LA VENTANA DEL RESIDENTE


El retorno de Babel

HURTADO J1

1 Residente del Hospital Ramón y Cajal. Madrid.


Queridos lectores,

Una de las primeras asignaturas que tuve en la carrera de Medicina era «Documentación y Terminología Médicas» (optativa). En ella, varias profesoras nos dijeron que íbamos a aprender 20.000 términos nuevos a lo largo de nuestra carrera… vamos, que íbamos a aprender una lengua nueva… por si teníamos poco con el inglés. Lo que yo creía que era una exageración, el tiempo ha puesto en su sitio… no son 20.000 ¡Son 20.000 por cada paciente!

Les cuento esto con un ejemplo de tantos. La aventura comienza cada mañana con una historia clínica en blanco y una agudeza visual.

—Demetrio Esteban, pase. ¿Cómo quiere que le llame, Demetrio o Esteban?

—Demetrio –dice el hijo que le acompaña– Esteban es el aperitivo (y si esto es el aperitivo, ¿cómo será el postre? La cosa promete).

Entonces es cuando paciente e hijo se dan cuenta de que no han traído el informe del médico (intento demostrar que los informes médicos son arrojados a la basura, viajan por lo ríos y acaban junto a las bolsas de plástico del Pacífico, todos están allí). Y ahí empiezan tus problemas, en el Pacífico, y la solución, en pacificarse. Lo hago.

—Bueno, Demetrio, ¿tiene algún problema de salud?

—Doctor –dice el hijo– háblele fuerte porque es un poco sordo y usa urófonos (audífonos). El torrino le hace auditorías (audiometrías) cada año y en los anagramas (audiogramas) sale que ha perdido mucha audiencia —«Y yo pienso: hombre, que te pongan urófonos para evitar la sordera… eso tiene que doler, pero que las auditorías pierdan audiencia… bah, eso nos pasa todos los años en el Servicio».

—Sigue el hijo –Mi padre tiene estroporosis y diabetis molletis (un buen mollete me comía yo ahora, se ponga el azúcar como se ponga). Tuvo una rinopatía (retinopatía) por el azúcar, se le abrieron las venas del ojo y hubo que darle láser (que digo yo que ya hay que ser un tío perverso para decirle a un paciente que se le abren las venas del ojo… parece que estás abriendo un cochino en canal).

Después de mucha conversación y paciencia, descubrí que la historia de Demetrio pasaba de clínica a crítica. Tenía gafas para tres dimensiones (progresivas) y le habían operado de un témpano, de tatarata y de carcoma. Cuando era joven le operaron también de la visícula con lamparoscopia y de almorroides (¡qué poético!) y el año pasado le operaron de la calumnia vertical (columna vertebral, que eso tiene que ser pecado seguro). Como hace dos meses se le produjo un amatoma en el celebro, tuvieron que hacerle un catetismo (cateterismo) que se infectó con electrococos (de los eléctricos de verdad). Le vieron todos los médicos del hospital: Neuronólogos, Ornitólogos (¿?), Indroquinos (endocrinos), Máximo faciales.... En fin, que Demetrio era un cromo de esos que nadie te quiere cambiar. Temí por mi vida al hacer la siguiente pregunta.

—¿Toma algún medicamento?

—Sí, meprazol porque a mi padre le arde el sarcófago (esófago) y tiene refugio (Dios mío, refugio en un sarcófago es lo que necesito yo) –y sigue –Además, hace dos años le detectaron un helicobacter pirómano (claro, así arde el sarcófago, Troya y Demetrio con todos ellos, qué chunga se pone la cosa). A causa de todo eso no puede tomar el aladiro (el de la lámpara maravillosa) ni la tila alpina (aspirina) ni el tritón (sintrom). Aquí tengo apuntado que toma dolotil, almeride, bucofreno y nalapril. ¡Ah! Y por la noche toma laxantes para dormir (¡¡Lexatín!! Por favor que esto sea lexatín…).

—¿Se pone algunas gotas?

—Antes se ponía el timofol (timoftol) pero ahora sólo el toposó (cosopt). Hace mucho tiempo le pusieron suero psicológico (suero fisiológico) porque tenía creatitis (queratitis) pero luego se lo cambiaron por el lirio (colirio) que se pone ahora.

