LA VENTANA DEL RESIDENTE


Oda al resistente

SEVILLANO TORRADO C1

1 Residente del Complejo Hospitalario de Pontevedra. España.


Corren tiempos difíciles. Con la nostalgia y serenidad que da el ver el camino andado, se diría que al terminar la residencia uno debiera ser más tranquilo, más seguro y más maduro. Pero con la angustia de saber que el camino se acaba y que lo que toca ahora es atravesar un zarzal lleno de espinas (silvas que llamamos en Galaecia) uno se vuelve más irascible y menos solidario. Yo me encontraba sosegado hasta que la primera señal de alarma me la dio un representante, instándome a escribirle un email con mi nueva dirección y señas «para no perder el contacto». ¿Qué contacto? ¿Con tacto? ¿Es colega de Bertín Osborne o me está tirando los trastos? Y mucha gente dándome palmaditas en la espalda que hasta ahora no me habían dado que pensar…

También comencé a mosquearme cuando observé un alto flujo de fotografías mías y los residentes pequeños hablando de cena aquí, cena allá. Me imagino que así se sintió Jesús en su Última cena. Al fin y al cabo, creo que era residente de ojos: 33 años, experiencia en cuerpos extraños (en curarlos, no en extraerlos), famélico y con cara de sueño, y no olvidemos que al devolverle la vista al ciego Bartimeo (Marcos 10:46-52) dicen que realmente practicó un «couching» o reclinamiento bilateral.

Vamos, que los que acabamos nos sentimos como los últimos samuráis de una dinastía extinta, y en la guerra hay que acabar con el enemigo cueste lo que cueste. De modo que en lo que queda las opciones son varias: recitar a todos los pacientes el 25 de Mayo, aumentar el número de facos-submarinos (a alguien necesitarán para sujetar luego la lente de inversión ¿no?) o realizar una campaña sublevadora incitando al paciente a unirse a tu bando (¿Qué? ¿Tanto tiempo esperando en la sala? No sé usted, pero yo tomaría represalias…).

Eso es. Somos el último reducto. Héroes de la consulta, percebes contra percebeiros, lluvia contra el cristal, valkirias en tierra de Odín.

Por eso digo que no somos residentes, somos resistentes. Capaces de haber soportado contracturas cervicales en retina, capaces de realizar faco-rodeos, de echarnos a los hombros lo que sea (a «los de la casa», que «sólo es echarme un vistazo») o de pasar tardes reclutando pacientes para medirles la roña de las gafas con un suciómetro (ey, a lo mejor he inventado algo aprovechable), y todo con buena cara, siempre que las ojeras de la guardia lo permitan. Y aún sacamos tiempo para estudiar algo, ir a los congresos y organizar fiestuquis de vez en cuando. Tenemos que sentirnos orgullosos de nuestra andadura.

Además no estamos solos en la batalla. Damas de largas trenzas que descolgaban por la ventana, o compañeros bélicos en el quehacer oftalmológico, compartiendo enseñanzas, anécdotas y, lo más importante, horas y horas de nuestro preciado tiempo. A tod@s vosotr@s, gracias.

Eso sí, no le deis el gusto al enemigo de agriar vuestra existencia. Al R0 que el mes pasado salió convencido de hacer oncología radioterápica, hace 3 años le hubiera comunicado ilusión, desafío y perseverancia. Así que no hemos de olvidar los buenos momentos, los buenos esfuerzos, los pacientes que te agradecen poder volver a ver a sus nietos, y los escollos tan sólo para aprender de ellos y solventarlos en adelante. Animo a aquel R0 a que recapacite y haga de su primera elección un modo de vida. Además, alguien me tiene que ayudar a calibrar el suciómetro, ¿no?

Por eso os sugiero afrontar la nueva etapa con aires nuevos, guerreros pero optimistas, y recordando lo bueno de los 4 años anteriores. Un Brave Heart al uso, pero gallego y bajito. Ese soy yo. Para que en el futuro no seamos unos R5, que para eso ya se inventó un coche. Para que en el futuro no te digan «Neniño, ¿cuándo viene el doctor?». «Pues cuando se luxe el cristalino, me imagino», habría que contestarle. Para que podamos estar orgullosos de nosotros mismos. De nuestra raza. Y la mantengamos viva por el resto de los tiempos.

Llamo a la unidad y a la fraternidad. ¡¡No podrán con nosotros!! Yes, we can!!

Tras esta elucubración, voy a seguir dándole vueltas al suciómetro, a ver si al menos establezco una clasificación y ya tengo algo que lleve mi nombre, que es realmente mi objetivo en la oftalmología. Ya lo veo en los congresos: el suciómetro de Sevillano. Elegante.

Suerte a todos.