SEMINARIO DE CASOS CLÍNICOS


Vasculitis retiniana y hemorragia vítrea en esclerosis múltiple con dos posibilidades etiológicas

GARCÍA OLIVA I1,2, MARRERO SAAVEDRA D1,3, HERNÁNDEZ FF1,4

Hospital Universitario de Gran Canaria Dr. Negrín.
1 Licenciado en Medicina y Cirugía.
2 Residente de 4.º año del Servicio de Oftalmología.
3 Jefe del Servicio de Oftalmología.
4 Adjunto del Servicio de Reumatología.


RESUMEN

La vasculitis retiniana ha sido descrita tanto en la Esclerosis Múltiple como en la tuberculosis intraocular, afectando ambas principalmente a las vénulas de la retina, lo que puede producir una vasculitis retiniana oclusiva con neovascularización y hemorragia vítrea.

Se presenta el caso de un paciente varón de 34 años con Esclerosis Múltiple y con una vasculitis retiniana oclusiva bilateral de evolución progresiva en la que había datos muy sugestivos de un posible origen tuberculoso (prueba de la tuberculina hiperérgica y eritema nodoso con granulomas en la biopsia cutánea). Precisó tratamiento con corticoides orales, vitrectomía y tratamiento frente a la tuberculosis, con buena evolución clínica.

Palabras clave: Esclerosis Múltiple, vasculitis retiniana oclusiva bilateral, vitrectomía, tuberculosis, reacción de hipersensibilidad, eritema nodoso.


INTRODUCCIÓN

La vasculitis retiniana ocurre entre el 10% y el 35% de los pacientes con Esclerosis Múltiple (1,2). Es, por lo tanto, un hallazgo relativamente frecuente. Sin embargo la presencia de un síndrome isquémico retiniano con neovascularización es una complicación excepcional (3-5).

Por su parte, la tuberculosis (TB) puede presentarse con un espectro clínico muy amplio y variado, oscilando desde manifestaciones típicas de la enfermedad (tos y expectoración) a otras completamente atípicas. Entre estas últimas se encuentran las manifestaciones clínicas secundarias a los fenómenos de hipersensibilidad (hipersensibilidad retardada tipo IV) que pueden producir los antígenos de Mycobacterium Tuberculosis (6). Quizás, el cuadro más característico de estas manifestaciones de hipersensibilidad es el eritema nodoso o tuberculide que se puede dar en algunos pacientes. Estos fenómenos de hipersensibilidad pueden ser múltiples y variados, incluyendo cuadros de vasculitis localizadas. En la retina es típica la periflebitis6, que se presenta como una vasculitis retiniana oclusiva.

  

CASO CLÍNICO

Varón que acudió por primera vez a nuestro Servicio de Oftalmología en Mayo del 2009 por presentar visión borrosa en el ojo izquierdo (OI). Como antecedentes de interés presentaba un diagnóstico de Esclerosis Múltiple tipo recurrente remitente realizado en el 2002, tratado primero con Interferón beta1-b (suspendido por efectos secundarios) y posteriormente con Acetato de Glatiramer.

En la exploración presentaba una agudeza visual (AV) por el ojo derecho (OD) de 1 y de 0,7 por el OI. La biomicroscopía del segmento anterior fue normal en el OD pero no en el OI, donde se encontró una rubeosis 360° y Tyndall anterior ++. En el fondo del OI se apreciaba un Tyndall vítreo +, presencia de Snow balls en el vítreo inferior, áreas de periflebitis en la media periferia con estrechamiento vascular y hemorragias focales intrarretinianas con leve hemovítreo (fig. 1). En la exploración funduscópica del OD se encontró una membrana epirretiniana macular grado 1.


Fig. 1: FO del OI: hemorragias focales intraretinianas y estrechamiento vascular.

Se le realizó una gonioscopia que detectó neovasos en el ángulo iridocorneal tras exploración con lente de Goldmann .

La angiografía fluoresceínica (AFG) reveló signos de vasculitis retiniana periférica, con dilataciones capilares junto a áreas de no perfusión (fig. 2).


Fig. 2: AFG del OI: signos de vasculitis retiniana periférica, dilataciones capilares junto a áreas de no perfusión y neovasos en la arcada inferior.

Por lo tanto, el paciente presentaba una afectación retiniana unilateral en la que destacó una periflebitis severa, isquemia retiniana periférica y neovascularización. Se le realizó el protocolo de estudios complementarios para el diagnóstico del paciente con uveítis siendo todo normal.

Ante la sospecha diagnóstica de vasculitis secundaria a la Esclerosis Múltiple se indicó tratamiento con prednisona oral a dosis de 1 mg/kg/día. Además, el desarrollo de rubeosis y la neovascularización hizo necesaria una panfotocoagulación urgente pero se produjo una hemorragia vítrea que dejó una visión de movimiento de manos. Ante ello se procedió a la realización de una vitrectomía con endofotocoagulación. La evolución fue favorable con regresión de la neovascularización y recuperación de la visión (fig. 3).


Fig. 3: Retinografía del OI tras la vitrectomía con cicatrices de fotocoagulación y ramas vasculares totalmente hialinizadas en arcada inferior.