—¿Cuál?

—El isótopo B12.

—¿Radiactivo?

—No sé.

—Bueno, ¿tiene alergia a algún medicamento?

—Sí, mi padre no puede comer pescado porque tiene el Sanisaker –a ver a ver que yo me aclare ¿pero quién tiene el sanisaker, Demetrio o el pescado? ¡Porque si lo tiene Demetrio, es a él a quien no hay que comerse…!

—¿Y qué ha notado?

Pues dice mi padre que a veces ve borronoso y que otras ve tan bien tan bien que ve hasta doble.

Al final, después de mucho tiempo de exploración, tuve que mandar a Demetrio de vuelta al ambulatorio a lo que, por primera vez, reaccionó:

—¿Al purgatorio?

—Sí, Demetrio, al purgatorio.

Trabajando con personas uno se deleita con auténticas perlas lingüísticas. Hay pacientes que toman pipermint para los vómitos (¿eso no se usa para el aliento?) y a veces tienen inspiraciones históricas y toman mussolini (minoxidil), diocleciano (diclofenaco), muselina con ácido vulcánico… toda clase de porquerías que son de una fogosidad que acalora. Con alguno me he tropezado que tomaba Ferragás (efferalgan, que casi pregunto si la empresa cotiza en bolsa porque pinta tenía). Recuerdo también un paciente con un caracatone (queratocono) y episodios repetidos de huevitis (uveítis) que me decía que se ponía colirius de maxitrón.

Confundir las palabras es algo normal aunque hay veces que la cosa pinta en bastos:

—Doctor, me pican los ojos y me molesta la vulva al tragar (úvula).

—Uff, bueno, entonces… le pican los ojos, ¿no?

Otro paciente contaba que le habían operado de la carátula (¿carótida? ¿rótula?) y otro que tomaba argumentine con ácido claviculánico. Argumentos no le faltarían pero yo ignoraba que de la clavícula saliera ácido. Vamos, que se te parte la clavícula y se te deshace el brazo fijo…

Recuerdo también a una paciente que, queriendo decir que tenía cataratas, dijo que tenía cristalinas. La pregunta era obligada ¿potables o no? Cuando ya dijo que antes había tenido acuíferos en los oídos pensé en dejarla caer del noveno piso del hospital… ¡Electricidad produce seguro!

Pero a mí lo que más me gusta es cuando, como en el caso de Demetrio, los familiares entran en juego y te ayudan a explicar las cosas. Recuerdo a un chico de 10 años que vino a la consulta de Motilidad con un tortícolis muy intenso y pregunto a los padres por los antecedentes. La madre toma el mando y explica que está operado de trabismo aunque antes le pusieron oxitocina (¿para el parto?). Tuvo una conjetuvitis hace varias semanas… A lo que corrige el marido: –Carmen, no. Era una cojontivitis (olé ahí el macho ibérico español arreglando las cosas, que se note la hombría)– y sigue –Además, hace poco le pusieron la indición del tuétano (la inyección del tétanos ¡¡en el tuétano!! pobre chaval) y desde entonces tiene totalgia (¡anda, eso lo tiene mi abuela!). Al final el chico tenía una paresia del IV par y se indicó la cirugía. Cuando les expliqué que se le operaría para corregir el tortícolis y el estrabismo, la madre parecía no enterarse bien y el padre acudió en mi ayuda. –Carmen, cariño, le van a operar para que no tuerza más EL PESCUEZO– Sin comentarios. Se puede decir más fino pero más claro, definitivamente no.

Al final el niño preguntó,

—Doctor, ¿entonces no tengo nada sino sólo lo que tengo?

—Pues eso mismo –dije.

Ea pues, a enriquecerse con esta nueva lengua que aprendemos y que cambia día a día. No veo cuán lejos pueden estar nuestros horizontes…

  

AGRADECIMIENTOS

Mi agradecimiento a los residentes de los Servicios de Oftalmología y ORL del Hospital Ramón y Cajal y a los pacientes que con sus sanas, involuntarias e ignoradas aportaciones han hecho posible un escrito que es principalmente suyo.