HISTORIA Y HUMANIDADES


Persistencia retiniana y nacimiento del cine

MONTERO IRUZUBIETA MC1

1 Cartujavision. Sevilla.


RESUMEN

El cine ha sido posible gracias al descubrimiento de la persistencia retiniana, y al invento de la fotografía y del cinematógrafo. La persistencia retiniana fue corroborada a partir de los siglos XVII y XVIII por diversos científicos, aunque se tenían nociones de la misma desde la antigüedad.

Todos los aparatos que se inventaron para producir la ilusión de movimiento usaron dibujos, y para el nacimiento del cine hubo que esperar al descubrimiento de la fotografía, así como la fabricación del cinematógrafo.

Diversos países se disputan la paternidad del nacimiento del cine: Alemania (Max Skladanowsky), EE.UU. (T.A. Edison), Inglaterra (W. Friese-Greene) y Francia (L. y A. Lumière). La mayoría de los historiadores creen que corresponde a Edison el honor de impresionar por primera vez películas cinematográficas y a los hermanos Lumière, la gloria y el privilegio de efectuar las primeras proyecciones públicas.

Palabras clave: Persistencia retiniana, fotografía, cinematógrafo.


El cine ha sido posible gracias al descubrimiento de la persistencia retiniana, al invento de la fotografía y a la invención del cinematógrafo.

Siempre ha estado obsesionado el hombre en captar el movimiento en sus expresiones artísticas, ya que constantemente ha poseído una innata cualidad para querer recrear la realidad lo más fielmente posible. Podemos señalar que una imagen es el recuerdo mental de una experiencia sensorial, la percepción de objetos por el sistema visual interpretada por el cerebro.

Tito Lucrecio Caro, contemporáneo de Julio César y Cicerón en el siglo I a.C., fue el primero que abordó, en el IV Libro de su obra «De Rerum Natura», el desarrollo de la doctrina de las sensaciones y las percepciones, tratando el principio de la descomposición del movimiento.

En el año 130 d.C. el sabio griego Ptolomeo divulgó el fenómeno fisiológico conocido como «la persistencia de la visión», describiendo en su II Libro de Óptica cómo el ojo humano retiene las imágenes durante un corto tiempo, pudiendo llegar a producir sensación de movimiento y variando según la intensidad de luz que impresiona la retina. Con iluminaciones fuertes se ha llegado a ponderar su valor en 1/48 sg. mientras que en las débiles su valor alcanza 1/20 sg.

Posteriormente comienzan a suceder hechos que podríamos considerar como antecedentes de pre-aparición de la fotografía y del cine, siendo uno de ellos el nacimiento de la cámara oscura. La palabra «cámara», según el diccionario etimológico de Corominas, viene del griego clásico «kámara» (bóveda, habitación) pasando después al latín culto como «camera» y al latín vulgar como «camara». Evolucionó a «cámara» en algunos dialectos italianos (Venecia, Nápoles, Sicilia…), así como en portugués y español. En español se documentó por primera vez en El Cantar del Mío Cid. En árabe se lee por primera vez «comra», introducida por el oftalmólogo Al-Hacén y aplicada a un instrumento óptico que permite obtener una proyección plana de una imagen externa sobre la zona interior de su superficie. Este dispositivo condujo después al desarrollo de la fotografía y por ello las máquinas fotográficas heredaron la palabra «cámara».

Tampoco debemos dejar de señalar una paradoja histórica que tuvo lugar en el siglo VII d.C. cuando el alquimista árabe Abd-el-Kamir descubrió una emulsión fotosensible, aunque nunca la aplicó a la cámara oscura, que no conocía a pesar de que ya existía con un desarrollo algo primitivo.

En los manuscritos de Leonardo da Vinci (siglo XV-XVI) es donde hallamos la primera descripción completa e ilustrada sobre el funcionamiento de la cámara oscura; él redescubrió su actividad y le adjudicó una utilidad práctica, por lo cual se le otorgó por muchos el crédito de su descubrimiento. Tanto el genial Leonardo da Vinci como el pintor Alberto Durero usaron la cámara oscura para dibujar los objetos que en ella se reflejaban, usándose a partir de entonces como herramienta auxiliar del dibujo y la pintura.