En Marzo del 2010, casi un año después y en una exploración de rutina en la que la AV no había variado, se encuentra una nueva vasculitis retiniana, pero ahora en el OD. En la funduscopia destacaba la presencia de hemorragias intrarretinianas y envainamiento vascular venoso periférico 360°, con una biomicroscopía del segmento anterior normal (fig. 4).


Fig. 4: Envainamiento venoso en cuadrante nasal superior.

La AFG del OD evidenció una extensión de la afectación vascular con defectos de relleno capilar muy severos, con stop vascular hasta la periferia (más marcado en zona temporal) y hemorragias intrarretinianas más abundantes en las zonas de no perfusión (figs. 5 y 6).


Fig. 5: AFG del OD con defectos de relleno capilar muy severos, vasos amputados , capilares dilatados y un stop vascular marcado en cuadrante temporal superior.

Se indicó panfotocoagulación retiniana con evolución satisfactoria, manteniendo hasta la actualidad AV en ambos ojos de la unidad.

Un mes y medio después el paciente es ingresado en el Servicio de Neurología para estudio de vasculitis, tras la aparición de unas lesiones en ambas extremidades inferiores, de características eritematosas y papulares, siendo algunas de ellas residuales y otras activas.

Dentro de las pruebas realizadas destacó una prueba de la tuberculosis (intradermorreacción de Mantoux) que evidenció una induración de 25 mm, con vesiculación, necrosis y marcada hiperergia. El CT de tórax detectó pequeñas adenopatías en el hilio pulmonar izquierdo, algunas con calcificaciones. Se realizó biopsia de las lesiones cutáneas destacando una vasculitis de mediano calibre, con trombosis e inflamación granulomatosa y formación de granulomas necrotizantes extravasculares. Todo ello era muy sugestivo de un eritema nodoso secundario a una reacción de hipersensibilidad por TB. Ante estos datos y la sospecha de que todo el cuadro del enfermo pudiese explicarse por una reacción de hipersensibilidad secundaria a una TB, se decidió iniciar tratamiento empírico frente a esta enfermedad por parte del Servicio de Neumología. Como el paciente tenía antecedentes de haber presentado hepatitis tóxica en relación con los fármacos administrados para controlar su Esclerosis Múltiple, se decidió no utilizar pirazinamida y administrar un tratamiento antituberculoso estándar, con isoniazida y rifampicina durante 9 meses, con el refuerzo inicial de etambutol durante los dos primeros meses. En el control efectuado a los 2 meses de tratamiento el enfermo refería una ligera mejoría de sus síntomas cutáneos sin recaídas oculares, mejoría que fue manifiesta a los 4 y 6 meses del mismo.

  

DISCUSIÓN

Se trata de un paciente con diagnóstico de Esclerosis Múltiple realizado en el 2002 y que siete años después acude con clínica oftalmológica compatible con vasculitis retiniana oclusiva en el OI. Sospechamos entonces que esta vasculitis se debía a su enfermedad neurológica. En ese momento tanto la Rx de tórax como la batería de pruebas realizadas era normal. Sin embargo, los datos que aparecieron posteriormente apoyaron fuertemente la posibilidad de que todo el cuadro clínico se debiese a una vasculitis secundaria a un fenómeno de hipersensibilidad por una TB. Existen datos suficientes para apoyar esta segunda sospecha, sobre todo el hallazgo de una prueba de la tuberculina fuertemente hiperérgica, los hallazgos del CT de tórax y, sobre todo, la biopsia cutánea de la zona de eritema nodoso demostrando granulomas necrotizantes. La mejoría clínica y la ausencia de nuevas manifestaciones oculares que el enfermo evidenció con el tratamiento frente a la TB puede apoyar este diagnóstico, aunque también es cierto que el enfermo pudo mejorar en relación con la prednisona que estaba tomando para su Esclerosis Múltiple. Quedarían, al final dos posibles entidades nosológicas como origen de la clínica del enfermo, la reacción de hipersensibilidad secundaria a las tubérculoproteínas de M. Tuberculosis y la Esclerosis Múltiple. Se puede descartar razonablemente la enfermedad de Eales al existir estas otras dos posibilidades diagnósticas.

Es sabido que, aunque excepcionalmente, la Esclerosis Múltiple puede mostrarse como una vasculitis retiniana severa proliferativa, que puede complicarse con hemorragia vítrea recurrente (3,4). Por este motivo, estos pacientes deben ser estrechamente vigilados por el posible desarrollo de neovascularización que puedan tener y que normalmente responde al tratamiento con láser (3).

