacham R. Triethylene phosphoramide in the prevention of recurrent pterygia. Amer J Ophthalmol 1962; 54: 751-753.

  95. Merigot de Treigny P. Le ptérygion. In :Baillart et al. Traité d’Ophtalmologie. París: Masson Éd. Tomo IV, 1939; pp. 625-632.

  96. Mexía DLM. Tratado teórico-páctico de las enfermedades de los ojos. Valladolid: Hermano Santander. 1814.

  97. Momose A. Lyophilized human amniotic membrane «patching» for ocular surface disorders. Ocular Surg News 2000; October: 144-146.

  98. Monteiro-Grillo I, Gaspar L, Monteiro-Grillo M, et al. Postoperative irradiation of primary or recurrent pterygium: results and sequelae. Int J Radiation Oncology Biol Phys 2000; 48: 865-869.

  99. Murube del Castillo J. Oftalmonomía saharaui. Anales Real Acad Med Sta. Cruz de Tenerife. 1977; p. 129-162

  100. Murube J. Pernal, carnabón o pterygion. La enfermedad surfocular más frecuente de Canarias. Arch Soc Canar Oftalmol 2008; 19: Editorial.

  101. Mutlu FM, Sobaci G, Tatar TA. A comparative study of recurrent pterygium surgery: limbal conjunctival autograft transplantation versus mytomicin C, with conjunctival flap. Ophthalmology 1999; 106: 817-821.

  102. Nolan TM, Di Girolamo N, Coroneo MT, Wakefield D. Proliferative effects of heparin-binding epidermal growth factor-like growth factor on pterygium epithelial cells and fibroblasts. Invest Ophthalmol Vis Sci 2004; 45:110-113. TENGO. Non fala de Tratamiento y por ello non cítolu nel textu.

  103. Ojeda Guerra A, Martín Hernández R. Remedios oftalmológicos populares de la tradición oral de Tenerife y La Palma. Arch Soc Canar Oftalmol 1976; 1: 89-94.

  104. Pearlman G, Susal AL, Hushaw J, Bartlett RE. Recurrent pterygium and treatment with lamellar keratoplasty with presentation of a technique to limit recurrence. Ann Ophthalmol 1970; 2; 763-766.

  105. Pérez Silguero MA, Ayala Barroso E, Herrera Piñero R, Callejón G, Martín Conde JA, Álvarez Rubio L, Abreu Reyes P. ¿Es eficaz la Mitomicina C en el tratamiento del pterigion primario? Arch Soc Canar Oftalmol 1986-1998; 9: 9-14.

  106. Peris Martínez C. Transplante de membrana amniótica en la reconstrucción de la superficie ocular. Thesis doctoralis. Universidad de Valencia. Schola medicinae. Dirs.: Profs. Menezo y Díaz Llopis. 2003.

  107. Pherwani A, Vakil V, Eatamadi H, et al. Postoperativew subconjunctival 5-fluorouracil in the management of recurring pterygium Brit J Ophthalmol 2007; 91: 398-399.

  108. Pierse D, Casey TA. Lamellar keratoplasty. Brit J Ophthalmol 1959; 43: 733-743.

  109. Plenk JJ. Doctrina de morbis oculorum. Nápoles: Vincentium Perez. 1782.

  110. Poirier RH, Fish JR. Lamellar keratoplasty for recurrent pterygium. Ophthalmic Surg 1976; 7: 3-41.

  111. Potério MB, Alves MR, Cardillo JA, José NK. An improved surgical technique for pterygium excision with intraoperartive application of mitomycin C. Ophthalmic Surg and Lasers 1998; 29: 685-687.

  112. Prabhasawat P, Barton K, Burkett G, Tseng SC. Comparison of conjunctival autografts, amniotic membrane grafts, and primary closure for pterygium excision. Ophthalmology 1997; 104: 974-985.

  113. Riordan-Eva P, Kielhorn I, Ficker LA, et al. Conjunctival autografting in the surgical treatment of pterygium. Eye 1993; 7: 634-638.

  114. Rodríguez López C, Cabrera López F. Comunicación personal.

  115. Rodríguez Martín J, de Bonis Redondo E, Rodríguez Santana A, González de la Rosa MA. Transplantede membrana amniótica en patología de la superficie ocular. Arch Soc Canar Oftalmol 2001; 12: 101-107.

  116. Rodríguez Martín J, Martín Barrera F, Arteaga Hernández V, Abreu Reyes J, Aguilar Estévez J, González de la Rosa M. Transplante de limbo en las patología surfocular. Arch Soc Canar Oftalmol 2003; 14: 71-76.

  117. Rojas Álvarez E. Cirugía del pterigion: Una historia que aún no termina. Arch Soc Españ Oftalmol 2008; 83: 333-334.

  118. Rosenthal JW. Chronology of pterygium therapy. Amer J Ophthalmol 1953; 36: 1601-1616.

  119. Rubinfeld RS, Pfister RR, Stein RM, et al. Serious complications of topical mitomycin-C after pterygium surgery. Ophthalmology 1992; 99: 1647-1654.

