EDITORIAL


¿Un nuevo cambio en la cirugía de la catarata?


¿Veremos algún gran cambio en los próximos meses en la técnica de la cirugía de la catarata? Todo parece indicar que sí. La introducción de los láseres de femtosegundo como instrumento de corte parece que nos va a simplificar enormemente las incisiones corneales en cuanto a forma, tamaño, diseño y número, tanto en su versión refractiva como incisional pura. La capsulorrexis será más fácilmente realizada así como los cortes del núcleo cristaliniano. Pero con esta tecnología quedan aún por resolver la perfecta emulsificación del núcleo y por supuesto la introducción de la LIO que aún se tendrá que hacer durante unos años por el método tradicional.

Esta nueva tecnología a diferencia de los ultrasonidos no lleva un gran tiempo de aprendizaje, y facilita su realización a la mayor parte de los oftalmólogos independientemente de su subespecialidad.

Señalábamos en la última conferencia que impartimos sobre este tema, que los orígenes de los cambios se generaron en la década de los noventa del siglo anterior cuando se introdujo la posibilidad de tratar de mejorar los ultrasonidos con emulsificación mediante láser. Dos proyectos vieron la luz: el láser de erbium-yag y el sistema Dodick; aunque estos no prosperaron, si que obligaron a los sistemas de ultrasonidos a mejorar en cuanto a su aplicación para evitar efectos colaterales y a realizar la cirugía por una incisión más pequeña similar al tamaño de 1 mm que se podía realizar con los láseres señalados. Este hecho obligó a un nuevo aprendizaje por los cirujanos en el manejo de los ultrasonidos que se ha ido realizando muy lentamente por no tener éstos muy claras las ventajas de la microcirugía. Todos estos cambios obligan a una subespecilización más o menos acusada en los cirujanos de cataratas, que se ve en la práctica habitual cuando se observa la cirugía directa de estas técnicas.

Obviamente no fue hasta la introducción del láser de femtosegundo en cirugía refractiva cuando se le ha intentado dar otra posibilidad a la técnica con láser.

La aplicación de estas técnicas tiene como objetivo último simplificar la cirugía de la catarata para tratar de realizar todos sus apartados extra quirófano, quedando como actos propios intra quirófano la aspiración del cristalino e introducción de la prótesis, que en su último desarrollo será intracapsular con un material elástico que devuelva la acomodación además de la transparencia del cristalino.

La pregunta clave es: ¿Necesitaremos otro gran aprendizaje y por lo tanto seguir subespecializándonos en cirugía de catarata con fines refractivos, con los nuevos métodos?

En principio parece que no. El aprendizaje de esta técnica, sufrida en carne própia, no es nada complicado y desde mi punto de vista se abren dos perspectivas:

1.º La aplicación en un futuro por la mayoría de los oftalmólogos de esta tecnología, al simplificar el acto quirúrgico.

2.º La subespecialización definitiva en el grupo de cirugía refractiva, que incluiría a la catarata en su epígrafe, dada la complejidad de la tecnología a aplicar, su posible evolución y gran coste económico, así como las exigencias refractivas finales de dicha cirugía.

No obstante, todo no van a ser beneficios con esta técnica. Dado que la subespecialización lleva una marcha imparable, y que la cirugía de cataratas es la más frecuente en el mundo, otra de las características que vengo observando en los nuevos profesionales que prácticamente sólo hacen cirugía de cataratas es su poca formación en el resto de actividades quirúrgicas de la oftalmología. Incluso dentro del segmento anterior, la falta de formación es palpable a la hora de ayudar, ya que prácticamente no tienen hábito de suturar, como «en las cataratas ya no se dan puntos», o en facilitar las maniobras de coagulación o exposición de campo, todo ello dentro del resto de cirugías de Segmento Anterior. Prefiero como ayudante a un cirujano de estrabismo que a uno de cataratas en un glaucoma o en una queratoplastia. Probablemente tendremos que adoptar como en muchos otros países que el cirujano de cataratas sólo haga cataratas y ninguna otra parte quirúrgica de la oftalmología, hecho que aún no es aplicable en la mayoría de hospitales de la red pública, en la que prácticamente todos los oftalmólogos hacen cataratas.

El reto está ahí, pero también se le puede aplicar el punto de vista contrario: como se facilita y se protocoliza aún mas la cirugía con el láser, casi todos los oftalmólogos (incluidos los que hacen cirugía fuera del globo ocular) podrán ayudar a realizar más cirugías de catarata, por que se simplifica el aprendizaje y será más fácil su formación, estando ésta incluida en el término de oftalmólogo general independientemente de su subespecialidad o preferencia. El tiempo nos lo dirá.

M. Á. Zato Gómez de Liaño