La cámara oscura fue perfeccionada por el napolitano Giovanni Batista della Porta, fundador de la primera Sociedad Científica del Renacimiento, que antepuso al orificio de la misma una lente biconvexa (lupa) obteniendo así mayor luminosidad y nitidez en la imagen proyectada. Más adelante, en el siglo XVII el jesuita Athanasius Kircher logró proyectar textos a 150 metros, y posteriormente Paul Philidor inventó la retroproyección móvil y los primeros espectáculos de fantasmagoría.

Ya en el siglo XIX empezaron a surgir diversos juguetes ópticos que no producían escenas de animación pero que, basados en el concepto de persistencia retiniana antes descrito, creaban la ilusión de movimiento. Todos los aparatos que se inventaron para producir dicha ilusión de movimiento utilizaron dibujos, pero hubo que esperar al descubrimiento de la fotografía y a la fabricación del cinematógrafo para que ocurriera el nacimiento del cine.

La palabra «fotografía» deriva de dos vocablos de origen griego: «foto» (luz) y «grafía» (escritura), lo cual podemos interpretar como «escribir o dibujar con luz». El ojo humano, desde una perspectiva estrictamente anatómica, es similar a una cámara tomavistas, antes que a una cámara fotográfica, ya que el globo ocular donde se engasta la córnea semeja la caja o cámara oscura, la córnea y el cristalino integran el sistema óptico, y el iris es un diafragma que controla el grosor del haz de luz que lo atraviesa; en cuanto al punto de mayor sensibilidad retiniana, la fóvea, apenas tiene 0,3 mm de diámetro que proporciona un ángulo estático de visión de apenas 2 grados, con todos estos elementos y gracias a un movimiento de barrido y al fenómeno de la persistencia retiniana, el sentido de la visión construye la imagen.

Hasta hace poco se mantenía la teoría de que la persistencia retiniana es la causa de que podamos apreciar la imagen en movimiento, pero posteriormente se ha cuestionado esta teoría al plantearse la hipótesis de que es el cerebro quien realiza el procesamiento de las señales (eléctricas) provenientes de la retina. Ahora sabemos que la llamada persistencia de las imágenes retinianas crea una sobreimpresión de imágenes, produciendo un gran «ruido» o batiburrillo de la visión, situación que es compensada en la vida diaria por el «fenómeno phi», el cual fue definido por Max Wertheimer en 1912 y que consiste en que nuestro cerebro, al percibir un movimiento ante un estímulo formado por una sucesión de imágenes, rellena los «huecos» y hace que veamos como un movimiento continuo la simple serie de imágenes congeladas.

En el siglo XIX el belga Plateau creó el Fenaquistiscopio con el cual demostró que con una frecuencia de 16 fotogramas por segundo el espectador no aprecia los intermedios y cree ver una sola imagen que se mueve, mientras que por su parte, en Viena, Ritter von Stamfer creó un dispositivo sustentado en los mismos principios: el estraboscopio.

Apareció luego la cronofotografía, cuando Marey ideó un fusil fotográfico que llevaba un objetivo incorporado al cañón y permitía impresionar sobre una placa 12 instantáneas sucesivas, con una exposición de 1/712 de segundo; tras conseguir analizar fotográficamente el movimiento, para reconstruirlo sólo había que recorrer el camino inverso: visionar esas instantáneas sucediéndose a la misma velocidad de su impresión; la adecuada proyección de esos fotogramas sobre una pantalla significaría más adelante el nacimiento del cine.

Los primitivos fotograbados sobre papel y los negativos de placas de vidrio se reemplazaron por la película fotográfica de celuloide, que era flexible, transparente y muy inflamable; Eastman la comercializó en forma de rollos, permitiendo así muchas instantáneas en una sola cinta.

El alemán Max Skladanowsky usó un dispositivo llamado Bioscopio que, con dos rollos de película de 54 mm y una proyección alternativa de 16 fotogramas por segundo, consiguió la ilusión de movimiento. El 1 de noviembre de 1895 efectuó en Berlín la primera proyección con películas de 6 segundos cada una, con música compuesta para ellas; pensaba proyectar en el Folies Bergère, en París, a partir de enero de 1896, pero tras el espectáculo de los Lumière en diciembre de 1895 con una técnica muy superior, se canceló el contrato.