  120. Saint-Yves. Nouveau traité des maladies des yeux. Amsterdam & Leipzik : Arkstée & Merkus. 1767.

  121. Schermer A, Galvin S, Sunn TT. Differentiation-related expression of major 64k corneal keratin in vivo and in culture suggests limbal location of corneal epithelial stem cells. J Cell Biol 1986; 103: 49-62.

  122. Sennert D. Medicinae practicae libri V I. primera edición Wittenberg. 1628-1635.

  123. Shimazaki J, Yang HY, Tsubota K. Amniotic membrane transplantation for ocular surface reconstruction in patients with chemical and termal burns. Ophthalmology 1997; 104; 12: 2068-2076.

  124. Shimazaki J, Shinozaki N, Tsubota K. Transplantation of amniotic membrane and limbal autograft for patients with recurrent pterygium associated with symblepharon. Br J Ophthalmol 1998; 82: 235-240.

  125. Shimazaki J. Kosaka K, Shimmura S, Tsubota K. Amniotic membrane transplantation with conjunctival autograft for recurrent pterygium. Ophthalmology 2003; 110: 119-124.

  126. Sing G, Wilson MR, Foster CS. Mytomycin eye drops as treatment for pterygium. Ophthalmology 1988; 95: 813-821.

  127. Solomon A, Pires RT, TsengSC. Amniotic membrane transplantation after extensive removal of primary and recurrent pterygia. Ophthalmology 2001; 108: 4494-60.

  128. Srinivasan S, Dollin M, Rootman DS, Slomovic AR. Application of fibrin glue to conjunctival autograft during primary pterygium surgery. Annul meeting of the Amer Soc Cataract Refract Surg. Marzo 2006. San Francisco, California.

  129. Srinivasan S, Slomovic AR. Pterygium: current concepts and treatment modalities. VISION Pan. America 2007; 6(1): 10-15.

  130. Sugar SS. A surgical treatment for pterygium based on new concepts as to its nature. Am J Ophthalmol 1949; 32: 912-916.

  131. Susruta. Citado por Bidyadhar NK. Susruta and his ophthalmic operation. Arch Ophthalmol 1939; 22: 550.

  132. Tan DTH, Chee SP, Dear KBG, Lim ASM.E ffect of pterygium morphology on pterygium recurrence in a controlled trial comparing conjunctival autografting with bare scleral excision. Arch Ophthalmol 1997; 115: 1235-1240.

  133. Tarr KH, Constable IJ. Late complications of pterygium treatment. Brit J Ophhalmol 1980; 64: 496-505.

  134. Thoft RA, Friend J. The X, Y, Z hypothesis of corneal epithelial maintenance. [letter]. Invest Ophthalmol Vis Sci 1983; 24: 1442-1443.

  135. Uy HS, Reyes JMG, Flores JDG, et al. Comparison of fibrin glue and sutures fo attaching conjunctival autografts after pterygium excision. Ophthalmology 2005; 112: 667-671.

  136. van den Brenk HA. Results of prophylactic postoperative irradiation in 1,300 cases of pterygium. Am J Roentgenol 1968; 103: 723-733.

  137. Wu H, Chen G. Ciclosporina A y Tiothepa en prevención de las recurrencias postoperatorias del pterygion. (en chino). Yan Ke Xue Bao 1999; 15: 91-92.

  138. YanyaliAC, Talu H, Alp BN, et al. Intraoperative mitomycin C in the treatment of pterygium. Cornea 2000; 19: 471-473.

  139. Youngson RM. Recurrence of pterygium after excision. Brit J Ophthalmol 1972a; 56: 120-125.

  140. Ye J, Song YS, Kang SH, et al. Involvement of bone marrow-derived stem and progenitor cells in the pathogenesis of pterygium. Eye 2004; 18: 839-843.

  141. Zauberman H. Pterygium and its recurrence. Amer J Ophthalmol 1967; 63: 1780-1786.

NOTAS

Nota: En la literatura norteamericana y lenguas influidas, que hoy marcan la terminología del futuro, para la extirpación de un tejido suele usarse la palabra excision (del latín excisio = corte, destrucción) con el significado de cortar y eliminar. En lengua castellana (53) sólo existió con dicha raíz el adjetivo sciso, con significado de cortado o roto. En el español actual del DRAE (54) no existe el término excisión y sólo existe el término escisión (en latín scissio expresaba corte, separación o división), al que se da el discutible significado de extirpación de un tejido. En la evolución del castellano (lengua que desaparecerá pronto, o ya prácticamente –aunque no políticamente- desaparecida) al español, lo más apropiado sería adoptar en español escisión, cuando se refiere al corte, e incorporar excisión cuando se refiere a la extirpación del tejido.