La TB intraocular es la gran simuladora (7) y sus manifestaciones clínicas son muy variadas e incluyen (6) desde una uveítis anterior aguda, uveítis intermedia, edema macular, vitritis, neuroretinitis, presencia de granulomas coroideos y coroiditis multifocal hasta una vasculitis retiniana. Se presenta típicamente como una periflebitis obliterativa que afecta a múltiples cuadrantes, distribuyéndose desde la periferia hacia el polo posterior (6). Se asocia a células inflamatorias en cámara anterior y a una vitritis leve. La mayoría de los pacientes con TB ocular no tienen historia de afectación pulmonar o de otras formas de afectación sistémica, lo que hace muy difícil el diagnóstico definitivo. Por lo tanto, se trata de un diagnóstico de presunción (8) en la mayoría de los casos. Sin embargo, en estos cuadros de vasculitis localizadas o sistémicas, el cuadro clínico no se produce habitualmente por invasión directa de los bacilos productores de la TB, sino como una reacción inmunitaria secundaria a los antígenos de M. Tuberculosis. Tal como suele ocurrir en los cuadros de eritema nodoso secundario a esta enfermedad. En consecuencia, es prácticamente imposible el aislamiento de M. Tuberculosis que conllevaría el poder confirmar la enfermedad. Pero existen datos muy sugestivos de la misma, sobre todo el hallazgo de granulomas caseificantes en la pieza de biopsia.

Si se acepta que la inflamación ocular está asociada a una reacción de hipersensibilidad por TB, el tratamiento debería dirigirse contra la enfermedad de manera específica, debiendo valorarse también el tratamiento frente a la reacción inflamatoria (9,10) que ha originado el proceso, sobre todo en enfermos con localizaciones especiales que pueden dejar secuelas invalidantes si no se aborda este tratamiento antiinflamatorio. La formación de neovasos asociada a la vasculitis retiniana y al cierre capilar responde a la panretinofotocoagulación, considerándose la vitrectomía precoz en casos de hemorragia vítrea no resuelta asociada a proliferación fibrovascular (11).

En el presente caso clínico, tanto la TB como la Esclerosis Múltiple cursan con vasculitis retiniana oclusiva que puede dar lugar a una isquemia retiniana grave y neovascularización retiniana secundaria. Así pues, podría tratarse de cualquiera de estas dos entidades nosológicas. Pero con los antecedentes y la evolución clínica reseñada, la posibilidad de que todo el cuadro haya sido provocado por una vasculitis granulomatosa secundaria a una reacción de hipersensibilidad por TB hay que considerarla fuertemente.Con estos datos nos decidimos a tratar a tratar esta enfermedad, con la evolución favorable referida.

  

CONCLUSIONES

Considerando los datos expuestos, tenemos que seguir pensando que toda vasculitis retiniana puede ser debida a una infección por tuberculosis y quizás continuar en la realización de más pruebas para confirmar la presencia de dicha infección aún cuando las pruebas de rutina sean normales.

Tal vez sea el seguimiento estrecho del enfermo lo que nos pueda dar la clave para el diagnóstico certero de este caso.

  

Agradecimientos

JOSÉ A. CAMINERO LUNA: Doctor en Medicina, adjunto adscrito al Servicio de Neumología del Hospital Universitario de Gran Canaria Dr. Negrín.

FRANCISCO J. MEDINA RIVERO: Doctor en Medicina, adjunto adscrito al Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario de Gran Canaria Dr. Negrín.

MARÍA ALEMANY RODRÍGUEZ: Licenciado en Medicina y Cirugía, adjunto adscrito al Servicio de Neurología del Hospital Universitario de Gran Canaria Dr. Negrín.


BIBLIOGRAFÍA


  1. Friedman, Scott M. Retinal vasculitis as the initial presentation of multiple sclerosis. Retina 2005 vol 25 number 2 pp. 218-219.
  2. Mackenzie PJ, Chang TS. Posterior retinal vasculitis associated with multiple sclerosis. Retina 2002; 22: 133-134.
  3. Guigui A, Brezin A.Vitreous hemorrhage and neovascular proliferation in multiple sclerosis. Bull Soc.Ophtalmol Fr 1989 Apr: 89(4)501-5.
  4. Patte M, Rouher FN. Proliferative retinal vasculitis and multiple sclerosis: a case report. J Fr Ophtalmol 2003 Apr: 26(4): 381-5.
  5. Katsimpris JM, Petropoulos K. Bilateral peripheral retinal neovascularization in a patient with multiple sclerosis. J.Fr Ophtalmol 2002 Oct: 25(8): 813-6.
  6. International Ophthalmology clinics 2010.Vol 50.number 2 19-39.
  7. Yachna A, Steven M, Raymund R.Infectious Retinitis: a review. Retinal Physician. November-December 2008.
  8. Sudharshan S, Ganesh S, Jyortimay B. Current approach in the diagnosis and Management of posterior uveitis. Indian Journal of Ophthalmol 2010; 50: 29-43.
  9. Reema Bansal, Amod Gupta, Vishali Gupta. Role of Anti-Tubercular Therapy in Uveitis With Latent/Manifiest Tuberculosis. Am. J. Ophthalmol 2008; 146: 772-779.
  10. Yeh S, Albini T, Weichel E D. Current techniques in diagnostic vitrectomy for uveitis. Techniques in Ophthalmology 6(4): 119-127, 2008.
  11. Doycheva D, Pfannenberg C, Hetzel J. Pressumed tuberculosis-induced retinal vasculitis, diagnosed with positron emission tomography, aspiration biopsy, and culture. Ocul Immunol Inflamm.2010 Jun; 18(3): 194-9.