William Friese-Greene, en Inglaterra, quiso mejorar una linterna mágica que proyectaba 7 diapositivas rápidamente, con una discreta ilusión de movimiento, y sustituyó las placas de vidrio por un soporte de celuloide, llegando a patentar una cámara cronomatográfica que conseguía 10 fotografías por segundo con un celuloide perforado. Hizo una demostración pública en 1890, pero la baja tasa de fotogramas y la poca fiabilidad del dispositivo hizo que su empresa quebrara, pese al intento de crear cámaras estereoscópicas. Luego empezó a experimentar con la fotografía en color, pero aunque el efecto era tolerable no lo eran el parpadeo y las franjas de colores durante el movimiento rápido.

La movilidad que percibimos en el cine no es más que una ilusión, son imágenes fijas, fotogramas, proyectadas a tal velocidad que el cerebro las interpreta como movimiento gracias al fenómeno de la persistencia retiniana y al «fenómeno φ», como ya indicamos antes; dicha ilusión se crea a partir de 12 imágenes por segundo, usando 16 las películas del cine mudo, 24 fotogramas por segundo las películas sonoras y utilizando 30 los aparatos de video actuales.

Thomas Alva Edison (fig. 1), en EE.UU., construyó en su laboratorio el «Black María», una estancia con todas las paredes negras donde experimentó con las imágenes y fabricó el Cinetoscopio (fig. 2), un aparato hábil para captar iconografías y reproducirlas para una sola persona que miraba por un visor tras echar una moneda; fue el primer estudio de cine del mundo y allí desarrolló una cámara capaz de usar rollo de celuloide, aunque en realidad fue su ayudante William K. L. Dickson quien hizo todo el trabajo: diseñó el sistema de engranajes, aún usado en las cámaras actuales, que permite a la película correr dentro de la cámara e incluso fue él quien en 1899 grabó una rudimentaria imagen con sonido.


Fig. 1: Thomas A. Edison.


Fig. 2: Cinetoscopio.

Pero Edison no se interesó en proyectar sobre una pantalla por creer que el cine no tenía futuro y renunció a extender sus derechos de patente a Europa, una miopía que permitió a los hermanos Lumière (fig. 3), que no contaban con su infraestructura, fabricar una cámara más llevadera y un proyector funcional: el Cinematógrafo (fig. 4). Este invento fue realizado a final de 1894, acontecimiento que fue publicado por un colaborador suyo en el periódico «Lyon Republicain» el miércoles 26 de diciembre del mismo año, pero no se comercializó hasta doce meses después, posiblemente por el pesimismo inicial de sus creadores y las dificultades técnicas del principio.


Fig. 3: Hermanos Louis y Auguste Lumière.


Fig. 4: Cinematógrafo.

El Cinematógrafo era al mismo tiempo cámara, copiadora y proyector, el primer aparato que se puede calificar auténticamente de cine, por lo cual ellos son considerados universalmente como iniciadores de la historia de la cinematografía. Esta historia comenzó cuando Louis y Auguste Lumière presentaron y proyectaron sus primeras películas en el sótano de un café de París; los rodajes locales empezaron a proliferar, ya que desde mayo de 1897 los Lumière vendían sus cámaras a particulares.

Mientras tanto, en EE.UU. se desató una guerra de patentes a partir de 1897. Ocurrió cuando otras compañías (como Vitagraph, American Mutoscope, Biograph Company y otras similares) produjeron películas que competían con las de Edison, y éste las demandó por infringir sus derechos de patente, durando esta situación 10 años, de 1898 a 1908, hasta que 9 compañías líderes emergieron y consiguieron llegar a un acuerdo para formar la «Compañía de Patentes de Imágenes en Movimiento».

El cine que se producía en el estudio de Edison era más teatral, y fue allí en el Black María donde éste filmó por primera vez en la historia del cine a una mujer: la bailarina Carmencita. La estandarización del equipo y la manera de llevar a cabo los rodajes, siguiendo el modelo de los Lumière, hizo que las películas se fueran extendiendo y comercializando a escala internacional.

Como ya hemos visto, diversos países se disputan la paternidad del nacimiento del cine: Alemania, con Max Skladanowsky, Reino Unido con William Friese-Greene, EE.UU. con Thomas Alva Edison, y Francia, con los hermanos Lumière. La mayoría de los historiadores creen que a Edison corresponde el honor de impresionar por primera vez películas cinematográficas y a los Lumière les corresponde la gloria y el privilegio de efectuar las primeras proyecciones públicas, usando una técnica más avanzada.